El 17 de octubre de 1976, siete jóvenes militantes de la Juventud Peronista que habían sido secuestrados por la patota de Feced en Rosario fueron asesinados en Los Surgentes, provincia de Córdoba. En esa localidad de unos 2500 habitantes, el grupo Memorias Surgentes viene trabajando desde hace años para crear conciencia. Este 24 de marzo invitaron al colectivo feminista creado en 2020 para plantar memoria, la actividad impulsada en todo el país por los organismos de derechos humanos. Algunas de las chicas fueron por primera vez al camino rural –a diez kilómetros del pueblo- donde ocurrió la Masacre de los Surgentes, en la que fueron asesinados Cristina Costanzo, María Cristina Márquez, Ana Lía Murgiondo, Daniel Oscar Barjacoba, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus y José Antonio Oyarzábal. Poco más tarde, el Instituto Presbítero Emilio Castoldi, la única secundaria del pueblo, una escuela confesional con la totalidad de los sueldos docentes subsidiados por el Estado, hizo una publicación en sus redes sociales que causó estupor: con pañuelos celestes flotando en el flyer, decía “memoria, verdad, justicia, nunca más” y “por una sociedad sin pañuelos teñidos de sangre”. Otro texto del flyer era: “Salvemos las dos vidas”. La reacción no se hizo esperar: ex alumnas, ex alumnos y familiares de las víctimas de la masacre repudiaron la publicación, pero la institución no pidió disculpas ni la retiró. “En primer lugar, reafirmar que los Pañuelos Blancos son el símbolo de la incansable búsqueda de Madres y Abuelas, que durante 45 años enseñaron a la humanidad entera cómo se puede luchar contra los crímenes más crueles y siniestros sin una sola acción de odio ni violencia. Un solo mensaje transmiten al mundo y es de lucha incansable, amor y esperanza”, dice el comunicado de familiares de las víctimas.

Noelia Pellizón es ex alumna de la escuela y publicó en su instagram. “Me pregunto cómo pueden tener el valor para compartir éste mensaje en una día tan importante para los derechos humanos, desprestigiar la lucha de las madres y abuelas de plaza de mayo con reconocimiento mundial por no aceptar que en diciembre del 2020 de manera democrática se ha ganado un derecho más para las mujeres, evitar muertes clandestinas a través de la ley N° 27.610, de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo de manera segura, legal y gratuita”. Noelia contextualizó que Los Surgentes “es un pueblo de 2500 habitantes aproximadamente y cada nivel educativo cuenta con una sola escuela, lamentablemente el secundario es una institución que depende de la iglesia, esa iglesia católica apostólica romana que ha sido participe y cómplice de las 30000 personas secuestradas, torturadas y desaparecidas”. También consideró “como ex alumna y médica generalista y de familia” que la publicación era “sumamente irresponsable y grave, ojalá puedan reflexionar sobre este hecho y entender de una vez por todas que la iglesia y el Estado deben ser asunto separado”.

A través de su comunicado, los familiares también recordaron que “la única sangre fue la de los 30000 compañeros desaparecidos que manchó las garras de los genocidas y la ciudad de Los Surgentes fue escenario testigo de los crímenes de lesa humanidad en lo que se llamó la Masacre de Los Surgentes” y subrayaron que “el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, no es el día institucionalmente establecido para difundir posiciones sectoriales acerca de un tema que no tiene ninguna relación con la efeméride que hay que conmemorar este día”.

Las y los militantes asesinados en Los Surgentes estaban secuestrados en el centro clandestino de detención Servicio de Informaciones, conocido como El Pozo, en Dorrego y San Lorenzo, en pleno centro de Rosario. Los Surgentes queda a 145 kilómetros. Tras el fusilamiento, los cuerpos fueron llevados al Hospital San Roque de esa misma localidad y luego fueron enterrados en una fosa común del cementerio de San Vicente, en la ciudad de Córdoba. “Aunque la masacre fue un suceso que no pasó desapercibido para los surgentinos contemporáneos al acontecimiento, durante muchas décadas fue recordado de modo anecdótico. No formaba parte de la historia local, poco se hablaba sobre lo acontecido”, cuentan desde Memorias Surgentes. Y dan un ejemplo concreto: en el libro del pueblo, sólo 7 renglones hacían alusión al hecho. “A los jóvenes tampoco nos contaban nada sobre lo sucedido en nuestra localidad, ni fuera ni dentro del aula”, cuenta una de las integrantes del grupo empeñado en mantener viva la memoria. 

Fueron obteniendo logros. En 2010, un grupo de alumnos de la única escuela secundaria llevaron a cabo el proyecto “Lazos de Identidad” para rescatar “La masacre de Los Surgentes”. En memoria de esos siete jóvenes se colocó un monolito en el lugar de la masacre y se plantaron siete sauces llorones. 

En marzo de 2011, la Legislatura de Córdoba declara “Lugar Histórico Provincial-Espacio de la Memoria” al sitio físico dónde ocurrió la masacre, señalizaron en el camino rural pero no hay ningún cartel sobre la ruta provincial 6, que es por donde se llega. Desde Memorias Surgentes llevaron a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, a visitar la escuela y la localidad, como parte de la lucha para recuperar la memoria de lo ocurrido.

A partir de la publicación del Instituto Castoldi, en las redes sociales se sucedieron otros repudios. Jorgelina Juich, otra ex alumna, expresó: "Me da miedo (sí, miedo) que en un colegio Católico sigan sin entender lo que es la democracia y lo que implica vivir en ella" y sumó: "Por otra parte, me gustaría recordarle al ideólogo de esta publicación que hace 45 años su iglesia no salvó ninguna de las dos vidas sino que fue cómplice y entregadora de mujeres embarazadas. Sin ir más lejos, a uno de los siete jóvenes asesinados en la llamada masacre de Los Surgentes me remito. Entre ellos estaba María Cristina Márquez quién cursaba un embarazo avanzado. María Cristina fue encontrada vendada y esposada, torturada y fusilada".