Quisiera usar este espacio para destacar a Svetlana Alixievich, autora de libros fundamentales para comprender las interminables tragedias de nuestro tiempo, quien persiste en su rebeldía.

En efecto, en su paso por el Festival de Literatura de Taormina esta valiente periodista sigue denunciando que su país de origen, Bielorrusia, continúa al borde de la guerra civil.

El gobierno de Lukashenko, apoltronado desde hace 26 años, cuenta con el apoyo de Vladimir Putin y la tecnoburocracia artillada.

Svetlana Alixievich se halla exiliada en Alemania por las persecuciones y asedio del régimen despótico.

El horror de las guerras con su carga de miserias materiales y morales han sido reflejados en los libros La guerra no tiene rostro de mujer y Los muchachos del zinc.

Los testimonios que Svetlana fue recogiendo casa por casa de las ex combatientes enviadas a Afganistán dan cuenta de la invisibilización de estas protagonistas involuntarias en los campos de batalla.

El silenciamiento se rompe en frías madrugadas en humildes viviendas luego de superado el temor impuesto por la tenebrosa KGB.

Según expresa Svetlana Alixievich, los resabios de la persecución a disidentes, insumisas e insumisos no desapareció tampoco las razones para luchar.

La escritora afirma que tiene proyectos literarios para reflexionar sobre el amor y la muerte, cuestiones esenciales de la existencia humana. Ante todo dice que el presente exige dar cuenta de los problemas actuales y de la lacerante realidad social.

Carlos A. Solero