Desde París

 “Después de haber sufrido el despotismo de su persona, ahora debemos sufrir el despotismo de su memoria”, escribió el inmenso escritor Châteaubriant (1768-1848) en su obra más monumental: Memorias de ultratumba. Con esta frase, Châteaubriant se refería a uno de los personajes más controvertidos de la historia francesa, Napoleón Bonaparte, de quien se cumplen este 5 de mayo dos siglos de su muerte y a quien el presidente francés, Emmanuel Macron, rindió un homenaje con una ofrenda floral depositada a los pies de su tumba situada bajo la fastuosa cúpula de los Inválidos. 

Muchos hubiesen preferido escapar al “despotismo de su memoria” 200 años después, otros, en cambio, se reconocen en este personaje pequeño y turbulento, figura compleja, tiránica, expansionista y seductora que atraviesa toda la novela nacional. Entre muchas asonadas, Napoleón es el protagonista de campañas militares sangrientas (Rusia) , del golpe de Estado que, el 19 de noviembre de 1799, marcó el fin de la Revolución francesa de 1789, y de un estilo autoritario del ejercicio del poder. Pequeño por su estatura y grande por sus logros coloniales y desastres, Napoleón Bonaparte suscita enconados debates que ahuyentan toda idea conciliadora de celebración. Emmanuel Macron la asumió de lleno. 

Después del presidente Georges Pompidou en 1965, sólo Emmanuel Macron osó homenajear públicamente a Napoleón. La polémica que levantó este gesto es tanto más intensa cuanto que Napoleón, 8 años después de su abolición, restableció la esclavitud en 1802. El 10 de mayo de 2001 se adoptó en Francia la ley Taubira (nombre de la ex ministra de Justicia) mediante la cual se inscribió la esclavitud como un crimen contra la humanidad.

“Napoleón Bonaparte es una parte de nosotros”, dijo el mandatario francés. Macron explicó que buscaba realizar una “conmemoración aclaradora”. En ese intento operó como un cirujano apartando lo malo y rescatando lo bueno. El presidente destacó las “faltas” napoleónicas como el restablecimiento de la esclavitud y alabó sus cualidades de “estratega, constructor y legislador” y, agregó, al hombre que “grabó en el mármol la igualdad civil entre hombres y mujeres con el código civil y la protección de la ley para todos con el código penal”. El homenaje presidencial resulta…ampliamente generoso en lo que atañe a la “igualdad entre hombres y mujeres”. Una de las críticas más acervas que se le hacen al Emperador radica justamente en el hecho de que Napoleón inscribió la inferioridad de la mujer con respecto a su marido en el código civil. 

La línea de la justa memoria está disuelta y resulta imposible dibujar un equilibrio. Sus defensores nostálgicos lo adoran por sus capacidades de estratega militar y hasta le han puesto la corona de precursor del Estado Moderno, lo veneran como visionario y lo comparan con Alejandro el Grande, Julio Cesar o Carlomagno. Sus críticos, en cambio, quisieran alejarlo de toda conmemoración debido a su despotismo político, a los cientos de miles de muertos que provocaron sus campañas militares, al restablecimiento de la esclavitud y a la represión de la libertad de expresión. Tal vez su muerte sea el mejor resumen de su historia, a la vez tiránica y tempestuosa: Napoleón Bonaparte murió lejos de los suyos y de su país el 5 de mayo de 1821 en una perdida isla del Atlántico Sur, Santa Helena, a donde los británicos los exiliaron luego de su última y catastrófica derrota militar en la batalla de Waterloo.

El ejercicio de equilibrista en la cuerda de la historia tiene otras connotaciones si se mira a Napoleón Bonaparte desde los territorios franceses de ultramar, lejos de la Francia europea. En Guadalupe, Martinica y La Reunión muchos de los habitantes descienden de los esclavos oriundos de los delirios napoleónicos. El FKNG, Comité Internacional de los pueblos negros, repudió la conmemoración parisina: "ninguna víctima puede celebrar a su verdugo”, dijo el FKNG. Paradójicamente, Macron celebró a Napoleón, pero no asistió a las celebraciones de los 150 años de la Comuna de París. El 18 de marzo de 1871 se proclamó la Comuna de París, que fue, de alguna manera, el primer gobierno asumido por la clase obrera. Duró apenas 72 días durante los cuales se proclamó, entre muchos otros logros, la separación de la Iglesia y del Estado. La Comuna fue reprimida con sangre. En el mes de mayo del mismo año 20. 000 comuneros murieron a manos del Ejército de Versalles. Napoleón el conquistador y el esclavista tendrá más honores el 19 de mayo próximo. Ese día se reabren los museos, así como una exposición sobre los grandes momentos de su vida en la Grande Halle de La Villette.

Napoleón Bonaparte es dos cosas contradictorias: una leyenda obscura y una fábula dichosa. Entre el homenaje de 1965 del presidente Georges Pompidou y el que asume Macron ahora pasaron cinco mandatarios sin que ninguno de ellos se arriesgara a rescatar públicamente un tirano para algunos y a un héroe para otros: Giscard d’Estaing, François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande. Emmanuel Macron, el más joven y el menos insospechado de todos, intentó lo imposible.

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