A lo largo de este año la sociedad argentina se ha visto sorprendida por la llegada de la pandemia y también por la rapidez con la que el sistema de ciencia, tecnología e innovación (CTI) argentino ha logrado responder a este desafío con múltiples soluciones. 

En los últimos meses se sucedieron noticias sobre el desarrollo local de kits de diagnóstico prácticos y confiables y de métodos de tratamiento efectivos contra la covid-19. Surgen en ese marco dos interrogantes. Por un lado, si estos desarrollos fueron espontáneos y, por el otro, si hubo una generación instantánea, casi milagrosa, de conocimientos que permitieran lidiar con el desafío inédito de la covid-19. 

La respuesta a ambos interrogantes es negativa. Por un lado, muchos de los desarrollos que vieron la luz en los últimos meses contaron con el impulso y el apoyo de la Unidad Coronavirus, creada en marzo 2020 desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que ha financiado muchos proyectos para que pudieran rápidamente plasmarse en soluciones concretas. 

Por el otro, y este es un aspecto fundamental que se debe destacar, varios desarrollos son el resultado de una trayectoria previa de por lo menos 10 años de generación de conocimiento y acumulación de capacidades que ha sido impulsada en gran medida por la política pública de CTI, especialmente a través de los fondos sectoriales gestionados por el Fonarsec

Ejemplos

Veamos algunos casos. Tanto el Neokit-Covid-19 desarrollado por el Instituto Milstein como el método para la detección de la covid-19 en aguas residuales en el que está trabajando el INGEBI, tienen sus raíces en proyectos asociativos sobre diagnóstico de Chagas congénito del año 2011. 

El suero equino hiperinmune anti-covid-19 es una adaptación de lo que la empresa Inmunova ha desarrollado en los últimos años para el Síndrome Urémico Hemolítico, una enfermedad que ha sido objeto de un proyecto asociativo de diagnóstico de diarreas entre dicha empresa, la UNSAM y el Instituto Malbrán. 

Este proyecto asociativo, que data del año 2011, está en la base del Ela Chemstrip Covid-19, desarrollado conjuntamente por las empresas de base tecnológica Chemtest y P-BL (originadas en la UNSAM y en la UNQ respectivamente). La UNSAM gracias a este proyecto y a otro anterior en el área de nanotecnología (ambos financiados por el Fonarsec), pudo realizar una larga serie de aprendizajes en el uso de las glicoproteínas recombinantes para diagnóstico y en la tecnología de las tiras reactivas, además de impulsar la creación de la empresa Chemtest.

Asimismo, del proyecto nanotecnológico antes mencionado participó el INTI, que también realizó algunos desarrollos en función de la covid-19 que pueden complementar el kit de la UNSAM: un equipo que sirve para amplificar la muestra para hacer la detección y unas nanopartículas magnéticas recubiertas con sílice que permiten hacer en modo más sencillo la separación del ARN del coronavirus (sin tener que usar columna de extracción o centrifugas). 

Trayectoria

Las vías a través de las cuales estos proyectos pasados y presentes se vinculan son múltiples pero tienen en común que han sido fortalecidos por la política de fondos sectoriales en por lo menos tres aspectos que han sido centrales para la consolidación de una trayectoria que desembocara en soluciones para la covid-19 hoy en día. 

En primer lugar, ha permitido la consolidación de plataformas tecnológicas a través de la incorporación de equipamiento de última generación y de la formación de recursos humanos de excelencia. 

En segundo lugar, ha impulsado la movilización de recursos privados, facilitando la creación de empresas de base tecnológica y fomentando la participación empresarial en la generación y aplicación del conocimiento.

En tercer lugar, ha favorecido la creación de dinámicas de aprendizaje basadas en la interacción público-público y público-privado que han redundado en mejores capacidades para realizar I+D. 

Aprendizajes

La cooperación entre Ciencia e Industria así como fue concebida e impulsada a través de los proyectos Fonarsec puede representar una oportunidad para el sistema científico y tecnológico argentino, no solo de aprender y crecer en sus tareas de I+D, sino también de hacer llegar a la sociedad el conocimiento generado. 

Lo que Argentina ha logrado para la covid-19 recibió un aporte sustancial de una política orientada y sostenida que generó capacidades y vínculos que lograron autonomizarse y mantenerse a pesar de algunas discontinuidades del período 2015-2019. Estas trayectorias de generación del conocimiento necesitan de tiempo para desarrollarse, para lo cual fue y es fundamental el rol del Estado a través del impulso y la continuidad de las políticas públicas en CTI. 

La covid-19 es una coyuntura excepcional pero las políticas públicas de CTI no deben serlo. Los ejemplos mencionados permiten ver cómo, con políticas coherentes, es posible hacer CTI al servicio de la sociedad en Argentina, y construir capacidad de respuesta para momentos críticos, como el presente, en el que, de diferentes modos, toda la sociedad se encuentra en una situación de fuerte vulnerabilidad.

*Investigadores-docentes de la Universidad Nacional de General Sarmiento.