La comunidad del Pueblo Wichí El Breal está dentro del ejido municipal de Rivadavia Banda Sur, en el departamento Rivadavia, a unos 5 kilómetros del pueblo, distancia que la separa de los servicios esenciales que allí se brindan. No cuentan con pozo propio de agua, por lo que se sirven del que tiene la escuela 4680. El líquido les llega a las casas por un sistema de mangueras. Pero el combustible que otorga la Municipalidad a cargo de Leopoldo Cuenca “solo nos dura dos semanas”, contó el vecino Santiago Oliva.
Sucede que para hacer funcionar la bomba de agua del pozo precisan del combustible. En estas zonas el insumo suele ser más caro, al igual que los productos alimenticios y los habitantes originarios solamente suelen contar con los ingresos por subsidios, dado que no hay fuentes de trabajo ni monte propio para generar su sustento.
Según los datos que logró colectar Salta/12 de los relatos de Oliva, del referente y vocero de la comunidad San Felipe (también de Rivadavia Banda Sur), Dalmiro Acosta, y del secretario de Asuntos Indígenas del municipio, Chaile Pizarra, los habitantes de El Breal están desde hace más de 25 años en esa zona del pueblo, parte a su vez de un lote fiscal.
Sin embargo, antes se encontraban a unos 15 kilómetros, en un territorio del que formaba parte la finca El Breal. “Hablaron con nosotros y amenazaban que si no salíamos nos iban a quitar la escuela y para no perder la escuela nos fuimos”, contó Oliva. En ese momento, recordó, su padre fue quien estuvo en medio de las discusiones, dado que era el cacique. El edificio de la escuela con la que contaban en aquel entonces era de adobe, y la que les construyeron una vez trasladados al pueblo es una infraestructura de cemento. Cuando vivía en su territorio ancestral “la comunidad subsistía con las artesanías y la agricultura”, dijo el vecino.
Si bien el edificio escolar fue construido, las viviendas que pudieron hacerse son de ramas y nylon, por lo que también el reclamo es por casas de material más consistente. Son cerca de 20 las familias que viven en el lugar tras el “desalojo encubierto” que sufrieron hace décadas, tal como subrayó Pizarra, al comentar que este tipo de “acuerdos” eran los que se ofrecían a las comunidades para moverlas del lugar en el que se encontraban.
“No nos dábamos cuenta como era. Igual algunos no aceptamos. Pero después te dabas cuenta, cuando ya no estabas en el lugar” del que los habían desalojado, contó el ahora funcionario municipal, también miembro de la comunidad Misión Wichí de Rivadavia Banda Sur.
Pizarra ratificó que las tierras fueron compradas en aquel momento por el empresario Omar Quintar, quien hizo la transacción con el entonces titular registral y uno de los primeros intendentes de Rivadavia, Luis Reinaldo Puerta. Según el relato de Pizarra, fue en la gestión de Domingo Faustino Juárez que se comprometió la construcción de la escuela a cambio de que los habitantes originarios de El Breal se trasladaran.
En el nuevo lugar “el viento arrasó con la capilla”, agregó por su parte Acosta, al indicar que la comunidad también pide una construcción para poder continuar con sus reuniones religiosas de los fines de semana.
Respecto al problema del agua, Pizarra entendió que la mejor solución para la comunidad es contar con cañerías, dado que no están lejos del pueblo.
Falta de acceso a la salud
“En la comunidad también hay niños desnutridos”, añadió Acosta. Sostuvo que en la comunidad, pese a ser cercana al centro urbano, “no tienen visita de los médicos”, que controle la salud de sus habitantes.
Agregó que esto como consecuencia implica que haya niños a los que les faltan vacunas. “Van al hospital y al principio le diagnostican al nene bajo peso, pero cuando se enferma lo llevan, dicen que está bien y los devuelven a la casa. Y muchas veces los chicos terminan complicados con neumonía”, afirmó. Sostuvo que este es un problema que se extiende a todas las comunidades del municipio ubicado en el Chaco salteño, y no solamente a la de El Breal.