Dreamland: sueños e ilusiones                  5 puntos

Dreamland, Estados Unidos, 2019.

Dirección: Miles Joris-Peyrafitte.

Guion: Nicolaas Zwart.

Duración: 98 minutos.

Intérpretes: Finn Cole, Margot Robbie, Travis Fimmel, Darby Camp y Kerry Condon.

Estreno en la plataforma Amazon Prime Video

La australiana Margot Robbie tuvo un 2019 cargado de actividades. Durante ese año se puso en la piel de una empleada ficticia de Fox News en El escándalo (trabajo que le valió nominaciones a Mejor Actriz de Reparto en los Oscar y los Globos de Oro) y en la de Sharon Tate para la recreación del Hollywood de los ’60 de Quentin Tarantino en Había una vez…en Hollywood. Lejos del altísimo perfil de estas películas, ambas con estreno en las salas argentinas, entre medio filmó este melodrama dirigido por Miles Joris-Peyrafitte y ambientado en la década de 1930 que acaba de llegar a la plataforma Amazon Prime Video. Un melodrama clásico, orgullosamente demodé, en el que interpreta a una ladrona de bancos que, mientras la policía pide su cabeza a cambio de una voluminosa pila de dólares, termina involucrada en una conflictiva relación romántica con un joven e inocente campesino.

El poster de Dreamland muestra a los protagonistas corriendo hacia la cámara, mientras de fondo se dibuja un atardecer artificioso en el que el sol cae justo sobre la espalda de Robbie. Una estética que delinea el espíritu de añoranza de un relato que, sin embargo, transcurre en un contexto no precisamente apto para los sueños y las ilusiones que promete el subtítulo latinoamericano. Se conoce como Dust Bowl al período de varios meses de 1935 en los que los estados sureños sufrieron una de las peores sequías de la historia. Por si la falta de lluvias no fuera suficiente para una región dedicada casi en su totalidad a la agricultura, las tormentas de polvo forzaron a los pobladores a encerrarse en sus casas durante semanas, mientras las pocas plantaciones que hasta entonces habían sobrevivido a la escasez de agua eran calcinadas por el viento abrasador.

Entre quienes padecen la embestida climática están los Evans, una familia conformada por mamá Olivia (Kerry Condon), el hijo mayor Eugene (Finn Cole, de Peaky Blinders) y la hija menor Phoebe (Darby Camp). Ni noticias de papá John, que supuestamente está radicado en México. La figura masculina es el nuevo marido de mamá, George (el australiano Travis Fimmel). Que sea policía y tenga los ojos celestes amenazantes –un arquetipo de villanía muy similar al de Ray Liotta– enciende las luces de alerta sobre el rol fundamental que tendrá en el desarrollo. Pero para eso falta bastante. Antes de eso el pueblo es empapelado con el rostro de Allison Wells (Robbie), que según dicen asesinó a una nena durante su huida con el botín. 

La mujer se esconde en el granero de los Evans y la encuentra Eugene, que antes de verla fantaseaba con cobrar la recompensa pero termina ayudándola primero por piedad, después porque ella le tira onda y más tarde porque juntos pueden iniciar una nueva vida en México. Entre medio sucederá lo inevitable: el progresivo enamoramiento de Eugene, la fragilidad y la culpa de Allison y algunos atracos ruteros con mucho de Bonnie y Clyde, aunque narrado con una pulcritud fría y distanciada que tiene a la arena como metáfora obvia y recurrente.