MATÍAS EZEQUIEL MARTÍNEZ, EL FEMICIDA. Lo escribo todo en mayúsculas porque estoy cansada de que siempre ante un acto aberrante como es un femicidio, se nombre o se hable más de la víctima que de estos asesinos dignos hijos del patriarcado. En este caso, un policía con varias denuncias previas por amenazas y violación.

Hoy lloramos la muerte de Úrsula y denunciamos a un Estado ausente que sigue acumulando cuerpos y ninguna solución. Según Amnistía Internacional AR, en lo que va de 2021 hubo más de 40 femicidios: 40 mamás que no volverán a ver a sus hijas, 40 cumpleaños que no se volverán a cantar, 40 nombres que se suman a una larga lista. Todos publicados en una imagen, con el nombre de cada víctima escrito en mayúsculas. Sin puntos ni comas, como si la muerte hubiera transformado a todas sus identidades en una sola. La última es Úrsula, pero sabemos que no cerrará ese amargo inventario.

Es difícil poner en palabras el impacto que me provoca ver la foto de esta nena que podría ser mi hija, y con ella las imágenes de Rojas, una ciudad que se une en un grito desesperado de justicia. A medida que pasan los días, veo los noticieros que cubren las diferentes marchas que surgieron de manera espontánea en la plaza central de esta localidad. También la gente que allí se expresa transita varias emociones que abarcan la bronca ante la injusticia y el dolor de una despedida tan temprana y sobre todo, tan evitable.

Entre los manifestantes puedo ver gente de todas las edades, sin embargo la energía que se percibe en el aire es adolescente. Será porque Úrsula era una de ellxs, y que por suerte esta generación sabe que no se puede naturalizar que este fin de semana ella no esté como todo el resto, dando la vuelta al perro en esa plaza, como se dice en el interior. A esa edad, la mayor preocupación debería ser qué foto

subir al Instagram, decidir qué carrera estudiar, qué baile filmar en Tik Tok, cómo cortarse el pelo, si ir a jugar a la pelota, o qué ponerse para salir el sábado a la noche. Sin embargo, la mente de Úrsula estaba puesta proteger su vida y a pesar de que pudo contarlo a su mejor amiga Milagros, eso no evitó este triste final.

Como mamá debo decir que siento una profunda tristeza, pero también mucho miedo. Tengo una hija y un hijo de 9 años que amo más que a mi propia vida, son todo para mí. Me resulta difícil educarlxs en una sociedad binaria, machista y patriarcal. Todos los días me descubro en algún intento de desarmar algún prejuicio naturalizado y siempre me hago las mismas preguntas: ¿qué está esperando el Estado para que la ESI se cumpla?, ¿hasta cuándo el Estado será dominado y manejado por la Iglesia? ¿Hasta cuándo seguirá siendo ineficaz nuestro sistema judicial? ¿Hasta cuándo vamos a seguir escuchando el cuento de la buena pipa en versión «la desgracia de una mujer que logra liberarse de la violencia machista, pero luego cae víctima de la violencia institucional»?

Siempre tengo una mirada optimista hacia la vida, me gusta creer y quiero confiar en la gente. Si me siguen en estas páginas, podrán comprobar que me gusta pensar que entre todxs podemos construir una sociedad menos violenta, más justa y sobretodo, diversa. Estoy convencida, por eso milito de manera perseverante y me uno al grito colectivo con las compañeras feministas. A aquellos tirabombas que intentan manchar nuestras luchas solo puedo decirles que no se confundan: feminismo y machismo no son lo mismo. No son extremos de una misma cosa. Lo pueden pegar en la heladera si quieren. El feminismo surge como respuesta a la violencia machista, cultural, y por ende continua y estructural, y busca la equidad en el acceso a derechos, oportunidades y libertades.

Mi sueño en esta lucha es el de una sociedad donde una mujer salga de su casa sin el miedo de pensar si va volver a ver a su familia, una sociedad donde una mujer salga a buscar trabajo con la tranquilidad de

que no será violada, una sociedad en la que nuestras hijas habiten el espacio público sin miedo, puedan subir a un colectivo, tren o andar en bicicleta tranquilas. Una sociedad con un estado presente que cuide a sus ciudadanxs. Anhelo una sociedad con instituciones libres de violencia machista, con educación laica, en la que la policía no ostente fácilmente el gatillo, una sociedad donde todes les niñes tengan conectividad, donde la Ley ESI se cumpla. Sueño una sociedad en que las mujeres puedan dar todas las vueltas al perro que el deseo mande antes de regresar sanas y felices a sus hogares.

#JusticiaParaÚrsula #Elmachismomata