Ahora es oficial: la Casa Blanca confirmó ayer la visita de Mauricio Macri a Washington para el 27 de este mes y el almuerzo que compartirá con su par estadounidense Donald Trump. El viaje puede ser la coronación de los esfuerzos del presidente argentino para recomponer los lazos con el magnate luego de haberse manifestado, durante la campaña, a favor de su rival, Hillary Clinton, y una nueva instancia para que Macri insista por la tan esperada lluvia de inversiones que su gobierno necesita para revertir la delicada situación económica en pleno año electoral. Sin embargo el comportamiento errático del presidente norteamericano siembra dudas en la comitiva argentina, que teme un desplante que tenga rebote de alcance global, como le sucedió a la alemana Angela Merkel. Venezuela, China y seguridad, temas centrales en la agenda.

“El presidente Donald J. Trump y la primera dama Melania Trump esperan dar la bienvenida al presidente de Argentina Mauricio Macri y a la primera dama Juliana Awada en la Casa Blanca el 27 de abril de 2017”, dice el comunicado difundido ayer por el secretario de Prensa de la Casa Blanca, confirmando la fecha que hace unos días ya había anunciado el gobierno argentino. “El presidente Trump y el presidente Macri discutirán la forma de profundizar la relación cercana entre los Estados Unidos y Argentina. Los dos líderes intercambiarán su punto de vista en una serie de asuntos bilaterales y regionales, incluyendo la expansión del comercio, la colaboración en el sector de seguridad y la deteriorada situación de Venezuela”, completa el texto.

La situación del gobierno de Nicolás Maduro es uno de los puntos centrales del temario y probablemente el que terminó por habilitar la reunión, según la especulación informada de funcionarios de cancillería. Es que mientras la escalada de violencia en Venezuela no se detiene, Trump, que tiene problemas más grandes en otros puntos del globo, necesita un líder regional que lleve la voz cantante del Departamento de Estado en el asunto, y a Macri ese traje le calza como hecho por un sastre. Ese mutuo interés fue, a fin de cuentas, más fuerte que las trabas diplomáticas que tuvieron en duda la bilateral hasta último momento, algunas no menores: por ejemplo, la falta de un embajador argentino en Washington al momento de la visita.

La renuncia de Lousteau hace menos de un mes (que se oficializó ayer, junto con la del ex embajador en Panamá Miguel Del Sel, con un decreto presidencial) hizo tambalear los esfuerzos de la cancillería argentina por concretar el encuentro pero los contactos en Washington de la ministra Susana Malcorra pudieron reencaminar el encuentro. La titular del Palacio San Martín guarda muchos amigos en los Estados Unidos, de esos que abren puertas, desde su etapa como jefa de Gabinete de la secretaría general de Naciones Unidas. Tras su nominación frustrada a presidir esa organización, su futuro podría volver a apuntar al norte: según las especulaciones que se hacen en el mundillo diplomático, su nombre gana fuerza en las apuestas sobre quién ocupará, finalmente, la embajada vacante.

Será, según los planes de la Casa Rosada, una visita express. A diferencia de lo que sucedió en su último viaje a Holanda, esta vez no habrá fines de semana ni días libres. Macri viajará el 26 y estaría de regreso en Buenos Aires a la mañana del 28. Además de Trump, solamente está previsto un encuentro con empresarios aglutinados en la influyente US Chamber of Commerce (Cámara de Comercio). Con ellos tendrá la difícil tarea de convencerlos de llevar sus inversiones hacia la Argentina. La comitiva también será minimalista. Además de Malcorra y Awada, viajarán el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, y el jefe de Gabinete Marcos Peña.

Otros temas que pondrá Macri sobre la mesa durante el almuerzo de 90 minutos que compartirá con Trump, tienen que ver con China y con el comercio bilateral. El presidente argentino viajará a ese país el mes que viene y antes de emprender esa visita quiere saber cuál es la posición de la Casa Blanca sobre las relaciones entre Buenos Aires y Beijing, que se afianzaron en el último tramo de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Por otra parte, está especialmente interesado en lograr que su par estadounidense garantice el cumplimiento de una serie de acuerdos de intercambio que había firmado en 2016 con Barack Obama y que quedaron en suspenso con el cambio de manos en Washington.

En la Casa Rosada hay optimismo por la reunión, que esperan funcione como un relanzamiento del vínculo luego de que Macri explícitamente apoyara a Clinton en las elecciones que Trump ganó, para sorpresa de muchos, en noviembre del año pasado. Sin embargo, al presidente lo carcome una inquietud desde que a Angela Merkel, la jefa de Estado alemana, el magnate estadounidense desairó cuando ella, tras un encuentro bilateral, le ofreció un apretón de manos que él rechazó en vivo ante las cámaras de canales de noticias internacionales. Según se comenta en los pasillos del Palacio San Martín, el mandatario argentino está inquieto ante la posibilidad de sufrir un desplante similar que se viralice en pocas horas alrededor de todo el mundo.