“Detener gente porque sale a pasear el perro, no. Retenes o controles no se harán. Este no es un toque de queda porque para eso debe establecerse el estado de sitio”. Con frases como éstas, un vocero del gobierno de CABA ilustró la escasa voluntad del gobierno porteño de salir en serio a recortar la circulación entre las 0 y las 6. En verdad nadie habla de detener personas, pero sí intervenir para que la gente no circule y no se contagie. Respecto de las fiestas clandestinas, las autoridades de la ciudad afirman que si se hacen en locales comerciales, aplicarán multas, pero si es en domicilios particulares  “se puede hacer poco. Haremos lo que diga la fiscalía”. En el Gran Buenos Aires hay intendentes que ordenaron patrullar a su policía comunal, en alianza y reforzando a la Bonaerense, mientras que otros --la mayoría de los de Cambiemos-- tienen una actitud más light, parecen no querer pagar lo que llaman el costo político. Las fuerzas de seguridad nacionales sí armaron retenes y controles donde por de pronto se le pide a la gente que vuelva a su casa si la persona no tiene el permiso para circular después de la medianoche. No hay detenciones, a menos que se trate de un reincidente.

En general, el DNU vigente tiene un espíritu más disuasivo que penalizador. Un ejemplo es lo que sucede con los vehículos de infractores: con el DNU de 2020 --en tiempos de cuarentena-- la orden era secuestrar el vehículo y ponerlo a disposición del juzgado de turno, que tardaba diez días en devolverlo a su dueño. Esta vez las fuerzas federales tienen la instrucción de levantar un acta en que el infractor se compromete a no reincidir. En caso de reincidencia sí se produce el secuestro. Lo que está claro es que el infractor es invitado a regresar a su domicilio, ya sea en el auto o la moto en que circulaba o incluso en el transporte público. Más allá del espíritu disuasivo, la idea es que las fuerzas de seguridad estén en la calle y efectivamente desalienten a las personas a circular y por lo tanto se reduzca la circulación del virus.

Aunque el discurso de Horacio Rodríguez Larreta parece menos agresivo que el de Patricia Bullrich, a la hora de concretar las restricciones anunciadas por Alberto Fernández, el gobierno porteño hace poco. La administración Rodríguez Larreta cuenta con miles de integrantes de la Policía de la Ciudad y podría exhibir la firmeza que se requiere ante el furibundo brote de coronavirus. Es más, cuenta con un organismo, la Agencia Gubernamental de Control (AGC), que hasta puede aplicar multas antes de que intervenga la justicia. Sin embargo, no hay operativos ni controles que, aunque sea desalienten los posibles focos: “si vemos a 30 en una plaza, por supuesto que el patrullero va a intervenir”, argumentan. No se entiende por qué no intervendrían aunque hubiera dos o cinco personas reunidas después de las cero: el Decreto de Necesidad y Urgencia establece que no se puede circular entre las cero y las seis.

Más allá de los detalles, parece evidente que el gobierno porteño no está dispuesto a hacer ningún despliegue, con real presencia de efectivos en las calles como para desalentar los movimientos. Cualquier persona que circule, la administración de Rodríguez Larreta lo considerará como un trabajador que vuelve a su hogar, mientras que el restaurante que no cierra a las 23 será porque los comensales todavía no se retiraron.

En la Provincia de Buenos Aires, la Bonaerense está concretando un despliegue importante, acompañada por las distintas policías comunales. Es decir, en la mayoría de los municipios la idea es que se perciba una fuerte presencia. Hay distritos en los que ya se fijó una idea de las multas, por ejemplo, 20.000 pesos para el restaurante que no cierra a las 23 y hasta 200.000 para un salón de fiestas que reúne clandestinamente a muchas personas. Sin embargo, para que esas multas entren en vigencia se requiere un acto administrativo del gobierno bonaerense. En todos los casos intervendría un juez de faltas.

En la madrugada de este viernes no hubo demasiada gente transitando entre las cero y las seis, algo que --según las autoridades nacionales-- no está claro que se haya producido porque el ciudadano está con miedo debido al crecimiento de los casos, el efecto de la lluvia, o una súbita toma de conciencia. “Veremos este fin de semana qué ocurre. Es demasiado rápido para hacer un diagnóstico definitivo”, dijeron en la Casa Rosada.