Para sorpresa de nadie, el eterno presidente de Uganda Yoweni Museveri acaba de declararse triunfador en su quinta elección. A los 76 años, ya lleva 35 en el poder y ahora tiene para cinco más. Su principal oponente era un rapero de 38 años, la mayor estrella pop del país, que se hizo popular cantando sobre la corrupción y la violencia estatal en su muy pobre nación. Bobi Wine -o Tito Vino, en criollo- denunció fraude electoral y fue universalmente respaldado por la oposición, todas las ONG que enviaron observadores y hasta la embajada de Estados Unidos. Museweni es de la generación que combatió a Idi Amin Dada, el demente dictador, y construyó una estructura de poder cada vez más autoritaria pero con un discurso prooccidental. Uganda no es sólo considerada una pieza fundamental del esquema antiterrorista en Africa, sino que envía tropas a Somalía a combatir a Al Shabab y a Afganistán como seguridad "privada" para las tropas norteamericanas. Esto fue lo que le permitió sobrevivir tantos años en el poder sin que la represión a toda forma de oposición organizada y el encarcelamiento de políticos y figuras como Wine le creara cuestionamientos serios. 

Las elecciones de este año fueron un ejemplo notable del funcionamiento del régimen. Con la excusa del coronavirus se prohibieron todo tipo de encuentros y actos, a menos que fueran del oficialismo. El nivel de censura fue total, con Wine prohibido en cada radio y canal de televisión, y equipos que cada noche tapaban los carteles opositores con posters electorales de Museweni. Wine hasta fue detenido por ir a la oficina electoral a anotar su candidatura, acusado de violar la cuarentena. Su detención sacó a la calle a miles de ugandeses, que fueron reprimidos a balazos: hubo 54 muertos. 

El movimiento opositor, sin embargo, tomó fuerza y Museweni comenzó a acusarlo de ser un títere de "agentes extranjeros" y de "homosexuales", y a amenazar con un "movimiento revolucionario que arrase el país". Wine le pidió la renuncia y fue nuevamente arrestado, esta vez por sedición. Las elecciones de este jueves se hicieron en una semana en que el gobierno desconectó la internet y las redes sociales, prohibió mencionar al candidato opositor en los medios y llenó las calles de pueblos y ciudades de policías y militares. El acto electoral abundó en detenciones de observadores partidarios y de ONGs, y en la desaparición mágica de urnas. Museweni se declaró ganador con el 59 por ciento de los votos.

A todo esto, Bobi Wine, cuyo verdadero nombre es Robert Kyagulanyi, denunció al gobierno de Kampala ante la Corte Internacional de Justicia por sus abusos por los derechos humanos. Museweni lo acusó de calumniar a la nación y nuevamente lo detuvo, aunque con prisión domiciliaria. Así fue que el principal candidato opositor pasó el final de la campaña electoral y el día de la votación bajo custodia policial, encerrado en su casa. De hecho, ahí sigue, con el teléfono cortado y soldados en su jardín: a su mujer la golpearon por salir al fondo a recoger vegetales de la huerta.