La ciudad es de pronto sitiada por la naturaleza. Esa es la premisa de Un hembro, obra de Rubén Sabbadini con dirección de Laura Paredes (una de las Piel de Lava). Cinco personajes debaten acerca de un suceso que lo cambió todo: una suerte de grupo comando salió a sembrar por las calles de varias ciudades al mismo tiempo, tomando el cemento y los edificios. "El texto dialoga con las teorías ambientalistas, más en la pospandemia", dice Paredes a Página/12. "Lo que más me interesó es que a partir de un solo episodio derrama muchos puntos de vista", agrega la actriz, quien también se prepara "contenta" para el retorno de la célebre Petróleo.
En este espectáculo filosófico y en clave de comedia actúan Maiamar Abrodos, Juan Barberini, Claudia Cantero, Pilar Gamboa y Horacio Marassi. El texto resultó seleccionado dentro del concurso "Nuestro Teatro" del Teatro Nacional Cervantes y la obra se podrá ver al aire libre en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), con reserva previa. Además, fue filmada en la sala María Guerrero y estará disponible en la virtualidad -en el canal de YouTube del TNC- a partir de marzo.
Hubo un atentado y todos los edificios de la Ciudad de Buenos Aires quedan envueltos por "kinotos, repollones, lechugones" y otras frutas y verduras. Un personaje cuenta que vio al Obelisco invadido por moras, a la Casa Rosada tapizada de "melones jugosos", a la Catedral cubierta de rosales de espinas "descomunalmente grandes". La sociedad está sumida en el desconcierto. Taxis y colectivos quedan atrapados en la maleza. Los financistas resbalan por patear con violencia plantines de coliflor. Hay una invasión de bichos. En una conversación llena de ruido, los personajes se preguntan por la función que ahora tomarán los gremios, ministerios, la Iglesia, la familia, el dinero y otros asuntos de la vida "normal". También el tiempo.
Cuenta Paredes que el texto, "muy libre", le permitió pensar a ella la forma de la puesta. Por el distanciamiento que la pandemia exige, entre otras razones de la dramaturgia, eligió que cada personaje se expresara desde una especie de obra pictórica. "Hicimos del impedimento una regla del juego. Son una reina, una aldeana, un cazador del siglo XVII, un personaje que no es tan claro quién es pero podría ser un emperador, y un bufón, con puntos de vista a veces en contra de lo que visualmente se percibe. Están trabajando de obra, como en el tiempo libre de un museo", anticipa la actriz de Petróleo, obra que se presentará en el Metropolitan Sura los sábados de febrero (a las 20.15 en Avenida Corrientes 1343) y en la que las Piel de Lava componen a cuatro trabajadores petroleros.
-¿Cómo llevaste todos estos meses sin teatro?
-Fueron muy dramáticos para todos los que lo hacemos. Estuve dando clases de dramaturgia y trabajando en la escritura de guiones para películas. Tuve la posibilidad de tener otros laburos, pero no fue la regla general. Fue un año bastante triste y desesperado. Así que estoy contentísima de probar una experiencia al aire libre. Justo la obra tiene personajes que están hablando de un episodio que lo cambió todo, un hecho de "bioterrorismo". El texto es hermoso. Estoy con mucha ilusión de ver cómo dialoga con la presencialidad. La obra conlleva conclusiones poéticas que dialogan bastante con lo que nos está pasando.
-La lectura del ambientalismo es que la causa del coronavirus es el daño que hacemos a la naturaleza. ¿Trabajaste con este enfoque?
-No sé cuál fue el motor de Rubén sobre eso, pero es cierto que el texto dialoga mucho con todas las teorías ambientalistas tan en boga, más en la pospandemia. Tiene la premisa de que abusamos tanto de la naturaleza que ahora ella abusa de nosotros. A la vez hay una decisión política de un grupo que empieza a sembrar para decir "basta", para frenar el tiempo y el consumo. Lo que más me interesó es que el texto propone un solo episodio y derrama muchos puntos de vista. De hecho, el original decía que podían ser cinco personajes ó 30. Me atrajo su musicalidad. Es muy picado, de frases cortas; genera una dinámica en la que la conversación se vuelve circular. No hay conclusiones. Los personajes siempre giran sobre lo mismo.
-La cuestión de género está muy presente, incluso en el título. Una pregunta que todo el tiempo se repite está vinculada al género de quien realizó el atentado. ¿Qué te producía la inclusión de este tema en la obra?
-Era muy divertido. El personaje de Claudia es un bufón que no se siente bien del todo en su género y está obsesionada con definir si es hombre o mujer el que generó el atentado. Era una capa muy atractiva esa necesidad de clasificar, enmarcar. Y hay un juego con el lenguaje inclusivo, respecto de querer hablarlo bien y hablarlo mal.
-Trabajás hace años en un grupo de mujeres y Petróleo se volvió icono en relación a la inclusión de la temática de género en el teatro. ¿Qué pensás sobre esta dialéctica a través del tiempo?
-El teatro acompañó la lucha social, refleja aquello que está en la cabeza de todos. No se nos hubiera ocurrido Petróleo ni hubiésemos conseguido las prótesis y las musculosas para sacarnos las tetas si el universo trans no hubiera estado tan cerca nuestro. El avance que felizmente tuvieron las cuestiones de género activó la posibilidad de pensar en una obra en la que nos drageáramos. Empezaron a aparecer poéticas posibles. No sólo discusiones, sino también esto de animarnos a habitar cuerpos masculinos. Apareció como necesidad, diversión y juego gracias a una lucha muy extensa.
-¿Qué creés que hizo a la repercusión de Petróleo?
-Llegó en un momento en que muchos espectadores estaban interpelándose sobre ese tema o con necesidad de dialogar o tener un contacto más lúdico con él. Genera cierta catarsis; siempre pensé que ésa fue su gran distinción. Esto de poder cagarse un poco de risa del género, de qué es ser un hombre o una mujer. Está en nuestro ADN contemporáneo. Generó una cosa de poder burlarse un poco del prototipo masculino. Había obras que se reían de los estereotipos femeninos, pero los masculinos quizá no se llevaron tanto a la comedia en el último tiempo. Los estereotipos nos condenan y nos hacen la vida menos feliz. Era atractivo ver cómo los hombres se divertían tanto de las cosas que los condenan. Un amigo nos contó que cuando salió de la obra fue al baño de hombres y había un silencio total. Eso me encantó: salís cagándote de risa, te vas, te bajás la brageta en el baño y te ponés triste. Después de la catarsis puede venir un poco el bajón.
-¿Están haciendo otra obra en grupo?
-Entre el parate pandémico y el hecho de que Pilar (Gamboa) tuvo un bebé, fue un año en que fue jodido vernos; mucho Zoom y poca presencia. No somos unas que puedan llegar a armar algo por Zoom (risas). Además, nunca empezamos a armar algo mientras hacemos funciones. Cuando está el vacío de que una obra terminó sentimos ganas de vernos porque somos amigas, y el verse y ser amigas implica empezar a laburar. Petróleo es joven para nosotras todavía. Nos interesa hacerla y sentimos que está viva.