Caricaturas, ilustraciones y animaciones, se dan cita en Huellas Digitales, la muestra virtual de Alfredo Sábat que el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa ofrece a través de su página web, en organización conjunta con el Museo de la Ilustración Gráfica de Buenos Aires. Artistas, deportistas y científicos, a la par de imágenes premiadas internacionalmente, permiten adentrarse en el mundo gráfico de uno sus artífices más importantes.

“En realidad, no es que todo sea 100 por ciento digital. Pasa lo siguiente. Afortunadamente, me dedico y gano la vida haciendo lo que es mi disfrute, me pagan por hacer lo que siempre me pareció divertido desde chico, de manera tal que el disfrute es doble, porque consigo que me paguen por lo que haría de todos modos. Por otra parte, la manera de mantener ese disfrute es no hacer exactamente lo mismo todos los días. Cuando me piden algún trabajo, veo cuál es la mejor manera y técnica de hacerlo. Hay veces que es 100% digital y en otras mezclo una cosa hecha a lápiz que luego digitalizo y coloreo. Tarde o temprano, el trabajo se convierte en digital, pero uno elige cuándo”, explica Sábat a Rosario/12.

Según el dibujante, uno de los desafíos de trabajar en el medio periodístico (tal como la hace en La Nación, entre otros medios) tiene que ver con “buscar estrategias distintas para solucionar de una manera nueva cosas que muchas veces son repetitivas. Hay momentos donde todos los opinadores del país hablan de lo mismo al mismo tiempo, y día tras día tenés que ilustrar la misma noticia. ¿Cómo hacés para diferenciarla? Me acuerdo cuando seis meses antes de diciembre de 2001, todo el mundo sabía que el país se iba a la miércole y que De la Rúa terminaba mal. Todos los días me pedían imágenes así. ¿Y qué es lo que hacés? Una vez el mapa de Argentina, en otra oportunidad un gaucho, pero siempre buscando símbolos distintos. Lo bueno del trabajo periodístico es que lo que escribís hoy, en tres días prácticamente ni vos lo acordás. Hay veces en las que te terminás repitiendo, pero son gajes del oficio”.

-En esa reiteración también aparece, creo, un estilo.

-Se establece un idioma, un lenguaje, un canal que ya está abierto. Si más o menos usás las mismas frases o mismos símbolos no está tan mal, es como un guiño autorreferencial, en donde estás diciendo: “¿te acordás cuando dije algo parecido?”. Establecés que la manzana quiere decir X, y cuando volvés a ponerla vuelve a querer decir X. No tiene nada de malo. Son los símbolos que se establecen con quien ve y lee. La repetición genera un código de pocas palabras.

-La muestra ofrece muchas caricaturas y buenos ejemplos de síntesis gráfica, elijo destacar a Freddie Mercury y a Van Gogh.

-Por un lado, hay gente a la que le tengo más simpatía y afinidad, y al hacerlos el disfrute se va a notar más. Pero si sólo viviera de dibujar a la gente que me gusta moriría de hambre. Por ejemplo, cuando tenés que mirar a alguien, te guste o no, te caiga bien o mal, tenés que estudiar los gestos, no sólo si la nariz es más grande o más chica o si tiene más paradas las orejas, hay que aprender a buscar el gesto característico, aunque sea alguien a quien veas por primera vez en tu vida. Hay que mirar más de una foto y tratar de ver cómo mira, cómo levanta las cejas, y un poco tratar de adivinar qué es lo más llamativo dentro de los gestos, y si es algo muy característico, eso tiene que estar, hay que tratar de aprovecharlo. El propio oficio te aporta este olfato, con el cual buscar ese tipo de cosas; hay que aprovecharlo, sin duda.

-La muestra incluye ilustraciones temáticas; allí el problema es otro.

-Cuando te piden que hagas el dibujo para una nota, muchas veces tenés que inventar cómo contar historias que son totalmente frías, cosas de economía o de sociedad, donde no hay una cara que puedas poner y tenés que empezar a ver cómo hablar de cosas que son muy abstractas, buscar símbolos y encontrar la manera de acompañar la nota. Pero a la vez está el doble juego de que tu dibujo sigue siendo un trabajo que tiene tu firma, y si podés poner un tipo de opinión es mejor, porque también es tu trabajo. A veces te piden que ilustres una nota con la que no estás en absoluto de acuerdo y vos tenés que cumplir una función como ilustrador, ¿pero cómo hago para firmar un dibujo que acompañe una nota así? Hay veces donde elegís a propósito una imagen que sabés que tiene una lectura compartida, donde alguna gente puede entender un significado y otra entender algo completamente distinto. Podés jugar ese doble juego a tu favor. De todos modos, la gente va a pensar lo que quiera, y se puede ofender por la cosa más inocente o intrascendente. En todo caso, hay que hacerlo lo más abierto posible.

-Finalmente, también hay animaciones.

-Hay unos “time lapses” que surgieron de un encargo del canal La Nación +, cuando me pidieron unos separadores y lo que hice fueron esas caricaturas, que grababa cuando las estaba haciendo y luego, al acelerarlo, quedaba como un dibujo que se dibuja en pocos segundos. Pero las demás animaciones son cosas que hacía en mi casa cuando tenía un hueco. Así como hay gente que hace barquitos en una botella o cultiva plantas, yo en los ratos libres hacía estas animaciones. Con algunas tardé cuatro o cinco años, siempre desde el disfrute y el amor que tengo por el género del dibujo animado y por alguna gente que admiro muchísimo, porque crecí mirando dibujos animados como cualquier niño de mi época. En algunas cosas puedo darme más el gusto de hacer referencias a esos estilos, y en otras situaciones hago cosas más simples. Hay que encontrarle la variedad, en la diferenciación está también el disfrute.