Zack Snyder’s Justice League es uno de los “estrenos” más curiosos del año. Se podrá ver desde la medianoche de este jueves 18 (a las 23.59, para ser más precisos) en Direct TV, Apple TV y Google Play en la Argentina, y en HBO Max en el resto del mundo. Las comillas en la primera línea obedecen a que los espectadores ya vieron una Justice League en 2017, cuando se estrenó originalmente. Así que la historia viene más o menos conocida: después de Batman vs. Superman, con el héroe de Krypton muerto, la Tierra es invadida por las huestes de Darkseid. Mientras, el encapotado de Gotham recluta otros superhéroes (Wonder Woman, Aquaman, Flash, Cyborg) para enfrentar la amenaza. Aunque esa versión fue mayormente dirigida por Zack Snyder, el suicidio de su hija lo llevó a alejarse al final del proyecto y luego los productores de Warner Bros. hicieron de las suyas: llamaron a Joss Whedon (que venía de romperla con las iteraciones de Avengers en la franquicia de Marvel) y le pusieron una tijera en la mano. 

Con la película estrenada, Snyder protestó: esas dos horas de cinta estaban lejos de “su” visión sobre los personajes y la historia. Mientras tanto, aparecieron reportes de quejas de los actores sobre el trato que les dispensó Whedon al volver a filmar algunos pasajes del film (la protesta más notable fue la de Ray Fisher, intérprete de Cyborg, cuyo papel quedó muy reducido en la versión Whedon). La polémica cobró tanta envergadura que finalmente en los despachos de Warner decidieron darle vía libre para filmar escenas adicionales y plasmar su mirada del más célebre de los equipos superheroicos de las viñetas: la Liga de la Justicia. Entre estas escenas adicionales hay algunos personajes añadidos, que refuerzan las alusiones del film a los aportes de Jack Kirby al universo DC.

Si 25 años después el fandom sigue dividido en torno a los batipezones de las batiarmaduras que puso Joel Schumacher en Batman Forever, es fácil prever que la polémica entre las versiones de Snyder y de Whedon durará también bastante, más considerando que las obras estarán disponibles y no serán necesarios ejercicios contrafácticos para analizarlas. Así todo, muchos fans ya decidieron si aman u odian el Snyder’s Cut. Porque si a las películas de Marvel a veces se les cuestiona su espíritu adolescente, a las de DC se las critica por lo opuesto. La estética oscura y por momentos visualmente opresiva de las primeras están lejos de lo que debería transmitir personajes que supuestamente inspiran esperanza, como Superman o Wonder Woman. Este prejuicio sobre el tratamiento del color es un resabio de Batman vs. Superman, pese a que el director ya había comentado que su intención era volver la imagen más y más clara con el correr de las películas. Esta intención se hace patente en esta versión del relato.

Snyder tomó nota de las quejas de los fans –y de las broncas de los productores de la Warner- y acá apela a una paleta menos melodramática. Es sobria, no tiene ni por asomo las estridencias de la otra franquicia de encapotados, pero no resulta opresiva ni angustiante, como sucedía en encarnaciones anteriores de los personajes. De hecho, varias escenas fundamentales ocurren de mañana, lo cual es una indicación sutil pero importante sobre las intenciones del director. Esto tiene dos efectos inmediatos: en primer lugar, permite sobrellevar mucho mejor las cuatro horas que propone Snyder (contra los 120 minutos, la mitad, de lo que había hecho Whedon a pedido de los productores). Pero además, y mucho más importante, acentúa el hecho de que Snyder narra una historia de renacimiento tanto literal (los superhéroes buscando revivir a Superman) como metafórico. Zack Snyder’s Justice League cuenta el regreso a la era de los héroes, a los años en que la humanidad era protegida por los dioses (y algún que otro extraterrestre) de antaño.

En 2017 los productores de Warner consideraron la primera versión de Snyder como “inmirable”. La resultante de 2021 es más que disfrutable, siempre que el espectador esté dispuesto a atravesar las cuatro horas de duración. Pero el ritmo es bueno y siempre está sucediendo algo que empuja la historia hacia adelante. Los cómos y los por qués del relato quedan, sí, muchísimo más claros que en 2017, y los personajes también mejor desarrollados. Es cierto que para hacerlo se toma el doble de tiempo y eso podrá incomodar a quienes analizan cualquier producto cultural con ecuaciones y estructuras frías (los famosos “le sobran 20 minutos”, “podría haber contado lo mismo en 10 páginas”), como si una expresión artística de cualquier tipo se definiera sólo por su eficiencia en el desarrollo de su trama. Pero al mismo tiempo, este desarrollo extra también permite que los espectadores que no están familiarizados con los personajes –y quizás no quieren ver Aquaman ni las dos Wonder Woman- puedan acercarse a sus motivaciones.

Este artículo no incluye spoilers. De esos hay en cantidad en Internet y el propio Snyder se encargó de deslizarlos mientras manijeaba el estreno (astuto trabajo ahí, Zack). Pero vale anticipar que la película no tiene escenas post-créditos, pero sí un epílogo con 25 minutos de nerdeada amorosa en los que el director deja de manifiesto su amor por los personajes y por el multiverso DC, y también sus ganas de hacer más con estos personajes. En una franquicia a la que suele criticársele que parece dar manotazos de ahogado en cada acción ejecutiva, como quien tira fideos a la pared a ver cuál queda pegado, quizás sea una buena decisión darle otra oportunidad a la visión de Snyder.

Henry Cavill como Superman.


Supernombres conocidos

La película que integra  a un completo staff de personajes emblemáticos de la factoría DC presenta a intérpretes que ya desfilaron por la pantalla (y que, en el caso de Gal Gadot, encuentra doble presencia ante el estreno de Mujer Maravilla 1984). Ben Affleck se encarga nuevamente -y por última vez- de Batman, junto a Henry Cavill (Superman), Amy Adams (Lois Lane), Ray Fisher (Cyborg), Jason Momoa (Aquaman), Exra Miller (Flash), Jeremy Irons (Alfred) y Ciaran Hinds (Steppenwolf). La producción corrió por cuenta de Deborah Snyder y Charles Roven, mientras que el guión contó con seis manos, las de Chris Terrio, Will Beal y el mismo Zack Snyder.