Como estaba programado en el plan oficial, los colegios primarios volvieron a abrir en Inglaterra después de tres meses de silencio. Lo hicieron con masivos tests a alumnos y docentes, y medidas especiales de seguridad sanitaria.

Fue un gesto de normalidad con calles llenas de voces, patinetas y mochilas, y padres apurados porque llegaban tarde al colegio.

La siguiente etapa de esta búsqueda de normalidad será el 21, cuando se permita que dos personas que no conviven o forman una burbuja se puedan reunir al aire libre por ocio o deportes. También en esa fecha se podrá visitar a los mayores en las residencias de ancianos.

Los chicos ingleses no iban a la escuela desde el feriado de Navidad. Las clases tenían que retomarse a principios de enero, pleno invierno boreal, pero el cinco de ese mes se inició el confinamiento nacional y todos pasaron a las clases online. La excepción fueron los hijos de trabajadores esenciales, para los que se abrieron los colegios en grupos pequeños.

Un aspecto clave de esta normalidad gradual es que en el Reino Unido ya hay más de veintidós millones de vacunados. Los casos nuevos y las muertes cayeron un treinta por ciento de una semana a otra. Este record -apenas 65 muertos este lunes- ahora enfrenta la prueba de fuego de reabrir las escuelas.

Entre las precauciones instaladas en colegios y escuelas se cuentan dispensadores de alcohol en gel, patios divididos en zonas para grupos chicos, y la obligación de que los chicos vayan a clase con mascarillas.

La ministra de la Infancia Vicky Ford, dijo que estas "medidas extraordinarias" buscan "sacar al covid de las clases". El primer ministro Boris Johnson dijo el lunes que sabe que la reapertura de los colegios entraña de forma "inevitable" un "incremento en el riesgo de transmisión del virus". Pero confió en que los centros podrán operar "de manera segura".