Para las masas, Nikolaj Coster-Waldau es conocido como el villano-convertido-en-valiente-caballero Jaime Lannister, de Game of Thrones. Su personaje apareció en el primerísimo episodio de la serie fantástica y se mantuvo en las ocho temporadas. Y, gracias a algunas circunstancias desafortunadas que incluyeron la pérdida de una mano, Jaime se convirtió en el personaje con la trayectoria más intrigante de todas.

Pero el show de HBO es solo el más visible de los logros conseguidos por el actor danés. El rol con el que saltó a la fama apareció en 1994, en el exitoso thriller Nightwatch (también de HBO). Tuvo personajes secundarios en varios tanques, como La caída del Halcón Negro y Oblivion, y ha hecho apariciones regulares en el teatro. En 2019, fundó una compañía productora a través de la cual está haciendo una película aún no anunciada que, sugiere, presenta angustiosamente "un montón de perros que han muerto". La mera presunción de que él es solo Jaime podría irritarlo. El es mucho más que eso.

"Durante esas ocho temporadas, hice dos películas por año, más o menos", dice el intérprete de 50 años. "Pero obviamente el éxito del show, que fue tan enorme, hace que cualquier otro logro, por grande que sea, empalidezca en la comparación. He trabajado más semanas en otros programas que en Game of Thrones. En mi mundo, esos trabajos ocupan mucho más espacio que Jaime Lannister."

Uno de esos trabajos fue el thriller de pueblo chico The Silencing, estrenado el año pasado, que es como una novela de James Ellroy cambiando la soleada Los Angeles por los lúgubres bosques de Minnesota. En la película, Coster-Waldau es el cazador Rayburn Swanson, un alcohólico atormentado por la desaparición da su hija, cinco años atrás. Cuando aparece un cuerpo y un sospechoso, Rayburn toma el asunto en sus propias manos. "El guión estuvo dando vueltas un par de años", dice el actor. "Me gustó la historia básica de un tipo que es un borracho y pierde a su hija. Normalmente, en una narración allí es donde se produce un cambio, pero no en este caso. Y me pareció interesante."

Coster-Waldau tiene claramente un gusto por las películas pequeñas, filmadas casi en estilo de guerrilla. Cuenta que The Silencing fue filmada con un presupuesto mínimo en Canadá; allí se lo ve corriendo por locaciones desiertas, claramente gélidas, en el medio de la noche. Por fortuna, eso se condijo con las regulaciones sobre Covid que pesan sobre las producciones audiovisuales. "En el set solo podés tener 10 o 15 personas en un mismo espacio. Es difícil, pero funciona."

Presumiblemente, la actual situación habría causado algunos problemas para filmar una de esas gigantescas escenas de batalla de Game of Thrones. "No podría haber sucedido", dice Coster-Waldau de inmediato. "¿Con el virus tan vivo como ahora? ¿Con 400 extras, 60 actores y un equipo de 400 personas? Es difícil imaginar cómo podría hacerse una serie como esa ahora." Cabe preguntarse si, una vez que las cosas vuelvan a la normalidad, tiene algún plan de trasladarse a Hollywood. ¿Se sentiría atraído por el prospecto de ganar millones vistiendo un traje de superhérore en el Universo Marvel? El actor no está muy seguro.

"Probablemente no diría que no, pero la cuestión es que... hice una de esas películas de pantalla verde y no las encuentro muy excitantes. Hay un montón de actores fantásticos que hacen muchas y siempre pienso 'por favor, tomate una pausa, quiero verte en alguna de esas otras películas en las que también hacés un trabajo genial'. Un par tienen grandes personajes, pero encuentro la mayoría de esas películas increíblemente aburridas, así que no creo que suceda. Pero supongo que no hay que morder la mano que te alimenta."

Coster-Waldau como Jaime Lannister.

Quizá Coster-Waldau simplemente no quiera meterse en otra serie de largo aliento, seguida por ultrafanáticos. Entiende por qué el final de Game of Thrones dividió a los espectadores ("Es imposible hacer el final perfecto"), pero lo resume en el sencillo hecho de que "un montón de gente no quiere que sus shows favoritos lleguen al final." Una de las cosas a favor de GoT, de todos modos, es el hecho de que ninguno de los integrantes del elenco ha sufrido la ira de la cultura de la cancelación, lo que es una buena noticia para su legado. Coster-Waldau cree que negar a las personas y sus carreras por una frase ofensiva "es contraproducente para el progreso". Si se le pregunta, cree que "un perdón básico" debería prevalecer. "Si alguien dice 'perdón por eso que dije diez años atrás, lo dije como una broma y no lo respaldo más', espero que la gente pueda decir 'Bueno, es suficiente'. Creo que a los 20 años dije cosas sobre las que hoy no opino lo mismo."

Desde 2019, Coster-Waldau analizó varios proyectos como parte de Ill Kippers, la productora que creó con su amigo Joe Derrick. Entre ellos hay una adaptación de la novela We Are Lost and Found (2018), y la reciente novela gótica It Will Just Be Us, de Jo Kaplan. También lanzarán un documental que explora el crecimiento de las convenciones de fans, algo con lo que el actor está más que familiarizado si se consideran sus diez años como parte de la serie más exitosa del mundo. Aunque no pueda empatizar con la misma obsesión que encuentra en la gente que se cruza en esos eventos.

"Me encanta el Leeds United, pero no me quedo deprimido durante días si pierden", dice con ironía. Aun así puede entenderlo, aunque no extraña ni un poco al querible pero problemático Lannister. ¿Ni siquiera un poquito? "¿Puedo ser honesto? Creo que lo que te gustaría escuchar es 'Oh Dios, estuve deprimido durante semanas, fue muy difícil superarlo'. Pasamos unos diez años juntos, y en virtud de eso hubo un momento muy emotivo porque de pronto todo llegó a su fin. ¿Pero media hora después?", dice y se encoge de hombros mientras lanza una risita culposa. "Me tomó diez años entender que las cosas llegan a un final natural. Ahora soy solo un viejo y cínico hombre con el corazón frío."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.