Desde que el cine existe forma parte constitutiva del arte. Cine y arte se cruzan, se reinventan, se fusionan, se alimentan mutuamente, pueden ser convergentes o divergentes. La historia del cine muestra muchos ejemplos de directores de cine que son artistas y de artistas visuales que dirigieron sus propias películas. Del mismo modo son también muchos los cineastas que han hecho dibujos previos a la filmación.

A esta división o unión (según sea el caso) entre cine y arte, hay otro gran cineasta/artista, Pasolini, que sumó una caracterización entre “cine de poesía” y “cine de prosa”. En este sentido, no cabe duda de que las películas de Fellini son cine de arte y de poesía.

El Museo Nacional de Arte Decorativo presenta una exposición que celebra el centenario del nacimiento de Fellini (1920-1993), uno de los contados directores de cine cuya obra ayudó a construir el lenguaje cinematográfico en particular y artístico y vital, en general, desde que logró transformar su apellido en un adjetivo: “fellinesco”. En esa palabra se cruzan, entre otros elementos, lo onírico, la fantasía, la infancia, la nostalgia, el erotismo, el deseo, el desborde vital, cierta épica posible del fracaso: una particular manera de imaginar el mundo.

La exposición incluye dibujos del cineasta, fragmentos de películas, vestuarios originales, afiches, fotos, documentos, entrevistas, documentales y videos realizados especialmente.

Sus biógrafos cuentan que Fellini dibujó siempre, retrataba de manera caricaturesca a los amigos, publicaba sus dibujos en diarios antes de dedicarse al cine y, luego de manera entre sistemática y casual, bocetaba y tomaba apuntes gráficos, para los personajes, vestuarios y escenas de sus películas.

Sus dibujos eran considerados por el propio artista como algo “menor”, puro garabato. Pero al mismo tiempo eran constitutivos de su mundo y de su cine.

Diez años después de la muerte de Fellini, el Museo Guggenheim de Nueva York organizó una exposición homenaje en la que sus dibujos tenían un lugar central por su valor artístico y estético, independientemente del aspecto funcional o preparatorio que cada dibujo pudiera tener en relación con sus películas. Se publicaron varios libros con los centenares de dibujos encontrados o conservados después de su muerte.

Fellini hacía dibujos para llevar registro de sus ideas, explicarle sus personajes a los actores, indicarle los detalles al maquillador, entusiasmar a los productores.

El conjunto de dibujos incidentales incluidos en la muestra del MNAD ofrece una buena oportunidad para acercarse a los personajes, vestuarios, escenas, sueños, bocetos y garabatos, cruzados por un desbordante erotismo. Como su ímpetu por el dibujo irrumpía en cualquier momento, los soportes son de lo más variado e incluyen hojas sueltas e incluso servilletas. Era cuestión de atrapar las imágenes cuando aparecieran.

Cuentan que su psicoanalista lo hizo dibujar mucho en las sesiones de terapia. El mundo de Fellini, que también podría pensarse como psicoanalítico, supone un nuevo tipo de belleza, potente y conmovedora, localizada entre los confines de la infancia, los sueños y las fantasías, con un fuerte reconocimiento del valor artístico del gusto popular.

“¿Por qué dibujo los personajes de mis películas? –se preguntaba Fellini- ¿Por qué tomo apuntes gráficos de los rostros, las narices, los bigotes, las corbatas, la forma de cruzar las piernas de las personas que vienen a verme a mi oficina? Quizás ya lo dije, pero es una forma de comenzar a abordar una película, para ver cómo es, el intento de identificar algo, aunque sea minúsculo, casi insignificante pero que considere que de algún modo tiene relación con el film y que sutilmente me lleva a él, no sé, quizás sea un pretexto para iniciar una relación, un truco para retrasar la película o, mejor aún, para hacerla más entretenida.”

Luego, cuando se le aparece la idea de una película posible, Fellini duda de que se trate de una película. Quizás sea otra cosa: “Pensándolo bien –explica- de este film nunca tuve ganas siquiera de hacer un dibujo, un garabato cualquiera; es evidente que cuando se disponga a colaborar serán seguramente otras las señales que lo harán saber. A veces sospecho incluso que no es un film sino alguna otra cosa que todavía no estoy en condiciones de comprender y entonces me atemoriza un poco, pero de inmediato me reconforta la idea de que probablemente este film sea solamente un film-piloto, una especie de raro espíritu guía que tiene la función de traducir otras historias, otras fantasías, de hecho cuando desaparece, en su lugar queda, inevitablemente, el verdadero film, que termino realizando”.

* La exposición itinerante “El centenario, Fellini en el mundo”, que recorrió varios países de Europa y pasó por Brasil, se presenta hasta el 2 de mayo, con el apoyo de la Embajada de Italia, el Instituto Italiano de Cultura y el Ministerio de Cultura de la Nación, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, Avenida del Libertador 1902, con entrada libre y gratuita, de jueves a domingos de 13 a 19, con reserva previa en la página web del MNAD.