El Poder Judicial se encuentra enquistado y sumergido en las profundidades del sistema patriarcal y como todo grupo que se considera una “casta superior”, se aprovecha de ese poder para abusar de la ausencia de controles y de plazos que perpetúan la violencia institucional. Cómo lograr una justicia transfeminista cuando hay jueces que se resisten a la formación con perspectiva de género, que sólo fijan medidas para salvar su pellejo sin proteger la vida de la denunciante, cuando continúan dictando sentencias con la Biblia bajo el brazo, cuando las abogadas feministas se enfrentan con fiscales que reproducen el machismo en sus investigaciones.

Sin perspectiva de género, no existe la justicia”, pronunciaron desde la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem) en un comunicado ante el rechazo del pedido de reforma del reglamento de concursos de selección de magistradxs en el Consejo de la Magistratura, donde exigen capacitación en perspectiva de género como requisito excluyente.

Marisa Herrera es abogada feminista, profesora e investigadora del Conicet. En su extensa lista de trabajos, participó de la reforma del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Pero no sólo transita las paredes de mármol lustrado de la Facultad de Derecho y los espacios académicos, está también en el territorio porque para ella es fundamental que la sociedad entera sepa cómo funciona la Justicia y que eso importe tanto como importa la inflación, algo que permitirá “tener una mejor calidad democrática”.

Al final de esta entrevista cuenta que está harta de que todo siga tan estático, de lxs jueces transodiantes y del feminismo de la cancelación que rechazó su candidatura para integrar el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de la ONU, el año pasado. Dejó su cargo como asesora del Consejo del Ministerio de Mujeres porque cree que es más útil brindando capacitaciones o formando a futurxs abogadxs. Está cansada pero no para y se propone escribir las bases de una reforma judicial feminista, porque si hay algo de lo que está segura es de que el feminismo es el único movimiento que puede llegar a mover los cimientos del Poder Judicial.

“Hablar de una justicia feminista es tener más mujeres feministas en la Justicia, pero no sólo eso, es también que, en los concursos, tu currículum sea visto con esa perspectiva, es decir, si ella hizo en siete años la carrera y él en cuatro, vale igual. No es que la de él vale más, porque la hizo en menor tiempo, porque ella tuvo dos hijos en el medio, por ejemplo. Es también que haya transparencia en el Poder Judicial, que haya plazos. No puede haber sentencias que te tarden tres años o seis, eso implica una violencia de género institucional. Y también tiene que ver con que todos los jueces y juezas de hoy se formaron en las universidades que tienen una estructura donde esto todavía tampoco ha permeado. ¿Cómo atraviesa la opresión? Esa mirada no se la tiene en cuenta. Desde la Corte, todos los principios de año actualizan los números ¡Sí, somos menos las mujeres en el Parlamento, ya lo sabemos! Ahora, ¿con eso qué hago? La democracia paritaria es uno de los subpuntos de todo lo que implica una reforma judicial feminista, porque el feminismo en sí, es el opuesto al Poder Judicial. El Poder Judicial es un lugar cerrado, de corporación. Es el lugar de la familia judicial, no por casualidad nosotras hemos sido siempre muy críticas del concepto de familia, donde ahí justamente ha sido el núcleo central de las grandes desigualdades. Ahora tenemos la obligación de empezar a poner el tema en agenda. Tenemos la obligación incluso de debatir entre nosotras, qué pensamos que es una buena estructura, es decir, los cimientos básicos de una reforma judicial feminista.”

¿Cómo pensar una justicia feminista? ¿Cuáles serían los pilares?

-Creo que hay que partir de la idea de que el movimiento feminista es lo único que ha logrado hacer avances estructurales en la cultura, por lo cual tenemos una fortaleza para demostrar que el resto no pudo hacer nada. Nosotras sí pudimos. Lo otro es pensar en la estructura, el eje del Poder Judicial cuál es: los privilegios y el verticalismo. El feminismo tiene lo opuesto, la sororidad y la construcción de transparencia. Con esto quiero decir que tenemos que tener un Poder Judicial primero que sea oral, porque muchos hoy se esconden en el papel, e incluso la rendición de cuentas. Yo, por ejemplo, cada dos años voy al Conicet y tengo que decir los libros que escribí, las ideas que tuve, las charlas que di. Ellos ingresan y, si quieren, no hacen ni un curso, no rinden un examen de nada, no muestran ni cuántas sentencias hacen en cuánto tiempo. No hay control, no hay tiempo. Ellos sienten que son un poder por fuera del Estado. La única que no se capacitó según la Ley Micaela fue la Corte Suprema, se creen un poder supremo. Ese es el problema, que ellos no están adentro de la estructura, tienen que poner límites para la ciudadanía. La falta de límites con el tiempo lo utilizan políticamente. Cuando quieren hacer un guiño al feminismo, tiran un fallo rápido. No queremos más eso, porque eso es una construcción machista del Poder Judicial. Rendir cuenta para mí es transparencia, y de hecho nosotras en el Consejo Consultivo pensamos un tribunal federal, un nuevo tribunal que sea creado justamente en lo opuesto de lo que es la Corte, que no funcione en Capital Federal, sino un año en cada una de las capitales alternas. Quizás eso parece poco pero también es una ruptura muy fuerte, porque la construcción del Poder Judicial privilegiada y machirula siempre pasó por la Ciudad de Buenos Aires. Privilegio, jerarquía, verticalismo, eso es el Poder Judicial hoy y el feminismo es justamente lo opuesto en cada uno de uno estos temas, la base de eso es cómo reconstruyo un Poder Judicial sobre principios que sean de sororidad, de horizontalidad.

¿Por dónde podemos empezar para lograr una reforma judicial feminista?

-Creo que un tema central es cómo llegamos a la ciudadanía para que sepa que, así como importa la inflación, también le tiene que importar lo que pasa en la Justicia, eso hace a una mejor sociedad. A la Justicia le viene bien ser intocable cuando no interpela a la sociedad. Tenemos que lograr que, así como hicimos una cosa masiva por aborto, hacer algo masivo por una reforma judicial feminista porque, en definitiva, una mala Justicia perjudica principalmente a los más vulnerables. La Justicia es el garante último de los derechos de las personas y cuando vos tenés un Estado que no te protege por lo que sea, la Justicia está atrás. Si vos no creés en la Justicia porque no funciona, sonaste. La tarea para nuestra militancia, y es lo que yo tengo que hacer también, es sentarnos a escribir cuáles serían las bases de corto, mediano y largo plazo para una reforma judicial feminista. Con una doble construcción, de arriba hacia abajo y viceversa. De abajo hacia arriba, lograr que la ciudadanía también se anime a interpelar a la Justicia. Esto que decíamos, que importe lo que pase en la Justicia como con la inflación, forma parte de una mejor calidad democrática. Tiene que ver con una revisión crítica del sistema judicial. Esta lucha es la que más le va a molestar e incomodar al Poder Judicial. Creo que, en definitiva, la incomodidad forma parte de una de las banderas del feminismo. Venimos a incomodar, si la sociedad fuera realmente igualitaria, no estaríamos incomodando a nadie, justamente venimos a hacer planteos incómodos. Sabemos que seguimos teniendo una sociedad desigual y donde el Poder Judicial, los tres poderes, por su propia estructura menos democrática, es el que más le debe a la ciudadanía.

¿Cómo se concibe a la familia en el derecho?

-Sigue teniendo una construcción absolutamente clásica. No nos preguntamos por qué los únicos tres casos de gestación por sustitución que llegaron a la Corte Suprema para decidir hace cuatro años, comprometen a dos hombres. Hay una idea de que, si una gestante no lo quiere tener y es un matrimonio, es bueno para el chico. Ahora que una gestante no lo quiera tener y vaya para dos hombres, eso es too much. De los 52 fallos que tengo publicados al día de hoy, que los tres que hayan llegado a la máxima instancia solamente comprometen a familias homoparentales, es discriminación. O sea, el resto queda en instancias anteriores. La gran mayoría de los casos de gestación son de parejas heterosexuales, no son de parejas del mismo sexo. De hecho, salió ahora un fallo sobre embrión no implantado. ¡Están en otro planeta! sancionaste aborto en diciembre del 2020 y vos me venís a decir que el embrión es persona. Siguen dictando sentencia sobre la base de la Biblia, su formación religiosa no les permite ver que el derecho laico cambió y el feminismo ha sido clave para todo esto. También es cierto que todo esto sigue estando muy vigente, porque las mujeres que están en lugares de decisión en los Superiores Tribunales y la propia Corte, han llegado a esos lugares con la misma lógica que los hombres machistas. Hay mucho maltrato dentro de tribunales, mucho miedo, amenaza. Los casos de violencia están atravesados por los mismos patrones. Por eso la ley de ingreso democrático e igualitario que no se utiliza en el Poder Judicial sí se utiliza en la Defensoría General de la Nación, era una gran ley para que empiece a oxigenar, para que la Justicia sea en lo interno lo más parecido a la diversidad que hay en el afuera. ¿Cuántas personas trans hay hoy en Tribunales?

¿Cuál es el reconocimiento de los lazos de parentesco que hay en la Justicia, por fuera de la familia heterosexual?

-Todavía lo viejo y lo nuevo está en tensión, si bien tenés la legislación que te pone en un lugar plural, porque tiene un reconocimiento plural de distintas formas de familia. Lo cierto es que a la hora de intervenir, todavía ese pluralismo muchos no lo han incorporado. Por ejemplo, lo veo mucho en temas de adopción. La gran mayoría de casos de chicos separados de su familia de origen por abandono o maltrato, eran mujeres víctimas de violencia. No hay nada más violento que a una madre que ni siquiera puede con su alma, le terminen sacando a sus pibes. Sólo abordan la cuestión de la mala o buena madre. "¿Cómo dejó que sea violento con los chicos?" No, flaco, no podía con su alma. Se la culpabiliza y eso es violencia institucional. Poder ver en clave o con ojos de género los conflictos que hay en la Justicia te cambia el panorama. Te cambia la forma de intervenir. En cambio, ¿esto qué hace? Se sigue culpabilizando a la madre "porque no lo cuida".

Cuando fue tu candidatura en la CEDAW, cierto sector del feminismo la rechazó. ¿Te sorprendió?

-Un feminismo de la cancelación es exactamente igual de patriarcal porque es violento. Primero, en un movimiento plural nunca una candidata va a poder representar todas las voces. Ahora, poner a una feminista popular en un lugar como Ginebra, era algo histórico, porque es el lugar para cambiar un montón de cosas, pero les importó más su propio entender sobre la gestación, el trabajo sexual, que incluso son debates pendientes en el feminismo. Lamentablemente para llegar a ese lugar tenés que tener un currículum que el feminismo popular no tiene. Yo tengo una formación extraña, tengo academia con territorio. No somos tantas las que tenemos esa formación y podemos llegar a un organismo internacional, no es muy común. La extrema derecha y la izquierda fundamentalista terminaron juntando firmas para rechazar mi candidatura. ¡Debería darles vergüenza! Las cosas que me han hecho por pensar como pienso y ser abogada de la Facultad de Derecho la UBA…

Contame alguna.

-Tengo miles. Me rajaron del Posgrado de Familia de la UBA, y en el fondo también la rajaron a Cecilia Grosman por mí, porque molesto, somos peligrosas ahí adentro. Soy la fundadora de la Red de Profesoras de la Facultad de Derecho de la UBA. Yo venía con matrimonio igualitario, identidad de género, Código Civil, aborto y además soy kirchnerista confesa, es como una bomba explosiva, soy un peligro para ellos.

Contrario a lo que se cree, algunxs abogadxs me han contado que muchas mujeres que denuncian a sus parejas por violencia no quieren pasar por una denuncia penal, no quieren que el tipo vaya preso porque creen que eso no las ayuda o incluso empeora su situación económica. ¿Qué medidas alternativas al Derecho Penal existen en la Justicia Civil para resolver cuestiones de violencia de género? 

-Creo que el feminismo no punitivista se ha consolidado a la luz de todas estas reformas legislativas, hemos logrado darnos cuenta de que el Derecho Penal no sirve para resolver conflictos sociales y porque, además, sigue poniendo el énfasis en el tipo, va preso; siguen planteando medidas, intervenciones, donde a ella la seguís invisibilizando. El Derecho Penal nunca tuvo como eje escucharla a ella, preguntarle vos qué querés, a vos qué te hace sentirte segura, qué medida es la que te vendría bien. La Justicia de Familia tampoco tiene una formación para construir con la otra persona, porque eso implica el empoderamiento que sería sentirse acompañada por la Justicia para poner un límite, pero siempre preguntándole a ella. Yo veo que estamos poniendo medidas cautelares o preventivas pero, en realidad, lo hacen para salvar su pellejo por las dudas que pase algo, por ejemplo, el botón antipánico. ¿Se puede vivir toda la vida con eso? Yo estoy a favor del botón mientras sea parte de una intervención más profunda, de una construcción de fortaleza hacia ella, y por eso es importante lo territorial y el vínculo que tenga la Justicia con las redes, y también la situación económica. Porque si no, terminan haciendo cosas compartimentadas para salvarse el culo, más que porque le interese realmente ella. Hemos tenido casos como que un tipo jugador de rugby no jugara al rugby, otro que le gustaba la bailanta, no había la bailanta, un tipo que es abogado y no pagó cuota alimentaria, tenía que ir a dar charlas al penal juvenil y eso automáticamente hizo que los amigos junten la plata, o el tipo tenía vergüenza por estar escrachado en el Colegio Público del de Abogados de Mendoza. Esas medidas no punitivistas pero más de carácter social, han resultado mejor. Hay que tener un pensamiento más creativo también. Herramientas tenemos un montón, el tema es con qué ojos las miramos. Algunos piden reforma legislativa urgente. No, lo que urge es otras cabezas. El tema es que no les da la capacidad, porque también es cierto, y lo digo con total honestidad, que la media del Poder Judicial es bajísima, vos leés los fallos y son pedorrísimos. No saben escribir, el nivel que tenemos en la Justicia es muy bajo. Tenemos a un juez que dice que un embrión es persona.