En la presentación oficial de su libro “Primer tiempo”, el ex presidente Mauricio Macri les apuntó a diferentes sectores del poder, pero resaltó una visión crítica de uno en particular: el empresariado. Del Círculo Rojo que en 2015 lo llevó a gobernar el país con apoyo económico y público, mencionó que gestionó los cuatro años sin su respaldo y volvió sobre el eje más polémico. Refirió a los “empresarios que no compiten”, una frase que sostiene en el tiempo y que lo llevó a una guerra con los sectores convencionales de la producción que no están volcados a la militancia sino a hacer negocios con cualquiera que les garantice crecimiento y rentabilidad. Esa misma línea es la que esgrime en el capítulo 3 de su escrito, en el que directamente habla de empresarios corruptos y los separa de “los que quieren trabajar”. Esta posición es un pedido histórico y, a la vez, una recomendación de sus ghost writers, por conveniencia política.

En la otra esquina, el interlocutor buscado no parece haberse dado por aludido. El jueves por la tarde, mientras Macri exponía ante un grupo reducido de concurrentes e invitados, las redes sociales y chats de Whatsapp del empresariado no hablaron del tema. Y no lo hacen hasta hoy. Salvando alguna micro militancia del video completo, no hubo actividad en los polos de atracción de Cambiemos. Nuestra Voz, el grupo que armó el líder de Mercado Libre, Marcos Galperín, vive desde hace un tiempo en un estado catatónico del que tampoco salió para hablar de la reaparición. Otro de los grupos que formaron, “Constituya”, encabezado por el jefe de Citrícola San Miguel, Gonzalo Tanoira, no referenció al evento. Ni siquiera comentó Marcelo Scaglione, ex subsecretario del Ministerio de Hacienda y hombre de relación con la OCDE en la era Cambiemos.

En los grupos de Whatsapp del campo ultra, como Gurú Ganadero, el movimiento no se hizo sentir más allá de la militancia activa de unos pocos. La que más agitó el regreso de Macri fue Techi Cavotti, una productora de nuez pecan del interior del país, que se transformó en la nueva espada del ex ministro de Agricultura de Cambiemos, Luis Miguel Etchevehere, en el armado de las marchas y banderazos en zona núcleo.

La mayoría de los consultados por Página I12 no vieron el acto porque hace tiempo tomaron distancia de Cambiemos como una posibilidad lógica. En el establishment se habla de dinero, de ganancias, y se añora a los gobiernos que las generaron. Del lado corporativo, esa es la razón uno de la indiferencia.

Contaron a este diario fuentes cercanas a los escribas del ex presidente que, si bien Macri cree que el empresariado lo traicionó, había que ponerle más pimienta a esa crítica por una razón de imagen. Le explicaron que si bien los ceos apoyaron en la campaña, lo abandonaron luego y le dejaron además lo que entienden como un estigma que profundizó su imagen pública de un mandatario cerca del poder y lejos de la gente. Y que estando fuera del gobierno y con una candidatura cada vez más utópica, era el momento de sentar las bases de una posición distinta.

Naturalmente, solo el núcleo duro apoyó esa idea. El resto les advirtió a los que escribieron Segundo Tiempo que “una construcción política se hace con todos”. Esa posición la confirmaron algunas ausencias como las de Emilio Monzó, que directamente no fue invitado y el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, excusado por una estadía en la su provincia, Entre Ríos. 

"Mauricio cree que el poder económico debió darle un trato preferencial, cosa que no ocurrió y el no entiende muy bien por qué, dado que hizo políticas favorables a empresas", contó un hombre del espacio opositor que asistió al evento. Los que mejor lo conocen al ex mandatario afirman que esa lógica del favor es una constante y que se vio en el libro en otros dos fragmentos: cuando no se explica por qué Horacio Rossatti, el juez de la Corte, no falló en línea con la pretensión oficial; y cuando refiere a un presunto mal comportamiento de los gobernadores peronistas del Interior aún ante un reparto de recursos que entendió como más federal.