El sol del mediodía se cuela entre las copas de los árboles del Espacio de Memoria Esma. Alumbra con una telaraña de luces y sombras al grupo de sobrevivientes y familiares de desaparecidos que avanzan en procesión por las avenidas del ex centro clandestino de exterminio para plantar un árbol. Son pocos pero se conocen entre todos y las risas, los chistes internos y los juegos de los nietos y nietas aplacan la sensación de extrañeza por no concurrir a la marcha como todos los 24 de marzo. Y es que, a pesar de los barbijos, el virus y algunas ausencias, la campaña "Plantamos Memoria", organizada por los organismos de derechos humanos para conmemorar el 45 aniversario del golpe de Estado, les entusiasma. La consigna es plantar 30 mil árboles por los 30 mil desaparecidos, pero no sólo en la ex Esma, sino en todas las casas, escuelas, sindicatos y clubes. "La plaza fue y siempre será nuestro objetivo. Pero la consigna 'plantamos memoria' tiene una fuerza, se desparramó tanto en la sociedad, que yo siento que nunca antes sentí a mis hijos tan cerca de mí. Es un momento muy especial", explica la nonagenaria Lita Boitano, minutos antes de plantar, con sus propias manos, uno de los árboles que habitará, para siempre, en el centro que chupó y desapareció a su hijo en el 76'. 

Fue una de las muchas actividades que se realizaron en todo el país por el 24 de marzo, todas marcadas por la pandemia. Por la mañana, el Grupo de Apoyo de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora realizó un homenaje frente a la pirámide de de Mayo con la bandera azul con los rostros de los 30 mil desaparecidos y desaparecidas (ver aparte). La Asociación Madres de Plaza de Mayo montó una muestra fotográfica y realizó una transmisión especial. Los organismos y agrupaciones nucleadas en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia marcharon a Plaza de Mayo. En Las Flores Cristina Fernández participó del acto de apertura de otro espacio de memoria. Por la tarde, la lectura del documento esta vez fue de manera virtual. Por la noche, el Gobierno hizo un mapping en la Casa Rosada con imágenes sobre la fecha.

"Hoy es un día muy especial. Muchos de nosotros, que somos ya grandes, tenemos la sensación de que vamos a ser por segunda vez sobrevivientes si salimos vivos de esta pandemia", ironiza Néstor Fuentes, quien estuvo secuestrado durante varios años en el centro clandestino que funcionó la Esma, mientras espera que comience el recorrido. A su alrededor hay otros sobrevivientes, también hijos, hijas, hermanas, parejas, madres y nietos y nietas de desaparecidos, que hacen tiempo antes de que comience la actividad. "La idea de plantar árboles me parece muy significativa. Es un símbolo de vida en un lugar que, durante mucho tiempo, fue un lugar de muerte. Los árboles crecen y se desarrollan y es una manera que tenemos de enraizarnos acá en la Esma, pero desde un lado positivo, desde el lado de la vida", se entusiasma Néstor. Unos minutos después, empieza la peregrinación.

El primer árbol es plantado en frente a la Casa por la Identidad de las Abuelas, un enorme edificio de ladrillos que actualmente funciona como espacio para la promoción del derecho a la identidad. "Este es un sitio de memoria que estamos reconstruyendo. Y, a 45 años del golpe, el mensaje es que siga floreciendo. La campaña 'Plantar Memoria' es no olvidar a los 30 mil detenidos desaparecidos, para que se enseñe a las nuevas generaciones la historia de nuestro país", comienza explicando el nieto recuperado Manuel Goncalves Granada, mientras señala la tala que están a punto de plantar. A su lado hay otros hijos e hijas de desaparecidos, como Tatiana Sfiligoy, la primera nieta recuperada, que escucha en silencio mientras su propios hijos pequeños intentan mantenerse quietos para la foto. Terminado el breve discurso, entre muches intentan plantar el árbol en la tierra. Y ahí empiezan los primeros chistes: "¡Dale, agarrá la pala que no duele, che!". 

El ritual se repite en la Casa Nuestros Hijos, Vida y Esperanza, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora (donde plantaron un espinillo), en el Espacio Interreligioso Patrick Rice (allí rasplataron unas flores) y en el Museo Sitio de Memoria ESMA (donde plantaron un timbó). Para llegar a cada edificio, el pequeño grupo se mueve en procesión. No son más de 60 personas, y casi la mitad son periodistas. Vuelan chistes y cargadas, los más chicos ahora se dedican a jugar juntando ramas y flores secas, ajenos a que allí mismo, hace casi medio siglo, secuestraron, torturaron y desaparecieron a unas cinco mil personas, entre ellas sus familiares directos. En el medio del recorrido, de manera sorpresiva y cual estrella de rock, llega la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano. Todos y todas quieren saludarla, aunque sea de lejos, y ella dispara chistes a mansalva: "No quiero comentarios sobre mi escudo, eh", se ríe, señalando el pin de Boca que trae en la solapa del saco. En la otra solapa lleva, como siempre, los rostros de sus hijos Miguel Ángel y Adriana, secuestrados durante la dictadura. "Plantamos Memoria es una consigna hermosa, nunca hubo tanta repercusión en la Argentina y en el exterior", celebra.

El recorrido termina con un breve acto frente al Museo Malvinas, en donde están esperando el ministro de Cultura, Tristán Bauer, el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, y Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. "Esta es una fecha fatídica para nuestra historia. Pero conmemorar es pasar por la memoria y recordar es pasar por el corazón. Frente a tanta muerte y tanto odio, las Madres y las Abuelas enseñaron la cultura de la vida, del amor, de la paz. En este gesto de plantar un árbol están presentes nuestros 30 mil compañeras y compañeros desaparecidos", destaca Bauer. "A mí me tocó ser un preso político legal. Me acuerdo en el 78', cuando empezaron a llegar los rumores a la cárcel de Magdalena sobre lo que estaba pasando, las Madres fueron una luz de esperanza tras las rejas. Con ese símbolo de los pañuelos nos daban coraje y hoy se que si puedo decir estas palabras es gracias a ellas", agrega Hugo Soriani, director general de este diario.

A través de la tela del barbijo, Taty Almeida reparte besos y sonrisas. "Este no es un 24 más. Sinceramente emociona porque si bien no pudimos salir a la calle a gritar, a hacer catarsis, hemos encontrado muchas maneras muy creativas para, justamente, sembrar memoria", asegura a Página/12. Unos metros más adelante, caminan, con lentitud, Lita Boitano y Graciela Llois, cuyo compañero pasó por la Esma y permanece desaparecido. "Todos sentimos que este aniversario era muy especial. La propuesta de plantar memoria fue tan adoptada por la sociedad que realmente sentimos que nos estaban acompañando. Estamos también resignificando este lugar. A nosotros nos unió el dolor, sí, pero ahora nos une otra cosa: las ganas de vivir", reflexiona Graciela.