Desde París

Una de las esperanzas que circulan en el mercado para combatir la pandemia ha perdido parte de su legitimidad. Francia se sumó este lunes 15 de marzo a los países que habían decidido detener la campaña de vacunación con la vacuna anglo-sueca AstraZeneca-Oxford. París suspendió a “título preventivo” la distribución y la administración de dicha vacuna luego de que se detectaran casos donde se constató la formación de coágulos de sangre. Ya antes, Dinamarca, Noruega, Islandia, Irlanda, Austria (algunos lotes el 8 de marzo al igual que Letonia, Estonia, Lituania y Luxemburgo), Países Bajos, Italia, Alemania y, por último, España, habían tomado una decisión semejante. Estos países deberán esperar a que la Agencia Europea de Medicamentos (AEM) elucide si la vacuna de AstraZeneca tiene o no una relación directa con una serie de coágulos sanguíneos descubiertos en los países que suspendieron el uso de la vacuna. 

La confusión y las contradicciones envuelven una vez más a las vacunas. La AEM comunicará su análisis este jueves por la tarde, pero, al mismo tiempo, asegura que no existen “pruebas” sólidas de que la vacuna tenga efectos secundarios y que su uso comporta más beneficios que los riesgos que acarrea. La OMS (Organización Mundial de la Salud) aseguró por su parte que no “existís ninguna razón” para no recurrir a la vacuna. En cuanto el grupo farmacéutico que la fabrica, AstraZeneca sostiene que “no hay prueba alguna de un riesgo agravado”. 

En total, 12 países, entre ellos República democrática del Congo, Tailandia e Indonesia, suspendieron hasta ahora la administración de la vacuna anglo-sueca. El presidente francés, Emmanuel Macron, explicó que Francia paralizaba la administración de esta fórmula “por precaución”. Las autoridades reconocen que, más allá de la sucesión cronológica, no existe ningún lazo comprobado entre los problemas de salud y la vacuna. La suspensión preventiva tiende entonces a garantizar que esa relación no existe.

En una conferencia de prensa conjunta con el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez (cumbre bilateral en la ciudad francesa de Montauban), Emmanuel Macron aclaró que la vacunación con AstraZeneca se reiniciará rápidamente si “así lo permite la opinión de la Agencia Europea de Medicamentos”. Hasta el jueves por la tarde (estaba prevista para el martes) la fórmula respaldada por Oxford quedará en suspenso. Los casos de coágulos de sangre son escasos. Entre las cinco millones de dosis suministradas en la Unión Europea se detectaron 30 casos tromboembólicos. A través de un comunicado, la AEM explicó que “la cifra de episodios tromboembólicos constatados en personas vacunadas no resulta ser mayor que la que se observa en la población general”. El cruce de opiniones es desconcertante, tanto como el hecho de que la vacuna se suspenda por sólo 72 horas (al menos en Francia). Los problemas serios con la vacuna AstraZeneca comenzaron el pasado 8 de marzo cuando Austria suspendió un lote de vacunas luego de que una enfermera descubriera “graves problemas de coagulación sanguínea” en un paciente. EL 11 de marzo, Noruega y Dinamarca detuvieron por completo el tratamiento. A partir de allí comenzaron a sumarse más países el mismo tiempo que, en Francia, el Ejecutivo defendía la formula anglo-sueca. 

El domingo 14 de marzo, el primer ministro francés, Jean Castex, dijo a través de Twitch que “era preciso confiar en esa vacuna y hacerse vacunar, de lo contrario, y lo digo de forma solemne, habrá atrasos en la vacunación y las francesas y los franceses estarán menos protegidos y la crisis sanitaria durará más tiempo”. Al día siguiente, el lunes, el Estado optó por la precaución, siguió la recomendación de la Agencia Nacional del Medicamento (ANSM) que recomendó la suspensión del tratamiento y optó así por esperar el posible respaldo de la Agencia Europea de Medicamentos, la cual, de hecho, no se pronunciará el martes sino el jueves 18 de marzo. La decisión de Macron es un latigazo inesperado, tanto más cuanto que, antes mismo de ser suministrada, la vacuna AstraZeneca venía acompañada por un halo de desconfianza. Ello llevó a que, el pasado 8 de febrero, el ministro francés de Salud, Olivier Véran, se inyectara ante las cámaras una dosis de esa vacuna e invitara a la población a hacer lo mismo. 

La controversia desatada entre Londres y la Unión Europea debido al atraso gigantesco en el suministro de la vacuna (80 millones de dosis menos que las prometidas) empañaron aún más el prestigio de esta fórmula que fue la segunda en obtener la aprobación de la AEM. Por otra parte, el jefe del Estado francés hizo pública esta medida justo cuando se evoca con reiterada insistencia la eventualidad de un nuevo confinamiento de París y su región. Muchos contagiados con el virus fueron trasladados en estos días desde París y su región hacia otros departamentos menos afectados por el aumento de las contaminaciones. Emmanuel Macron reconoció el lunes que “el amo del tiempo es el virus” y empezó a preparar a la opinión pública para nuevas restricciones. El mandatario dijo que “en los próximos se tomarán nuevas decisiones”. Este 16 de marzo se cumple exactamente un año desde que se decretó el primer confinamiento y la vida continúa determinada por ese gran jefe en que se ha convertido el virus.

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