Madame                              6 Puntos

Suiza, 2019.

Dirección y guion: Stéphane Riethauser.

Duración: 94 minutos.

Intérpretes: Carolina Della Beffa, Stéphane Riethauser

Estreno en Mubi.

“Hacíamos una pareja divertida”, dice Stéphane. Se refiere a la que formaban, cuando él era niño, con su abuela Caroline. Caroline nunca encajó dentro de lo que la familia esperaba de ella. Él tampoco. Hicieron esfuerzos: obligada por su padre de origen italiano, a los 15 años Caroline debió acceder a un matrimonio forzado. Corrían los años 30 del siglo pasado y se supone que para entonces las niñas ya no tenían obligación de convertirse en señoras siendo apenas adolescentes. Pero el señor Della Beffa, inmigrante en la Suiza francesa, era extremadamente tradicionalista. Desafiando el mandato familiar y el qué dirán social, Caroline se divorció poco más tarde (¡horror!) y pasó unos cuantos años sola, hasta que conoció a un señor que le gustó (hombre de fortuna, como correspondía a su condición de hija de nuevos ricos) y se casó en segundas nupcias. A Stéphane el padre le inculcó, desde pequeño, que debía comportarse como un hombre, buscar una chica y sucederlo en el mundo de los negocios. Pero Stéphane no sentía nada por las chicas, y empezaba a sentir algo por los chicos.

Presentada en el Festival de Locarno, Madame es un documental con un narrador y dos protagonistas, en el que el realizador (para el caso, quien lleva la voz cantante) traza en paralelo la vida de abuela y nieto, echando mano del archivo y rodando en vivo una visita a Caroline, cuando ella tiene 94. El paralelismo tiene un sentido obvio: con un siglo de distancia, abuela y nieto son sendos productos del patriarcalismo. Un sistema frente al cual ceden en parte aunque rebelándose internamente. Hasta que logran externalizar su deseo. Caroline tiene una vitalidad asombrosa: no deja de reírse, de bromear, de ponerse en acción. Cocina, hace monerías, habla a cámara. En esos fragmentos “en vivo”, Stéphane deja que un camarógrafo filme a ambos y festeja las ocurrencias de la abuela, a quien cede el protagónico.

Caroline acompaña con un monólogo los fragmentos de archivo que la tienen por protagonista. Lo de Stéphane son soliloquios en los que revisa su historia, con eje en la masculinidad inculcada por vía paterna y los deseos que muy de a poco se va animando a reconocer. Como Agustina Comedi en El silencio es un cuerpo que cae (2017), Stéphane Riethauser cuenta a su favor con la vocación cinematográfica del padre, que le brinda, además del copioso álbum de fotos familiares, abundante metraje familiar. No sólo documental sino incluso de alguna ficción, como un gracioso cortito en blanco y negro, donde el señor Riethauser hace las veces de cómico mudo. La denuncia del patriarcado, el machismo, la misoginia y la homofobia de todo un siglo, nunca subrayada (Riethauser es elegante), es rotunda.

“Una mujer de negocios no era aceptada”, dice la muy independiente Caroline, que trasnmite al nieto la sensación de sentirse violada en la noche de bodas. De chica su padre no la dejaba leer, para que se ocupara de las tareas de la casa. “El género masculino es el que importa”, cavila a su turno Stéphane, refiriéndose a la gramática francesa. Reprimiendo todo lo que tiene para reprimir, Stéphane se convierte primero en campeón de básquet y luego se enrola en el ejército, donde junto a sus camaradas canta canciones en las que aseguran “no ser mariquitas”. Hasta que durante una estadía en Italia no aguanta más, y un volcán siciliano estalla, literalmente. El problema de Madame es todo lo que el protagonista tarda en salir del armario, lo que estira a un relato que por lo demás mantiene un indeclinable interés. Bien construida pero no carente de reiteraciones, Madame es una de esas películas en las que el espectador clama internamente para que el protagonista se ponga las plumas de una buena vez. Pero él las sigue acariciando en el closet.