Pablo Iglesias deja la política institucional y el partido que él mismo contribuyó a fundar en 2014, para romper con el sistema bipartidista y tratar de protagonizar un "cambio" de paradigma en la política española. Casi un año y medio después de haber logrado entrar al Gobierno de España (donde fue vicepresidente hasta hace apenas unos meses), Iglesias anunció este martes que abandona la política tras constatar, a través de los resultados de las elecciones autonómicas de Madrid, que la misma figura que trató de representar el cambio en España, es hoy "un chivo expiatorio que moviliza los afectos más contrarios a la democracia".

El líder de Unidas Podemos había intentado volver a conmover a la política española cuando renunció a la vicepresidencia para presentarse como candidato “contra la derecha y la ultraderecha” en Madrid, pero esta vez el resultado fue distinto al alcanzado en 2016, cuando casi desplazó al PSOE.

Este martes, Madrid le dio a Isabel Díaz Ayuso, la representante más dura del Partido Popular, 64 diputados (más que toda la izquierda junta) y a Vox, de ultraderecha, 13 (uno más que en las pasadas elecciones, lo que le permitió quedar por delante de Podemos). Iglesias asumió lo ocurrido y decidió avanzar en una “dimisión histórica” para dejar de ser el "tapón" que impida ensanchar la base electoral de Unidas Podemos.

Aunque el dirigente ya estaba en un proceso de retirada (al que él mismo apuntó cuando dio el salto a Madrid), el plan estaba diseñado para que el paso al costado fuera gradual. El objetivo era construir y reforzar el liderazgo de Yolanda Díaz, una vicepresidenta de Trabajo "sin techo electoral" (según el propio líder de Podemos), pero sin dejar a la formación en una orfandad que pusiera en peligro ese proceso.

Las elecciones de Madrid dinamitaron esos plazos. Viendo los resultados, el secretario general de Podemos siente que debe apartarse, después de una campaña intensa y personal, donde hasta llegaron a amenazarlo de muerte a él y su familia, pero que terminó con la derecha y la extrema derecha barriendo a las formaciones progresistas.

"Los datos de participación son altísimos, hemos conseguido ese objetivo, pero no se ha traducido en lo que buscábamos, ya que se ha consolidado la derecha trumpista. Al mismo tiempo, hemos constatado un incremento de la agresividad sin precedentes del PP y de la ultraderecha, de los discursos fascistas en los medios, las amenazas de muerte y la deshumanización", evaluó Iglesias.

"La inteligencia política tiene que estar por encima de cualquier otra consideración. Ser útil para Unidas Podemos es mi mayor aspiración, pero más allá del cariño de los compañeros, es evidente que al día de hoy no contribuyo a sumar. No soy una figura que pueda contribuir a que en los próximos años consolidemos a esta fuerza política, sobre todo cuando que te hayan convertido en un chivo expiatorio hace que tu papel para mejorar la democracia en tu país se vea limitado y movilice lo peor de los que odian la democracia", argumentó.

"Dejo todos mis cargos, la política entendida como política profesional. Seguiré comprometido con mi país", anunció, para hablar de algo de lo que venía hablando prácticamente durante toda la campaña: Yolanda Díaz.

Contó alguna vez el cantautor Silvio Rodríguez que en una oportunidad, en el aeropuerto de Miami, unos trabajadores de origen cubano destrozaron su guitarra, que llevaba una pegatina del Che Guevara; unos días después escuchó informaciones en la radio con críticas muy feroces hacia su persona y hacia otros referentes de la nueva trova cubana. En ese momento, se preguntó cómo sus canciones habían podido despertar tanto odio en determinados sectores de la comunidad cubana. Esa situación lo inspiró para componer su canción El Necio.

"Dicen que me arrastrarán sobre rocas cuando la revolución se venga abajo, que machacarán mis manos y mi boca, que me arrancarán los ojos y el badajo", dice una estrofa de la canción. "Yo no sé lo que es el destino; caminando fui lo que fui", parafraseó Iglesias a Silvio Rodríguez en un adiós que el líder de Podemos disfrazó de "hasta siempre".