Desde Roma

Una nueva videoconferencia internacional de la que participaron unas cien personas de distintos países se hizo el martes desde Italia, para mostrar al mundo una vez más los delitos cometidos por el represor Carlos Luis Malatto, exteniente coronel del RIM22, el Regimiento 22 de Infantería de Montaña de San Juan durante la dictadura y a quien se le atribuye la responsabilidad de al menos 30 desaparecidos. Malatto llegó a Italia en 2011 escapando de la Justicia argentina. Gracias a su pasaporte italiano y a que la Justicia italiana recién en 2017 incorporó a su Código Penal el delito de tortura, Malatto pudo zafar de un proceso y vivir en distintos lugares de Italia, incluida Sicilia donde actualmente reside.

El encuentro virtual empezó con el saludo desde Argentina de Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo, y desde Roma, del nuevo embajador argentino en Italia, Roberto Carlés. Organizado por “24 marzo Onlus”, una ONG que se ha ocupado de los juicios contra miliares latinoamericanos en Italia durante años, tuvo como objetivo la difusión de los delitos de Malatto para conseguir su detención y procesamiento en Italia y también la extradición a la Argentina. Resultó ocasión para hablar no solo de las víctimas, sino de otros represores impunes en Italia, como el cura Franco Reverberi.

La justicia italiana comenzó una investigación y prepara un juicio contra Malatto, que está todavía en la fase sumarial, es decir en la fase previa en la que los fiscales investigan para determinar si el acusado debe ser procesado o no.

Esta vez se habló de Malatto y los desaparecidos de Mendoza (se hizo otro encuentro similar en diciembre sobre los desaparecidos de San Juan). Entre ellos, el primer rector de la Universidad de San Luis, el filósofo y profesor universitario Mauricio López, que fue secuestrado el 1° de enero de 1977 en Mendoza, en la casa de su madre, a quien había ido a visitar en ocasión de las fiestas de fin de año. También se habló de Armando Lerouc y Marta Saroff, él asesinado en San Juan y ella secuestrada y desaparecida también en esa provincia, hacia donde habían escapado de Mendoza.

Carlés calificó al encuentro como “un nuevo ejercicio de memoria”. Y recordando el proceso contra Malatto dijo: “Nos comprometemos firmemente en la búsqueda de justicia en el extranjero. No es la primera vez que lo hacemos, ya ocurrió en otros países, ya ocurrió en Italia y va a seguir ocurriendo mientras haya delitos de lesa humanidad que sean impunes y víctimas sobre las que todavía no se haya hecho justicia. Como cantamos tantas veces en Plaza de Mayo cada 24 de marzo: ‘Adonde vayan los iremos a buscar’. No se trata de una consigna, es un compromiso político, militante y sobre todo con la Justicia, la Memoria y la Verdad”. Al frente de la embajada de Roma, el diplomático prometió que hará todo lo que esté a su alcance “para hacer que sea realidad este compromiso, no solo con las víctimas sino con todo el pueblo argentino”.

Con increíble lucidez a sus 92 años, Vera Vigevani Jarach hizo una síntesis de su vida y sus luchas, deseando lo mejor para los que están llevando adelante la batalla por el proceso a Malatto. Su historia es conocida: Nacida en Milán en 1928, ella y su familia fueron a Argentina en 1939 escapando del fascismo. Contó que cuando tenía diez años fue expulsada de la escuela en Milán, porque era judía. Y que su abuelo fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. En Argentina, durante la dictadura, perdió a su hija Franca Jarach, que tenía 18 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. Franca fue secuestrada, conducida a la Esma y hecha desaparecer en un “vuelo de la muerte”. Dos historias, la de su padre y de su hija, “con muchas analogías”, dijo Jarach. Pero ella no se detiene. “Yo apuesto a los jóvenes, que tienen ideales, que defienden utopías, a ver si mejoramos el mundo apenas pase la pandemia”. "El mundo es perfectible en la medida que la gente participe. Espero contagiarles esta confianza", concluyó.

El cura que "ablandaba" a los detenidos

Richard Ermili, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, habló del caso del cura ítalo argentino Franco Reverberi, quien fue reconocido por varias víctimas del centro clandestino "La Casa Departamental", en San Rafael, Mendoza. Reverberi tiene hoy 83 años y vive en provincia de Parma, en Sorbolo, donde nació. A los 11 años emigró con sus padres a Argentina. Volvió a Italia en 2011 y desde entonces es párroco en su pueblo.

Reverberi tenía como función “ablandar a las víctimas para colaborar con sus captores. Pero seguían las golpizas, las torturas, los simulacros de fusilamientos. Algunos detenidos creían que serían liberados después de su colaboración, pero era todo falso”, contó Ermili, quien subrayó la necesidad de “determinar la responsabilidad de Reverberi en el genocidio”. Se ha pedido a la justicia argentina que solicite nuevamente su extradición porque sus actos demuestran “haber participado de acciones ilícitas” contra varias personas. La APDH ha pedido a “24 marzo Onlus” que organice un encuentro de abogados de Argentina e Italia, para examinar el nuevo pedido de extradición de Reverberi.

Jorge Iturburu, presidente de 24 marzo Onlus, informó por otra parte que el exhorto diplomático de las autoridades judiciales italianas para que se interrogara a varios testigos de San Juan se ha concretado. A mitad de enero la fiscalía de esa provincia ya había escuchado y tomado declaraciones a la mayoría de los diez testigos que viven allí. Hay otros testigos de San Juan, Mendoza y Buenos Aires que también declararán, ya que según las leyes italianas pueden hacerlo por escrito, ante un escribano, y ese documento ser presentado por los abogados de Roma a la Justicia. “Esperamos poder tener todas las declaraciones pronto y presentarlas rápidamente a la fiscalía italiana”, subrayó Iturburu. 

Las víctimas

Mauricio López pertenecía a una iglesia evangélica que no tenía pastores. La iglesia era llamada “de los Hermanos Libres”, pero en los años 70 se pasó a la Iglesia Metodista, contó en la conferencia Néstor Míguez, presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas de Argentina. Se cree que López fue llevado a la cárcel clandestina de Plumerillo, Mendoza, donde fue torturado. Otros testimonios lo ubican en La Perla, en Córdoba. Y hay quienes aseguran que fue llevado a Chile. “Pero no hay pruebas de nada de eso, incluso en las tumbas colectivas de Plumerillo no se han encontrado restos”, subrayó Míguez. “Yo sigo usando sus escritos, donde habla del compromiso político de los cristianos”, contó.

Como familiares de las víctimas Armando Lerouc y Marta Saroff, estuvieron presentes la hija del matrimonio, Eva Lerouc, y la hermana de Marta, Cecilia.

Lo llamaban Alfredo y también “El Flaco”, Armando era militante de la Juventud Peronista y luego de Montoneros. Tenía 25 años cuando fue asesinado. Tenía una imprenta donde empezó a imprimir los volantes de Montoneros y ese fue el motivo al parecer, por el que le allanaron el lugar. Y como Armando escapó, detuvieron a su padre porque la imprenta estaba a nombre de él. Se lo llevaron calificándolo como “alto jefe guerrillero”, cuando en realidad era un obrero industrial. Lo tuvieron en la cárcel un mes. Pero salió en libertad. 

“Era 1975, tal vez por eso es que mi abuelo no desapareció", dijo Eva. Yo tenía dos años cuando esto sucedió. Mi hermano nació en abril de 1976 en Buenos Aires, donde mi mamá fue a tenerlo por razones de seguridad”. Después mis padres decidieron irse a vivir a San Juan y es allí donde mataron a Armando y secuestraron a Marta, enviándola luego a Mendoza. 

A través de los juicios de la verdad que se han hecho en Argentina la familia supo que Marta fue vista en vida la última vez en el centro clandestino de Papagallos, siempre provincia de Mendoza. La madre de Armando se enteró por la radio que su hijo había sido asesinado. Las fuerzas armadas difundieron un comunicado diciendo que había habido un enfrentamiento y había sido abatido un alto jefe guerrillero llamado “El Chastro”. El cuerpo de Armando, que le devolvieron a sus padres, estaba lleno de heridas de balas. Pero no hubo más noticias de Marta. “Mi hermano, que entonces era un bebé -siguió Eva Lerouc- un día apareció en la puerta de la casa de mis abuelos”. Ahí empezó la búsqueda de Marta.

Cecilia Saroff, recordó que su hermana Marta en 1968 empezó Ciencias Políticas y Sociales en Mendoza. “Era un período complejo. Fue en las aulas universitarias donde comenzó a formar su ideología. Después empezó a militar en la Juventud Peronista. Allí conoció a Armando. Hacían militancia social, daban clases en una villa miseria, hasta que ocurrió el problema de los volantes que denunciaban la existencia de presos políticos. Ellos tenían mucha esperanza de que todo se iba a poder cambiar en pocos años, que la revolución estaba a la vuelta de la esquina”, dijo Cecilia. 

Contó además que cuando el hijo menor de Marta apareció en la puerta de la casa de sus abuelos, había un mensaje escrito a máquina que decía que Montoneros había decidido que el cuidado de Fernando quedara en manos de los abuelos maternos. Al principio la familia pensó que eso era posible, pero Marta no dio nunca más señales de vida. Y a través de una persona que trabajaba en Derechos Humanos se enteraron de lo que en realidad estaba sucediendo, que había cárceles clandestinas, que los torturaban, que no reconocían que los tenían secuestrados. 

Cecilia también mostró la foto de un mural que hay en la Universidad Nacional de Cuyo, con varios estudiantes desaparecidos, entre ellos Marta. “Vamos a seguir pidiendo Justicia. Y pidiendo la verdad”, concluyó.