Junto con la declaración de la independencia, el Congreso de Tucumán de 1816 convalida la propuesta de Manuel Belgrano de establecer una monarquía inca como forma de gobierno con sede en Cuzco. Un proyecto con apoyo de José de San Martín y Martín Miguel de Güemes, pero el rechazo contundente de todo el poder político en Buenos Aires. “Entronar a un Rey inca no era un delirio, incluso había un candidato: Juan Bautista Túpac Amaru, preso durante veinte años en Cádiz, protagonista de las revueltas independentistas de fines del siglo XVIII, sepultado en el Cementerio de la Recoleta”, afirma Gabriela Saidon —escritora, periodista y docente.

La reina es una novela edimentada en un planteo contra fáctico sobre aquello que podría haber tenido cauce y quedó trunco. Una verdadera cantera para la ficción y la puesta en juego de una ucronía alrededor del sueño de libertad de uno de los próceres argentinos más relevantes de la historia. La autora irrumpe con una serie de preguntas a contrapelo sobre los acontecimientos de esos tiempos en la región: “¿Qué habría pasado si hubiese prosperado el proyecto monárquico de Belgrano de imponer un Rey inca? ¿Y si no hubiera elegido a un varón sino a una mujer? ¿Dónde habría nacido, cómo, de qué madre?”, imagina Saidon. “Y así fue como creció la reina en mí, se abrió un mundo imprevisto. En un momento me dije: la novela que voy a escribir es la que el camino me lleve a escribir, y terminó siendo la construcción de esta reina, porque en definitiva La reina es una novela de construcción de personaje a la que le creé una madre, una hermana, la confronté a un varón y también a sus propios deseo.”

Nuna es la protagonista adolescente que se gestó lentamente en el ideario de Gabriela Saidon. Descendiente directa de Túpac Amaru, nacida y criada en un convento de clausura, junto a su hermana mayor —negra de padre esclavo—, modelada para ser una reina inca. Es su madre quien la educa, trafica libros del más variado arco para instruirla, y hasta le extiende los lóbulos y formatea el cráneo dándole forma icónica, según las tradiciones de las clases altas incas. En suma, construye la figura perfecta, sumándole erotismo, a imagen y semejanza del sueño monárquico del general, así se lo referencia a Manuel Belgrano en el universo de la novela.

Cuanta Saidon que el proyecto original era intercalar la novela con la crónica de su viaje a Cuzco en busca de la protagonista, pero que ese mundo de ficción le ganó a la crónica llena de datos y anécdotas que, finalmente, pasaron a engrosar la parte invisible del iceberg narrativo que se percibe en la novela, aunque también, en el plano de lo real, exista como libro de crónica inédito. “Estaba en la plaza mayor de Cuzco viendo el desfile militar, un domingo antes de la misa en la Catedral. Me senté en un banco, al lado mío tenía a dos hombres grandes y fue todo muy gracioso, uno de ellos me preguntó por qué estaba ahí, le conté de mi libro y me respondió: ´Ah, vos viniste a cumplirle el sueño a Belgrano´. Entonces, me rebelé internamente, yo no había ido a cumplirle el sueño a ningún hombre, pero de repente, ese comentario se incorporó al personaje. ´Tengo que aplicarle eso a Nuna´, me dije, ella se rebela en su fuero íntimo a ser reina, encuentra el camino de ir en contra del deseo de un hombre y también el del mandato familiar encarnado en la madre”.

Este no es el único detalle donde algo del orden experiencial de la autora se ve proyectado en la trama, como si algo de la implicancia con el tema corriera sin solución de continuidad a enredarse en esta ficción de anclaje histórico. Por un lado, lo referido a pensar el origen del poder ligado al ámbito privado y su relación con lo púbico; por otro, la situación de espera en estado de tensión. Porque la novela no es más que el tiempo que dos personas comparten, la reina adolescente y el general entrado en años. Ellos conversan mediados por el deseo y la literatura, a la espera de un desenlace: la coronación. “Trabajé esa relación entre lo privado privadísimo, que es un convento de clausura, un hombre público y Nuna. Ella está deseosa de conocer el mundo, el centro del poder que está simbolizado en Sacsayhuamánn, un monte en donde hay un trono de piedra, real. Y acá es interesante porque en mi crónica también está esa demora, yo me demoro en ir a Sacsayhuamánn, que es donde ella se va a convertir en esa persona pública. La novela esta atravesada por esa tensión de la espera. Y ahí tramité cosas mías en relación con los encierros. Los encierros con los hombres, las vetas de la vulnerabilidad, los modos de defenderse. Contar historias como un modo de la defensa, los libros como armas de formación. Ahí está lo más personal, donde lo público juega un lugar de tensión, donde pareciera que nunca se llegará.”

Gabriela Saidon reflexiona también acerca de algunos aspectos que en las lecturas de la novela podrían ser pasados por alto. “Me llamó la atención la poca atención que se le dio al lugar que tiene en la novela la negritud y su presencia en América Latina, y como se puso el acento en la figura de Belgrano. Y a su vez, cómo fueron apareciendo cosas sobre él mucho más revolucionarias que solo pude pensar a posteriori. Yo me había concentrado en el prócer que había reconocido el valor de las mujeres en el ámbito no doméstico, el que jerarquizó a dos mujeres en su ejército, que lee muy bien a los pueblos originarios. Una sorpresa fuerte para mí fue la que vino de parte de María Rosa Lojo, una escritora que conoce a fondo el siglo XIX. María Rosa me llamó para preguntarme si esa joven que en la ficción es candidata a ser reina, había estado inspirado en una mujer real. Qué fuerza tiene la ficción, pensé. También me pasó con la lectura que hizo Claudia Aboaf para la presentación de la novela. Ella hizo una apreciación sobre la pericia en la escritura, me gustó esa observación porque La reina es un punto de llegada de un tránsito que vengo haciendo en ese sentido.” 

Observación que se pone en consonancia con sus publicaciones en tanto tema y géneros que incluyen novela histórica, crónicas y libros de investigación: La montonera. Biografía de Norma Arrostito (2005), Las cautivas (2008), Santos Ruteros (2011), entre otro. La Reina es el resultado del recorrido, y a la vez una síntesis, de todos esos géneros explorados con anterioridad por Gabriela Saidon.