Las medianías de los ochenta fueron una época gloriosa del under en Buenos Aires. Con su cartel de neón, el Stud Free Pub –antes, Stud Bar-, se anunciaba al 5665 de Avenida del Libertador, en un Bajo Belgrano mucho menos concheto que el actual. Al salir del túnel de cara al norte, hacia la calle La Pampa, el horizonte se recortaba solo, libre de siluetas macizas de torres. El paisaje tenía tonos inexplorados y hasta un cierto malevaje propio. Así lo testimonian muchos habitués de uno de los enclaves fundamentales de esa cultura, en el documental Stud Free Pub (Una buena historia), estrenado en la edición 2019 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y que este jueves a las 22 se va a poder disfrutar gratis, a través de comunidadcinefila.org.

Después de que el productor Damián Originario le acercara la idea de reconstruir el mito, el director del documental fue Ariel “Topo” Raiman, baterista de Los Pericos y realizador audiovisual, que en aquella época vivía cerca y era habitué del Stud, como público, y como músico de Camouflage. Al cabo de más de cuatro años de buceo filmográfico, entrevistas y tropiezos burocráticos, finalmente logró parir 90 minutos con material de archivo histórico, y charlas con más de 50 de los personajes que pulularon por un recinto que supo combinar la magia de los antros con sofisticación estética, desde 1982 hasta 1985, cuando no se renovó el alquiler, y el Stud pasó a los libros.

Ariel

Se destacan entrevistas exclusivas a personajes como Charly García, Richard Coleman, Zeta Bosio, o el mismísimo Indio Solari. “Los dueños habían sido muy amigos del Indio, nos decían que iba a haber buena onda. Cuando le llegó la idea de participar de algo que tenía que ver con el Stud, accedió. Todos los músicos a los que les contábamos de qué se trataba, venían con mucho amor hacia el lugar y la época. El Indio lo hizo a su manera: no lo vimos en persona, nos mandó una filmación linda, súper profesional y buenísima. Fiel a lo que es”, comenta Raiman, mientras se prepara para dar un show con Los Pericos este viernes a las 21 en el Silos Arena de Mar del Plata, y piensa en la grabación de un nuevo disco.

La baulera convida otros fragmentos memorables, como algún desvarío spinettiano, la primera entrevista televisiva a Sumo vía Tom Lupo, el debut de la formación originaria de Fricción, y un speech de Miguel Abuelo para el casamiento de Pipo Lernoud. La visita de un ejecutivo discográfico para fichar a Soda Stereo, el rockabilly de Los Casanovas, la representación de La Máquina del Tiempo de Los Twist, el tecno de Art Noveau… abanicados por la brisa de la recuperación democrática -con sus espasmos de libertad-, y por la explosión de los estilos urbanos asociados a la cultura rock, artistas de diferentes géneros se sintieron parte de algo muy grande en un espacio reducido: al principio sólo cabían 100 personas; después, 450.

Casi todos coinciden en sonreír al recordar los tiempos del Stud o, tal vez, al no poder recordarlos con precisión. “Con la charla iban saliendo recuerdos –destaca el director-. Para mí también hay una nebulosa. Sí me acuerdo perfectamente de cuando vi a Fricción, a Clap, algún show de Sumo. Yo iba ahí con mis amigos, que después fueron Los Pericos; nos encontrábamos con otros amigos, que después fueron Los Fabulosos Cadillacs, y otros que después fueron los Ratones”.

--El lugar tenía su propio movimiento. ¿Cómo lo consiguió?

--No era una movida tan grande, y las bandas andaban dando vueltas. La esencia de la salida era ir a un bar a ver a alguien, no eran tan comunes las discos. Eran lugares de encuentro donde la pasabas bien y terminabas volviendo. Los cuatro espacios donde se concentraba eso se transformaban en centros culturales, sin llamarse así.

--Junto con Café Einstein, primero, y poco más tarde Cemento y El Parakultural, el Stud terminó de darle forma a una estética del under. ¿Cuáles eran esos principios?

--Se encaraba la música de otra manera. Todos queríamos sonar bien, y en esos lugares se podía. Había un respeto por las bandas, te trataban bien, por más que fueras under. Estaban los consagrados, y empezaron a surgir grupos chicos que terminaron siendo bandas re grossas. Ibas a ver a unos tales Soda Stereo, que sonaban tremendo. Era raro ver a una banda que no sonara bien, las bandas tenían que tocar de verdad, porque no había tanta posibilidad de corregir errores. Hoy, no tienen por qué ser buenos; es más, alguien que no es músico puede terminar siéndolo. En esa época solamente eras músico si sabías tocar y sonar bien. La gente que todavía no tocaba bien, que estaba aprendiendo, no se presentaba.

--El documental también se ocupa de las bandas que no fueron famosas, pero dejaron un recuerdo firme. Era una época de explosión de estilos…

--En la Argentina hay cosas buenas de muchos estilos. Sigue habiendo variedad, quizás en esa época estaban aún más marcadas las tribus. Estaban los new wave, los rockeros, los punks, los rockabilly, o yo, que los iba a ver a todos. Cuando tocabas un ritmo, todos los fans adquirían el look de ese ritmo… era divertido.