Una niña de cabello crespo siente que no encaja en el universo de la infancia. Ella cree que las chicas “lindas” tienen el pelo lacio. Cuando a la escritora colombiana Pilar Quintana, ganadora del Premio Alfaguara de Novela con Los abismos, narrada por la voz de una niña en la década del 80, le decían “de eso no se habla”, la curiosidad crecía como el tallo de las plantas que la rodeaban en “la selva”, así llamaban al departamento de Cali donde vivían. “Toda mi vida puse palabras a lo que estaba mal visto o vedado para las mujeres”, reconoció la autora de La perra durante la transmisión vía streaming, que se emitió desde la Casa de América de Madrid. “En Colombia tenemos una obsesión con el pelo crespo, no sé si es una negación de la negritud, pero mi mayor acto de rebeldía fue dejarme el pelo crespo. Puede parecer ridículo, pero no lo es. Es una postura política dejarse el pelo crespo”.

La novela de Quintana (Cali, 1972), con la que obtuvo el premio dotado de 175.000 mil dólares y una escultura de Martín Chirino, fue elegida entre un “récord de participación absoluto” de 2428 manuscritos, de los cuales 1293 eran de España, 419 de Argentina, 259 de México, 187 de Colombia, 74 de Estados Unidos, 73 de Chile, 88 de Perú y 35 de Uruguay. El jurado, presidido por el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, destacó que Los abismos “se adentra en la oscuridad del mundo de los adultos a través del punto de vista de una niña que, desde la memoria de su vida familiar, intenta comprender la conflictiva relación entre sus padres. Con el telón de fondo de un mundo femenino de mujeres atadas a la rueda de una noria de la que no pueden o no saben escapar, la autora ha creado una historia poderosa narrada desde una aparente ingenuidad que contrasta con la atmósfera desdichada que rodea a la protagonista. Con una prosa sutil y luminosa en la que la naturaleza nos conecta con las posibilidades simbólicas de la literatura, y los abismos son tanto los reales como los de la intimidad”.

La autora de la exitosa novela La perra (2017), Premio de Narrativa Colombiana en 2018 y finalista del National Book Award en 2020, pone sobre la mesa las perspectivas de las mujeres. “Soy hija de una generación de mujeres que no pudieron decidir qué querían ser en la vida; el mandato les decía que tenían que casarse y tener hijos. Mi mamá quería estudiar derecho y mi abuelo le dijo que una mujer de su casa se casaba y tenía hijos. Yo sí tuve la libertad de elegir”, comparó Quintana y contó que cuando decidió ser escritora su papá “se puso bravo conmigo”, pero admitió que fue él quien la impulsó a ser lectora. “La novela explora la relación de una niña con una mujer que tuvo frustraciones en su vida”, explicó la escritora colombiana.

Hay frases que hieren el alma y resuenan en la memoria de las mujeres de una familia. La protagonista de Los abismos observa, escucha y registra con una sensibilidad extraordinaria. “Mi mamá siempre estaba en la casa. Ella no quería ser como mi abuela. Me lo dijo muchas veces. Mi abuela dormía hasta la media mañana y mi mamá se iba al colegio sin verla. Por las tardes jugaba lulo con las amigas y cuando mi mamá volvía del colegio, de cinco días no estaba cuatro (…) Una vez, en el club, ella oyó cuando una señora le preguntó a mi abuela por qué no había tenido más hijos. —Ay, mija —dijo mi abuela—, si hubiera podido evitarlo tampoco habría tenido a esta. Las dos señoras soltaron la carcajada. Mi mamá acababa de salir de la piscina y chorreaba agua. Sintió, me dijo, que le abrían el pecho para meterle una mano y arrancarle el corazón”.

Quintana, autora de las novelas Cosquillas en la lengua (2003), Coleccionistas de polvos raros (2007) y Conspiración iguana (2009), aseguró que hay muchas novelas sobre ser hijo de un mal padre. “Ahora estamos reflexionando más sobre la maternidad, quitándole los velos. Mis tías, mi mamá, decían que ser mamá es lo mejor que a una le puede pasar en la vida; pero no hablaban de la oscuridad, de los sentimientos negativos que emergen. Es fundamental que las mujeres hablemos de las cosas que nos preocupan, nos hieren, nos molestan, como los grises de la maternidad”, subrayó la autora del libro de cuentos Caperucita se come al lobo (2012), que en 2007 fue seleccionada por el Hay Festival entre los 39 escritores menores de 39 años más destacados de Latinoamérica.