Con un abrazo al ministerio de Educación porteño, la comunidad educativa de la Villa 31 denunció que la vuelta a la presencialidad en sus escuelas se hizo "sin diálogo con las familias ni los docentes". La principal preocupación es que el gobierno porteño no se acercó a implementar los protocolos de cuidado en las aulas, donde faltan insumos e información. 

"Tenemos un sólo termómetro para la toda la escuela. Por falta de espacio, decidimos separar a los chicos en grupos. Vamos tener que alternarlos, combinar clases presenciales con trabajos prácticos, pero no nos mandaron los cuadernillos para que se lleven a sus casas. Es ilógico que nos falte algo tan básico cuando hace un mes que están anunciando que hoy empezaban las clases", planteó Claudia Ritrobatto, profesora de matemáticas y delegada de UTE en el secundario del Polo Educativo Mugica.

 Al mismo tiempo, en la escuela primaria vecina no tenía jabón para todos los baños. Entre las madres y padres del barrio de Retiro, el más castigado por los contagios en el inicio de la pandemia, hubo señales de falta de confianza: de 60 chicos debían comenzar a cursar el primer año del secundario, un inicio que suele estar rodeado de expectativa, se presentaron apenas 11.

En el Polo Educativo del barrio Mugica están todos los niveles educativos, del jardín de infantes al secundario. La semana pasada, sus docentes y directivos armaron comisiones y estuvieron midiendo las aulas y chequeando sus posibilidades de ventilación. "Aplicando el distanciamiento entre bancos entran ocho alumnos por aula", detalló Walter Larrea, maestro del nivel primario. Contó que en la villa viven 10.500 chicos, que se reparten entre otras escuelas cercanas o se ven obligados a viajar.  Producto de los reclamos del barrio, en los años recientes se han construido escuelas como la suya, pero la falta de vacantes sigue siendo un problema grave.

Durante el 2020 padres, alumnos y docentes pidieron, sin respuesta, computadoras y conectividad al gobierno porteño. Este fue otro de los motivos del abrazo. "Venimos de un año muy difícil. Con el comité de crisis estuvimos pidiéndole al ministerio dispositivos para que los chicos pudieran estudiar", dijo.

Y agregó: "Reclamamos que por favor pusieran antenas, porque son muy pocas las familias que pueden pagar un wifi. tuvimos muchas reuniones con el gobierno de la Ciudad. No respondieron el pedido de computadoras, luego nos pasaron un 0-800 para pedir equipos en comodato, finalmente sólo entregaron 3 o 4. Tampoco hubo solución a los pedidos de conectividad, sólo promesas incumplidas de la Secretaría de integración. Los docentes tuvimos que salir a buscar donaciones de celulares para nuestros alumnos", añadió Larrea.

Como parte de la protesta, los integrantes de la comunidad educativa dejaron una carta en la cartera de Soledad Acuña. "Todavía estamos esperando que le den al ministerio de Educación nacional la lista de los 6.500 estudiantes sin conexión para que accedan a computadoras. Evidentemente, a la ministra nunca le preocupó el problema de la brecha digital. Y su única respuesta fue el pedido de abrir las escuelas en un contexto de pico de contagios", sostiene el texto. 

Paulina Vera, maestra del nivel primario, enumeró a PáginaI12 faltantes de  insumos básicos: "Las clases arrancaron sin  jabón ni toallas de papel para todos los baños. Mandaron 8 kits de protección cuando trabajan en el lugar 70 personas. La escuela está inundada desde el 8 de febrero y no vino nadie todavía a reparar las filtraciones".

También fue parte del reclamo a la Ciudad que organice un plan de vacunación para sus maestros y auxiliares. "Vemos que en la provincia de Buenos Aires ya empezaron a vacunar a docentes con patologías preexistentes. En CABA ni siquiera hay un registro donde podamos inscribirnos, o un cronograma para saber en qué orden van a vacunar. Eso nos genera mucha preocupación", señaló Flor Diasprotti, docente de la escuela media.  Hasta ahora el ministerio de Salud porteño se ha negado a abrir una página  para inscribir a los docentes que quieren vacunarse con el argumento de que los envíos de vacunas son limitados y no tienen seguridad sobre su provisión.