“Amanos, odianos, nos importa un carajo.” Ese era el espíritu de entonces. Si bien yo pasé por el punk y el no wave (División Costa Este, clase 79) y salí relativamente indemne, no puedo recomendar esta actitud a los que quieran hacer carrera. Incluso los márgenes pueden ser complicados. La idolatría, especialmente cuando está dirigida a aquellos que no ponen su trabajo en un pedestal, no carece de contradicciones. Tomá como ejemplo mi amor por la obra de Art Chantry (Costa Oeste, clase 75). Cuando él empezó a hacer posters para los shows punk de Seattle al final de los setenta, en general en fotocopias Xerox baratas, esas cosas efímeras fueron consideradas, para tomar prestada su propia frase, basura instantánea. Los posters estaban hechos más para las calles que para las bonitas paredes blancas.

El hecho de que Chantry se refiera a sus obras como “artefactos”, en lugar de “arte”, no es una sorpresa. Antes de que incluso él supiera que había personas que se llamaban a sí mismas diseñadoras gráficas, pensó que se podría convertir en un arqueólogo, y en un sentido lo hizo. A lo largo de los años, Chantry se las arregló de algún modo para trasladar la cualidad física rudimentaria y harapienta del punk a una forma visual, perfeccionándola hasta casi matarla, y así se transformó en uno de los pocos héroes del diseño gráfico de nuestro tiempo. No dejó que allegados a directores de arte intervinieran en su trabajo, no aceptó clientes corporativos (le dijo que no a Coca-Cola, Microsoft e IBM), nunca usó una computadora (nada digital, ¡nunca!) y metiéndose con todo –desde un catálogo de herramientas de los cincuenta hasta los posters de los más buscados del FBI con las Panteras Negras– nos recuerda que mucho de lo que vemos en los anuncios y el embalaje de productos viene defuentes locales a menudo anónimas de nuestro pasado reciente. Él las desentierra, y gente como yo rastrea su trabajo a la inversa.

Culpable de todos los cargos, soy actualmente el orgulloso dueño de casi setenta posters de Chantry. Considerando que hizo alrededor de tres mil en unos veinte años, es una colección pequeña e insignificante. (La de Paul Allen es notoriamente más grande, pero él tiene un museo que llenar.) Tendría más, pero las obras de Chantry son más difíciles de encontrar que un bache en la Casa Blanca. Además, empecé tarde. A veces me pregunto si no tengo mejores cosas que hacer que ir a la caza de un poster de El Vez, el Elvis Mexicano, impreso en pana negra. O uno de una noche con obras de Beckett, el dramaturgo rocoso, cuya mirada imperturbable fue intervenida en un ataque seguido de huída por una “cara feliz”. O el poster de Dead Moon que brilla en la oscuridad, seleccionado especialmente de una tienda de discos de segunda mano. Ahora que los tengo, podemos discutir sobre la pregunta. Y aunque Some People Can’t Surf [Algunas personas no pueden surfear] está repleto de posters de Chantry sobre rock y teatro (los más difíciles de encontrar), tapas de discos y logos, y su trabajo de diseño para la revista mensual de música The Rocket –un extraordinario caldo de cultivo para diseñadores en los ochenta y principios de los noventa–, el libro es una introducción que llega tarde para todos los demás.

Largamente asociado con Seattle, Chantry es el primero en apuntar un poco más allá, hacia el Sur, bajando por la ruta Interestatal 5 a su verdadera ciudad natal: Tacoma. Adora decirle a la gente que este es el turbio lugar en el que Ted Bundy nació, y que él y el futuro asesino serial jugaban juntos al pool. Durante años el pueblo tuvo incluso su olor distintivo –“el aroma de Tacoma”–. El lado oscuro de sus vecinos obreros-basura-blanca de Seattle se filtró en la sensibilidad de Chantry como tinta derramada en un papel. (En una tapa de un disco de The Fumes, la letra sobre la imagen de un auto horriblemente impactado por un enorme camión que transportaba troncos parece haber sido extraída de los escombros.)

Si bien Chantry recupera lo gráfico del diseño gráfico, es su voluntad de estar presente durante todo el proceso hacia la imprenta, y jugar incluso ahí mismo, y también experimentar con materiales no tradicionales lo que hace que su trabajo se destaque. Algunos de sus mejores posters ni siquiera están en papel, son imágenes proyectadas sobre capas delgadas de metal reflectante plateado Mylar o sobre muestras de empapelado que incluyen vetas de madera.

Algunas coincidencias lo encienden. Cuando Chantry se dio cuenta de que la banda de garage japonesa Teengenerate iba a tocar el 7 de diciembre –el día de Pearl Harbor–, proyectó esas palabras y un sol naciente sobre unas láminas de metal que encontró en la parte de atrás de su casa, y las acribilló a balazos. Al final, el metal parecía un sobrante de la Segunda Guerra Mundial que había sido realmente tocado por fuego enemigo. Con Chantry en el timón, el viaje en el tiempo también puede suceder en otros sentidos. Contratado por Urban Outfitters para diseñar un poster, combinó una foto de Johnny Rotten con una tipografía cruda de una rotuladora que repudiaba: “NO. DON’T BUY IT! DON’T LISTEN TO THEM! DO IT YOURSELF!!!!” [NO. ¡NO LO COMPRES! ¡NO LOS ESCUCHES! ¡¡¡¡HACELO VOS MISMO!!!!]. Pero esto no fue suficiente. Para lograr el efecto apropiado, tomó todo el papel de la casa de impresiones, lo tiró en la vereda, y después dejó que lo pisotearan. Pasó por canaletas, estuvo en la calle, los autos le pasaron por encima, y se volvió más y más roñoso. Solo entonces estuvo listo para ir a la imprenta. El producto final parece haber sido impreso en 1975 y no en 1995: fiel a sus raíces.

Les podría contar del trabajo de Chantry con R. Crumb y Nathan Gluck, el asistente comercial y artístico de Warhol en los cincuenta, cómo sacó del retiro al historietista de la revista Mad, Don Martin, y cómo nos ayudó a recordar las portadas clásicas de Reid Miles para el sello Blue Note, además de otras figuras olvidadas como el diseñador gráfico Lester Beall (mientras le tiraba un poco de tierra a “gigantes” como Paul Rand: “¡Un fraude!”). Pero no, para eso está el libro. El texto está bien documentado y es serio, aunque es casi tan divertido leerlo como devorar las imágenes. Y si alguien sabe dónde puedo encontrar el poster de Macbeth del 82, que por favor me escriba unas líneas.

* Reseña publicada originalmente en abril de 2001en la revista Artforum, con el título “Post Punk. Bob Nickas on Art Chantry”, incluido en el libro El robo es visión, de Bob Nickas, publicado por Ripio, con traducción de Lea Marie Uria.