La Fiscalía Nacional Financiera francesa solicitó este martes cuatro años de cárcel, dos de ellos firme, contra el expresidente Nicolas Sarkozy, juzgado en París por corrupción y tráfico de influencias. El exmandatario de 65 años está acusado de haber intentado sobornar a un juez con un puesto muy codiciado a cambio de información privilegiada sobre otro sumario.

Los fiscales pidieron la misma pena contra sus coacusados, el exjuez Gilbert Azibert y el abogado Thierry Herzog. Para este último pidió también una prohibición de cinco años de ejercicio de su profesión.

Según la acusación, el exmandatario buscaba obtener información protegida por el secreto profesional, e influir en las diligencias abiertas ante la alta jurisdicción relacionada con el caso Bettencourt, sobreseído a finales de 2013, en el que se investigaba si el exdirigente había aceptado pagos ilegales de la heredera de L'Oréal, Liliane Bettencourt, para su campaña electoral de 2007.

A cambio, habría ofrecido a Azibert su ayuda para obtener un puesto de prestigio al que éste aspiraba en Mónaco, aunque nunca lo obtuvo. 

El fiscal Jean-Luc Blachon consideró probados ambos delitos, sacados a la luz por las conversaciones telefónicas intervenidas por la policía entre el dirigente francés y su letrado Thierry Herzog.

Sarkozy, que fue jefe de Estado en Francia de 2007 a 2012, testificó este lunes ante el tribunal y afirmó que "nunca cometió el más mínimo acto de corrupción" y prometió ir "hasta el final" para limpiar su nombre.

Además, apuntó contra los miembros de la Fiscalía Nacional Financiera, señalándolos de llevar a cabo una caza de brujas, utilizar medios excesivos para "husmear" en sus asuntos y ocultar pruebas que apoyarían su defensa.

Los cargos de corrupción y tráfico de influencias conllevan una pena máxima de 10 años y una multa de un millón de euros (1,2 millones de dólares).

Este juicio es inédito ya que Sarkozy es el primer expresidente de Francia desde la instauración de la V República (1958) en sentarse físicamente en el banquillo de los acusados.

Antes de él, solo Jacques Chirac, su antecesor y mentor político, fue juzgado y condenado por malversación de fondos públicos cometida cuando era alcalde de París, pero debido a problemas de salud nunca compareció ante la Corte.