El primer libro que publicó Juan Rodolfo Wilcock (1919-1978) se llama Libro de poemas y canciones. Aunque atesoro algunas primeras ediciones ese no lo tengo, y creo que nunca lo leí. Y así sus primeros títulos de poesía son una pequeña obra genial en sí misma, preámbulo de una genialidad mayor: Ensayos de poesía lírica, Persecución de las musas menores, Paseo sentimental, Los hermosos días, Sexto. Todos ellos escritos en castellano y publicados en Buenos Aires entre el 40 y el 53. Sin conocerse casi los detalles de ese viaje y giro increíble que lo instalaron cuatro años más tarde en Italia, alucinando la lengua –prosa, poesía y traducción que practicó en varios idiomas y géneros– solicita la nacionalidad italiana y vive su vida ahí hasta el final, donde muere solo en un campito en Lubriano (Viterbo), a menos de cien kilómetros de Roma.

El tomo Poesie (1980) publicado por Adelphi en forma póstuma, contiene la totalidad de su poesía italiana –con la autotraducción de sus primeros libros en Poesie Spagnole– e incluye un libro de poemas que Wilcock escribió en el lapso de trece días, entre el 4 y el 16 de Julio de 1973. Se llama Italienisches Liederbuch, 34 poemas de amor. Lo elijo porque es uno de los libros de poesía que más disfruté leer en mi vida. Predilecto a nivel picaresca, delirio, sensualidad, encantamiento, estado de enamoramiento en toda una irradiación de figuras e imágenes clarísimas y límpidas y aún fulminantes, luz instantánea y serena intensidad intelectual de la más divina delicadeza. "Ni sé manejar con un Tiziano al lado/que de reojo y a lo lejos/entre arbolitos/muestra como un secreto un agua azul/pero de un azul que no es más que una idea/la idea del fondo que está más allá del fondo/de un laberinto como tú de belleza/que del marfil me lleva hasta las perlas/y de las perlas a la espuma de mar/y de la espuma…" Ahh es imposible por momentos seguir el espiral, pero así comienza el primer poema, que en un envión te lleva como flotando por los otros treinta y tres, adonde presa del delirio amoroso, el poeta exclama: “¡Cómo me enriqueces, cómo me enriqueces!”, “¡Oh no, estoy reducido a lo inefable!”, “Despierta, el mundo es horrendo pero qué importa”, “Me rindo, soy tuyo, puedes tasarme”, “No es dramático ser tu esclavo”. Y esa rendición ante el ser amado no es sólo personal, si no que engloba al mundo entero. Y así fluyen los poemas como llamados inexorables, expansiones de un vacío que va completándose con el suspiro de una devoción. Adoración que la ciudad, “abarrotada de autos de todas las marcas”, también escenifica; donde no se especifica nunca el género del destinatario, ni si se trata de la misma persona. El libro es en verdad un viaje hacia el amor: deleite y veneración por el ser amado por un lado, y amor a la ciudad de Roma por el otro, que cada poema recorre, nombra y señala en una piazza o vía. Río, colina, palacio, fuente: mapa y guía en ese estado puro de perdición de quien se entrega al amor y a la admiración: milagro y belleza de un lugar y un tiempo, que me recuerda también a veces a algunos poemas de Cavafis y de Sandro Penna, como si estos dos poetas formaran junto a Wilcock un tridente del que el argentino fuera su punta más afilada.

Todos los poemas de Wilcock son poemas de amor. Y el amor es una forma y una escala para componer poemas. La llegada del amor y estar enamorado, si acontece, estará ahí tan sólo para ser poetizado. Gana la ficción. Y la exageración, con la que de inmediato me identifiqué también, al punto de llegar a fantasear con el siguiente título para mis letras: “canciones exageradas”. Esto pensé y sentí cuando leí por primera vez el libro, a fines del año en que salió editado en 2010 por Huesos de Jibia, en traducción de Guillermo Piro. Por otro lado, pensé también, la realidad es otra cosa. Y acaso el sentido, en medio de un desbordamiento tal del ser, sea en primer lugar esa transformación (y traducción) en un poema. Libro de poemas y canciones, italianas en el caso de los Italienisches, porque el amor loco y más exagerado y exaltado se revela en italiano, a diferencia de los primeros libros más formales que Wilcock escribió en castellano. Cuando terminaba ese año 2010 y yo atravesaba una ruptura amorosa, un día conversando con unos poetas, me di cuenta de algo de lo que se ve que no era tan consciente aún: mis libros publicados hasta ese momento trataban de un único tema: el amor. Al tiempo, cuando surgieron mis canciones, siempre de inspiración lírica, lo visualicé otra vez: todo el tiempo estoy hablando de amor, contando sus paisajes, en diversas formas y apariencias con cada canción y cada libro. Por eso Wilcock es un genio al que me encanta idolatrar. Y encontré en mis diez canciones nuevas la coronación melancólica y lumínica con ese título divino que tomé de su quinto libro de poemas: Los hermosos días. Los días más hermosos son aquellos cargados de palabras exageradas, voluptuosas, versionadas en distintas músicas de un viaje puro a la belleza: “el éxtasis como música”, escribe Wilcock en uno de los poemas. Canciones y poemas, lo demás no es tan importante. Convenciones, límites, el mero estar conectado tanto con la realidad, no gusta tanto a la poesía lírica ni a la lírica del amor, del desamor, etc.

No hay un solo poema en los Iltalienisches que no te sumerja primero y eleve después hacia una lucidez, goce de imágenes y encantamiento que produce el viaje hacia el amor. Hay uno igual que amo especialmente, casi al final: "Ahora estoy completamente solo/ ahora que llenas mi universo/ este alegre universo en expansión/ con galaxias, cefeidas, supernovas/ y tu detrás de cada grado del espacio/ que una palabra tuya contrae/ y concentra en tu sola persona/ de nuevo como un astro en pulsaciones:/ no tengo más amigos/ no tengo más interés por nada/ estoy aquí estudiando tu cosmografía/ tus emisiones de radio, tus sizigias/ más exactamente tu boca y tus ojos/ más exactamente aquello que está en el fondo de tus ojos/y todavía más exactamente, a ti."

Laura Crespi (Buenos Aires, 1973) Algunos de sus libros publicados: Días de Besos, Árboles alineados, La vida interior, Invisible Vanidad, Les autres sensualités, El poeta laureado, Canzoni (que reúne las letras de sus canciones). Traduce y edita la colección de plaquetas artesanales Cuadernos de traducción: Stevens, Bishop, Rexroth, Michaux, entre otros. Es licenciada en filosofía y docente. Los hermosos días (BPM Discos) es su último disco de estudio. Los otros son Claridad, claridad (2014) y La princesa flotante y otra canciones (2016) que reúne sus canciones infantiles como Children’s Corner.