Desde Lima. Se encontraron por primera vez cara a cara. El candidato presidencial de la izquierda, Pedro Castillo, y la representante de la derecha autoritaria, Keiko Fujimori, tuvieron este sábado su primer debate de esta segunda vuelta. Se trató de un encuentro improvisado, no previsto -la autoridad electoral ha organizado dos debates para los dos domingos previos a la elección del 6 de junio-, que comenzó a plasmarse solo tres días antes cuando ambos candidatos se retaron mutuamente y se confirmó recién en la tarde del viernes. Ambos candidatos se encontraron en la plaza principal de Chota, provincia de la norteña región andina de Cajamarca, en la que nació y vive el profesor y sindicalista Castillo. Se permitió un ingreso limitado de personas a la plaza, simpatizantes de ambos candidatos.

Con las encuestas en su contra por un amplio margen, Keiko necesitaba con urgencia intentar cambiar ese escenario y presionó a su rival para debatir. “No te corras, Pedro”, repitió varias veces, buscando arrinconar a su contrincante para forzarlo al debate. Picado por la candidata del fujimorismo, Castillo respondió: “Yo no me corro del fujimorismo, quien se corrió fue su padre”, haciendo referencia a la fuga del país del hoy encarcelado exdictador Alberto Fujimori en el año 2000. Urgida por debatir, Keiko terminó aceptando hacerlo en Chota, condición que puso Castillo.

Keiko tuvo el debate que buscó, estuvo algo mejor que su rival, pero no ganó con la contundencia que esperaba y que necesitaba por su desventaja en las encuestas. En la plaza hubo más aplausos y gritos de apoyo para Castillo, que jugó de local. Con su inseparable sombrero de paja, Castillo fue el primero en llegar la plaza de su natal Chota. Lo hizo puntual a la hora pactada. Keiko llegó media hora tarde.

Castillo inició el debate enviando un saludo por el Día del Trabajo. “Quisiera saludar a la señora Fujimori, pero no sé desde cuándo y dónde trabaja”, disparó desde el arranque. Keiko, a quien desde que dejó el Congreso en 2011 no se le conoce un trabajo, no respondió.

“En el Perú pasan cosas insólitas, yo he tenido que pedir licencia en mi trabajo para esta campaña y otros tienen que pedir permiso al Poder Judicial”, señaló el profesor Castillo, haciendo referencia al permiso que la candidata fujimorista ha tenido que pedir a la Justicia para sus viajes de campaña porque enfrenta un juicio por corrupción.

El candidato de la izquierda comenzó bien, pero después le faltó claridad en sus propuestas y dejó pasar más de una oportunidad para sacar ventaja. Cuando se trató el tema de la corrupción, Castillo no aprovechó la ocasión para mencionar el proceso judicial por lavado de dinero y organización criminal que enfrenta Keiko, con un pedido de 30 años de prisión. Una inexplicable omisión. Por el contrario, Keiko se puso a la ofensiva y atacó recordando la sentencia por corrupción contra el exgobernador Vladimir Cerrón, presidente y fundador del partido Perú Libre que postula a Castillo. Cuando habló de la corrupción política, Castillo mencionó “los seis mil millones de dólares que se han robado”, pero no precisó que ese robo se había dado en el régimen fujimorista.

Cuando la candidata de la derecha lo cuestionó por no presentar al equipo con el que pretende gobernar y se jactó que ella sí tiene un equipo, Castillo no respondió. Volvió a dejar pasar una oportunidad de golpear mencionando que en el equipo de Keiko hay cuestionados personajes que trabajaron en la dictadura de Alberto Fujimori, entre ellos un exministro de Economía que fue sentenciado por corrupción.

Al hablar de la pandemia, el candidato de Perú Libre relacionó su duro impacto con el modelo neoliberal que ha debilitado la salud pública, ofreció incrementar el presupuesto para la salud y cambiar la Constitución fujimorista para que la salud vuelva a ser un derecho. Keiko insistió en que los privados entren a participar en la vacunación y ofreció bonos para las familias de las víctimas de la pandemia.

En candidato de la izquierda aseguró que un gobierno suyo revisará los contratos con las transnacionales que explotan los recursos naturales para que el Estado pase de recibir el 30 por ciento de las utilidades de esa explotación a recaudar el 70 por ciento. “Basta de saqueos”, exclamó. Keiko atribuyó los graves problemas económicos no a una crisis del modelo neoliberal sino a falencias de gestión.

En el tema de seguridad, alzando la voz la candidata de la derecha insistió en que su gran oferta es poner mano dura. Castillo habló de la educación a los niños para combatir la delincuencia, pero no se refirió a acciones inmediatas para enfrentar la actual inseguridad ciudadana.

Ratificando la voluntad del fujimorismo de cambiar la historia del conflicto armado interno y ocultar las violaciones a los derechos humanos, la hija del exdictador condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad anunció que en su gobierno se retirará de los textos escolares las referencias a la guerrilla. “Se va a enseñar que lo que hubo aquí fue terrorismo”, dijo. Castillo pasó por alto este anuncio.

“No somos terroristas, ni comunistas, ni chavistas”, señaló un Castillo a la defensiva, respondiendo a las acusaciones que le lanzan desde el bando fujimorista y la derecha en bloque de estar vinculado al derrotado grupo armado maoísta Sendero Luminoso, activo en los años ochenta y noventa, y a la campaña que pretende meter miedo anunciando un gobierno “comunista y chavista” si él gana las elecciones. Ambos candidatos terminaron haciendo un llamado a la unidad.

Creo que el debate lo ganó Keiko porque estuvo más firme, clara y concreta que Castillo. Hizo anuncios como aumentar las jubilaciones o condonar las deudas de las microempresas. El gesto de ir a debatir a Chota, la tierra de Castillo, la favorece. Castillo no estuvo claro y le faltó hacer más propuestas específicas”, le señaló a Página 12 el sociólogo y analista político Alberto Adrianzén.

Un día antes del debate se conoció una encuesta de Datum en la que se reduce la ventaja que Castillo le lleva a la candidata de la restauración fujimorista. En este sondeo, Castillo obtiene 44 por ciento y Keiko 34 por ciento. Hace una semana una encuesta le daba a Castillo una ventaja de veinte puntos. Comparando este último sondeo con otro de Datum publicada hace diez días, Castillo sube de 41 a 44 por ciento, Keiko crece más, de 26 a 34 por ciento. El crecimiento de los dos se nutre de los indecisos y de los que señalaban votarían en blanco, que disminuyen de 33 a 22 por ciento.

La campaña de miedo y demolición contra el candidato de la izquierda, salida del fujimorismo y a la que se han sumado sin disimulos los grandes medios y que satura las redes sociales, que al inicio parecía no funcionarle al fujimorismo, estaría comenzando a tener impacto para posicionar a Keiko como “el mal menor”, la estrategia de la derecha para ganar