El ex presidente brasileño Lula da Silva fue dispensado de los cargos, quedó en libertad, se lanzó a recuperar terreno. Las peripecias legales continuarán, los sistemas jurídicos son kafkianos. El cimbronazo político hace sistema con realidades de otros países hermanos de América del Sur y del nuestro. Existen variaciones, colores locales intensos. Las rotundas semejanzas desmienten a los negadores de la ofensiva contra mandatarios populares de la región.

* Lula fue perseguido por Sergio Moro, un juez parcial e incompetente en sentido estricto. Lo hizo procesar y condenar en una jurisdicción indebida. Con el tiempo se develó que Moro conspiró para excluir a Lula de la competencia política. Lo encarcelaron y proscribieron. Moro fue premiado con un ministerio por el ahora presidente Jair Bolsonaro. Luego los separó una rencilla interna, de conventillo. La alianza ya había rendido frutos.

* El ex presidente boliviano Evo Morales fue derrocado mediante un golpe sangriento, quisieron encarcelarlo y posiblemente atentar contra su vida. La solidaridad activa de Alberto Fernández (presidente electo aunque no asumido) y del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador impidieron la concreción de la jugada. La autócrata Janine Áñez proscribió a Evo, hubo elecciones, el MAS se impuso con Luis Arce como candidato.

* Al ex presidente de Ecuador Rafael Correa le armaron causas judiciales, lo proscribieron. Su partido se presentó a elecciones, con Manuel Arauz como candidato. Punteó en primera vuelta, queda pendiente y abierto el ballottage.

Cuando terminó el último mandato, Correa había vencido en comicios limpios. Pero su fuerza fue desplazada del poder por una traición del presidente Lenin Moreno, un personaje siniestro, digno de ser retratado por Shakespeare.

* El peronismo fue batido en comicios limpios por el ex presidente Mauricio Macri. La persecución judicial contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner escaló y no cesa, promovida por la coalición entre el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica. El afán proscriptivo se incrementó a partir de 2017. Cuenta con la solidaridad activa de integrantes de la Corte Suprema, jueces y fiscales federales, medios dominantes. No consiguieron quebrar la voluntad de CFK: el peronismo unido volvió a la Casa Rosada en 2019.

Las fotos del juez de la Corte Ricardo Lorenzetti, el fallecido juez federal Claudio Bonadio y Moro confraternizando y riendo, los vítores en la Embajada de Estados Unidos ayudan a pintar el cuadro. 

El retorno de Lula, Evo, Cristina expresa un reflujo cuyos alcances sería prematuro medir. En todo caso, un contragolpe saludable de la política, la resiliencia de los líderes, la militancia, la defensa obstinada en los Tribunales jugando con cancha embarrada. Los desastres producidos por los gobernantes de derecha cooperaron intensa e involuntariamente. Áñez y Lenin Moreno fueron vapuleados en las urnas por los ciudadanos de sus respectivas naciones.

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No al ALCA, fuera el FMI: Hace poco más de 15 años, en la Cumbre de Mar del Plata, Lula da Silva y el fallecido presidente Néstor Kirchner encabezaron el No al ALCA junto a su par venezolano, Hugo Chávez. Adhirieron sus colegas de Uruguay y Paraguay. El Mercosur se plantó en pleno.

Muy poco tiempo después Lula y Kirchner concretaron el desendeudamiento respecto del Fondo Monetario Internacional (FMI). En ese trance, se discutió si habían acordado hacerlo al unísono y el brasileño se adelantó. O si habían concertado el orden de aparición por el peso específico de Brasil. Este cronista accedió a ambas versiones, en su momento. Detalles de la crónica que pierden densidad en la mirada retrospectiva. Lo concretaron ambos mandatarios, los dos países. Una señal formidable para ganar autonomía política.

Macri dio vuelta esa tortilla. Requete recontra sumergió a la Argentina.

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Para arreglar hay tiempo: Había que darle una mano a Macri, un aliado regional. Se instrumentó violando reglas del Fondo en tándem con las leyes argentinas. No se reperfiló la deuda interna que supuestamente se intentaba pagar, abrió aún más las puertas a la fuga de divisas.

En off-off un funcionario internacional bromea o no tanto: “Conozco a Nicolás Dujovne (por entonces ministro de Economía), es buen tipo. Pero ¿usted se subiría a un Uber manejado por Nico?”. Página/12 rehusaría. La administración Macri le confió una flotilla faraónica de camiones de caudales rellenos de dólares.

Alberto Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán quieren pagar la deuda pero no a costa del futuro de los argentinos. Primero debe haber crecimiento del PIB, aumento del consumo que lo dinamice, mejora relativa de los ingresos de los trabajadores versus las ganancias de las empresas.

Guzmán viaja a Washington antes de fin de mes. Lo esperan autoridades del FMI, seguramente funcionarios del Tesoro estadounidense. Una tarea esencial, para eso se vacunó. La presencialidad sigue pesando en política, lo confirma el viaje del Papa Francisco a Irak.

Los rumores sobre la fecha deseada para cerrar trato engrosan la agenda mediática. ¿Pronto, en invierno, después de las elecciones? En Olivos y en Economía relativizan ese dato. “Cuando pulseábamos con los privados nos apretaban diciendo que si no cerrábamos en marzo era el fin de mundo, después se corrió a abril, a mayo…”.

El acuerdo debe tener características comunes con aquel. Un plazo largo sin desembolsos para tranquilizar la economía (la frase emblema de Guzmán). Y, añadimos, “comprar” gobernabilidad.

El lapso máximo de diez años de los Acuerdos de Facilidades extendidas queda corto para las posibilidades de Argentina. Cambiar dicha regulación de modo particular suena imposible. Que se recalcule de modo general, teniendo en cuenta la emergencia sanitaria mundial, es una lucecita de esperanza. Subrayamos el diminutivo.

Decidirán los socios del Fondo, los más ricos a la cabeza. La postura del presidente estadounidense, Joe Biden, será crucial. En el oficialismo no se derrama optimismo, apenas un diagnóstico modesto: “Peor que Trump no va a ser”. Fernández seguirá dialogando con sus pares del mundo tratando de armar un consenso global. Guzmán posiblemente viaje a otros países centrales.

Los plazos no asfixian pero aprietan un cacho. En 2021 hay vencimientos de deuda con el FMI y con el Club de París. Afectar reservas pondría en un brete a la Argentina justo cuando comienza a recuperarse.

Por ahora hay que negociar de modo sigiloso. Cuando se regatea es desaconsejable mostrar todas las cartas, ceder mucho en los primeros visteos. Todo arriba de la mesa pero bajo el cono del silencio.

La denuncia judicial contra ex integrantes de la administración Macri, con Mauricio a la cabeza, añade complejidad al menú, sin ser el plato principal. Sumará un argumento durante la pulseada. El Fondo quebró sus reglas para beneficiar a Macri, simétricamente podría-debería rectificarlas para que Argentina pague sin morir en el intento.

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La mala praxis y los delitos: En el mensaje al Congreso, Alberto Fernández avisó que se denunciaría penalmente a los funcionarios concernidos en el acuerdo suscripto por Macri. El Coro de derecha pone el grito en el cielo. “Es una decisión política, no judiciable”. Sería positivo el giro, si existiera, de aquellos que judicializan todo, a diario.

“¿No es igual a la causa penal por el dólar futuro?” innovan, chicanean, hacen gala de no informarse. Puede no serlo. La mala praxis en gestión no es delito, más allá del daño que cause. Pero si los funcionarios violaron leyes nacionales e internacionales para consumar la acción, puede haberlo.

En esta situación vulneraron la legislación nacional. Macri resolvió solito su alma, sin pasar por el Congreso ni antes ni después de la dádiva. Además el país socio del FMI amañó un arreglo que quebraba las reglas del organismo internacional. La nota publicada ayer en este diario firmada por Alfredo Zaiat añade tropelías y violaciones cometidas.

La denuncia de la Oficina Anticorrupción (OA) suma a esos hechos comprobados la posible colusión de intereses con particulares que se forraron fugando capitales. Textualmente reclama “conocer si existieron vínculos entre los funcionarios y los compradores (de divisas para fugar) y si estos pudieron prevalerse de información privilegiada --y quién la suministró-- para asegurar esas ganancias”. Tráfico de influencias, pactos espurios pueden tipificar delitos, si se consiguen pruebas contundentes. La labor recaerá sobre fiscales o jueces de Comodoro Py.

Sobrevivir en un ambiente mediático viciado y en un sistema judicial vicioso impone formular aclaraciones acaso redundantes. Los delitos no se presumen, deben probarse. Para cualquier sospechoso o procesado rige la presunción de inocencia. Es excepción extrema y jamás regla la prisión preventiva sin condena… prerrogativa ejercitada en años recientes con anuencia de académicos, formadores de opinión y dirigentes opositores. Bajo sospecha, sí. Gozando de todas las garantías constitucionales, las que negaron a sus adversarios.

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Desigualdades y aire fresco: La pandemia acentuó desigualdades en el mundo y en la Argentina. Los magnates del planeta y de esta patria concentran cada vez más la riqueza. Los países más poderosos acaparan vacunas. Un puñado de ellos puede decidir la suerte de Argentina en el FMI.

Las catástrofes sanitarias en Brasil y Paraguay amenazan a la Argentina. Eventuales contagios podrían impactar en su crecimiento futuro. Las restricciones al transporte son una precaución razonable aunque quizá insuficiente cuando existen fronteras muy extendidas.

En un contexto preocupante e impredecible en gran medida cabe subrayar que Macri, Añez y Bolsonaro son aliados, expresan proyectos similares.

El gobierno argentino adoptó respecto de Lula y Evo las mejores medidas posibles, bastante jugadas en el caso del líder boliviano.

Las luchas políticas continúan, el aire fresco que llegó a partir de 2019 desde Argentina, Brasil, Bolivia y Ecuador puede enviciarse. De cualquier manera, la reaparición de Lula, el tornero de cuna humilde que llegó a ser presidente reelecto de una potencia regional, es un acontecimiento dichoso. Digno de celebrarse, en un mundo nada propicio, por lo general.

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