Boca jugó un flojo partido ante Atlético Rafaela, circula con dificultades en un camino muy empinado y mira con  preocupación el espejo retrovisor en el que ya ve con nitidez a algunos perseguidores, especialmente Newell´s, que quedó a 3 puntos. Antes del receso, el equipo de Guillermo Barros Schelotto avanzaba por una autopista despejada hacia el título, pero desde la reanudación del torneo empezaron a llegar algunos malos resultados (derrota con Talleres, empates con el débil Patronato en la Bombonera); algunas actuaciones decepcionantes (le ganó con ayuda del árbitro a Banfield, venció sin merecerlo a Defensa y Justicia) y se produjeron las bajas de figuras vitales (se fue Tevez a China, se lesionaron Gago y Centurión). La suma de todos esos factores le terminó por bajar la autoestima y no sorprendió que no pudiera ganar en su excursión a la provincia de Santa Fe.  

El campo de juego de Rafaela es un cajoncito de 67 metros de largo por 62 de ancho y parece más chico aun porque los arcos están casi pegados a las tribunas cabeceras. Es chico y tiene un pasto bastante desparejo, con lo que se reducen las posibilidades de que ahí se vea un buen espectáculo, pero nada de esto alcanza para atenuar el calificativo de horrible que mereció el encuentro (habría que decir desencuentro con el juego) del local y Boca. 

La mayor responsabilidad, naturalmente, le cabe a Boca por su condición de líder del certamen y porque tiene en su plantel muchas más figuras que su modesto adversario.

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Zuqui pelea por la pelota. El regreso del volante a la titularidad no tuvo relieves destacados.

En teoría, Boca apostó a abrir bien la cancha, mandar al ataque alternativamente a los dos laterales y a elaborar juego con Pablo Pérez y Bentancur, para abastecer a Benedetto, pero en la práctica pudo inquietar muy poco a Hoyos. En el primer tiempo, la única llegada de Boca no nació de la creación de juego, sino de un acertado saque desde del arco de Rossi. Pavón recibió un pase de 50 metros al pie y mandó el centro para Zuqui, que no pudo darle bien a la pelota. Y en el segundo período estuvo muy cerca cuando Pavón jugó con Fabra, que le había pasado por detrás y el centro del colombiano no pudo ser conectado por Pérez por milímetros. Muy poco por cierto para un equipo que tuvo más tiempo la posesión de la pelota (especialmente en la primera mitad del segundo tiempo) pero nunca mostró ideas para quebrar la marca asfixiante a que lo sometía su adversario. Bentancur siempre hizo una de más (o una de menos), Pérez empezó bien, pero se desinfló (lo amonestaron, llegó a la quinta amarilla) y los cambios de Bou por Benedetto y de Benítez por Zuqui no ayudaron demasiado.  

Boca no encontró la manera de llegar hasta el arco rival y tampoco mostró demasiadas consistencia en su funcionamiento defensivo. Cometió demasiadas faltas, mostró algunas indecisiones y produjo un par de rechazos defectuosos que pudieron terminar en la red de Rossi. En el último tramo del encuentro para acrecentar la idea de lo mal que jugaba el equipo porteño Romero sacó un remate de media distancia que hizo estrellar la pelota contra el travesaño. Hubiera sido el moño del paquete en el que Boca envolvió una nueva frustración.

En las últimas seis fechas Boca sacó 11 puntos (60 por ciento) y con el Superclásico a la vista (faltan tres fechas), la única alegría del domingo se la dio Sarmiento, que inesperadamente le empató a River. De todas maneras, a Boca la presión le sigue subiendo.