La cercanía y la distancia es uno de los temas que atraviesa la quinta edición de La Noche de las Ideas (NDI), este encuentro de formato híbrido organizado por el Institut français d’Argentine, la Embajada de Francia en Argentina, la Fundación Medifé y la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). En la conferencia “La cosmología: una historia del distanciamiento social cósmico”, el francés Jean-Christophe Hamilton realizó una suerte de viaje espaciotemporal desde el lema “Estar cerca, estar juntos”. “La cosmología es lo contrario de la cercanía. La velocidad de la luz no es infinita. La luz tarda un tiempo en llegar hasta nosotros”, planteó el cosmólogo francés y desplegó varios ejemplos, de menor a mayor: “Se necesitan ocho minutos para que la luz del sol llegue a nosotros. La luz necesitaría cuatro horas para atravesar todo el sistema solar. En el caso de la estrella más cercana, Próxima Centauri, le tomará cuatro años a la luz llegar hasta nosotros”, enumeró Hamilton.

“Observar lejos implica viajar en el tiempo. Si miramos las galaxias más lejanas que conocemos, su luz tardará en llegarnos 6 mil millones de años", precisó el cosmólogo francés. "En cuanto a los confines del universo, el horizonte cósmico, la parte más lejana que podemos observar hoy, su luz tarda 14 mil millones de años en llegar hasta aquí, es decir que podemos ver cómo era el universo en su primera infancia”. Uno de los grandes aciertos de la programación de La Noche de las Ideas es incluir en el debate cultural a todas las disciplinas científicas. “Al mirar objetos distantes, se puede ver el pasado del universo, se puede observar cómo era en épocas sumamente diferentes de la de hoy. Para entender la historia del universo, los cosmólogos miramos cada vez más lejos y así vamos cada vez más atrás en el tiempo hacia el pasado”, explicó Hamilton.

En 1929 Edwin Hubble observó las galaxias con la espectroscopía –hizo pasar la luz de las galaxias a través de un prisma para descomponerla en los colores del arco iris- y estableció que “cuanto más lejos están las galaxias, la raya se mueve más hacia la dirección del rojo”. El físico belga George Lamaître descubrió lo que hoy se llama “ley de Hubble-Lamaître”: las galaxias se alejan más rápido cuanto más lejos están. “El universo está en expansión; no es que las galaxias se alejan, es la escala de todo el universo que aumenta con el tiempo" aclaró el cosmólogo. "En este período de pandemia podemos decir que es un distanciamiento social cósmico; las galaxias se alejan entre sí a medida que pasa el tiempo”. Como si desplegara un ovillo en reversa, el relato del universo es un fascinante viaje espaciotemporal. “Cuanto más atrás vamos, las galaxias estaban más cerca. Si vamos cada vez más lejos, en un momento todos los objetos estarán en el mismo lugar. Si todos los objetos se acercan, la física dice que la temperatura del medio aumenta progresivamente. Entonces, la densidad del universo y su temperatura, cuanto más vamos al pasado, más aumentan”.

En el arte de explicar lo complejo de una manera sencilla, Hamilton apeló a lo que sucede cuando observamos el sol. “La razón por la que vemos la luz amarilla del sol es que vemos la fotósfera, es decir la parte externa, lejos del centro, donde la temperatura solo tiene aproximadamente 6000 grados; la temperatura justa en la que el gas que forma el sol deja de estar ionizado y se vuelve neutro. Entonces, solo vemos la parte donde la luz es neutra; pasa lo mismo con el universo”, comparó el francés y se refirió la “inflación cósmica”, un fenómeno que habría sucedido cuando el universo era más joven, un período durante el cual aumentó el volumen del universo. Como investigador del QUBIC, un proyecto internacional de cosmología experimental en el que participan investigadores de Francia, Italia, Reino Unido y Argentina, confirmó que en 2021 se instalará cerca de San Antonio de los Cobres (Salta) un sitio de observación a 5000 metros de altura que buscará “comprender los primeros instantes de la vida del universo”.

Desde otra perspectiva, la filósofa Mariana Larison, que trabaja en el campo de la fenomenología, desde sus orígenes hasta las corrientes francesas contemporáneas ligadas al pensamiento de Maurice Merleau-Ponty, habló sobre “El cuerpo y la distancia: ¿Qué cercanía?”. “Si cercanía y distancia no son contradictorias, si la separación de los cuerpos no es contradictoria con la cercanía afectiva, ¿por qué hemos vivido de manera tan desgarradora la experiencia concreta y corpórea de nuestra separación?", se preguntó Larison sobre las consecuencias que trajo la pandemia de Covid-19. "Si bien la afectividad no se reduce a los cuerpos, tampoco tiene sentido sin ellos. El cuerpo sintiente y sensible no es como la filosofía una dimensión separable de nuestra experiencia total. La sensibilidad se revela en la experiencia como una unidad vivida, siempre referida a otro sensible”.

Para Larison, investigadora del CONICET y docente de la Universidad de Buenos Aires, la peligrosidad del virus que nos separó no tiene tanto que ver con su ferocidad como con su velocidad de contagio. “Lo traumático de la separación que sufrimos reside en el desgarro de nuestros seres corporales referidos a otros. La fragmentación del viviente humano de su cuerpo personal e interpersonal es brutal. Las mujeres tenemos mucho que decir; nuestra historia está hecha de esta fragmentación y de estos desgarros”, dijo la filósofa para, finalmente, invitar a pensar entre todos “otras formas de estar juntos”.