En la calle, en las terrazas, por radio o por Zoom. El teatro vuelve a ocupar todos los rincones posibles en el marco de las nuevas restricciones y ensancha sus límites creativos. En ese contexto se enmarca Proyecto.ZIP, iniciativa gestada en pleno aislamiento de 2020 y coordinada por el dramaturgo y director Alejandro Tantanian.

“Un archivo impensable que sólo el teatro (nos) logró condensar”: así describen a la experiencia Tantanian y los 16 artistas que la integran. Porque el formato simula ser precisamente un archivo comprimido de datos donde se alojan piezas creativas con los más variados contenidos: cuentos audiovisuales, radioteatros, podcast, formatos epistolares, mensajes por WhatsApp, monólogos, versiones de cuentos de hadas y streaming fantástico, creaciones en grupo y otras individuales, en una emisión o en varios capítulos.

Diez piezas son las que forman parte de Proyecto.Zip, pero semanalmente, todos los viernes, el menú que se  propone a los espectadores se compone por cuatro o cinco materiales combinados de manera aleatoria, y que pueden verse durante 72 horas luego de adquirir las entradas que pueden comprarse a través de un sistema de gorra virtual.

Hal 900, de Martín Antuña y Esteban Pucheta; Adjuntalia, de Julieta Ascar y Matías Dínenzon; El secreto de tu nombre, de Lolo Avegliano; La reconstrucción de mis cuentos, de Paula Cancela; Correspondencia, de Silvia Ceriani; A definir, de Zoe di Rienzo; ¿Quién está del otro lado?, de Pablo Flehner, Valentino Grizutti, Jonathan Monroig y Belén Moretti; La casa porosa, de Estrella Herrera y Julia Tomasini; La inteligencia de los árboles, de Ana Lucía Rodríguez y La invocación de los lares, de Germán Tosto, son las experiencias escénico-textuales que se podrán disfrutar durante todo mayo. Y en Instagram se pueden consultar las fechas y obras del menú semanal.

Estrenado en la 14º edición del Festival Internacional de Buenos Aires, en febrero de 2021, el proyecto comenzó a pensarse mucho antes, en el taller de dramaturgia que ofrece Tantanian todos los años y que en marzo de 2020 tuvo que migrar a la virtualidad.

“Cuando empezamos la cursada de manera virtual nos dimos cuenta de que había un compromiso de querer estar y participar muy distinto al de otros años por parte de los alumnos. Entonces me pareció interesante la idea de armar algo. Y con los artistas que aceptaron la propuesta empezamos a reunirnos en otros encuentros”, recuerda Tantanian. “Formamos un grupo heterogéneo, entonces pensamos en construir un proyecto que permitiera la singularidad y la diversidad pero que de alguna forma evocara a estos tiempos. Y como empezaron a aparecer obras y formatos muy distintos, apareció el concepto del zip, como si el espectador recibiese un archivo comprimido en el que se pudieran descargar elementos diversos entre sí”.

El proyecto es el primero en estrenar una aplicación lanzada por Alternativa Teatral y que busca crear experiencias interactivas multimediales monetizables, una herramienta que le abre la oportunidad a muchos artistas para seguir creando. “Estos trabajos son intentos fantasmáticos de poder mantener viva la llama de la creación. El teatro presencial es irremplazable, pero quisimos preguntarnos qué hacíamos en estos tiempos”, sostiene el director que actualmente trabaja en una versión semimontada del oratorio de Händel, Theodora, que se presentará en el Teatro Colón en julio (si el contexto lo permite).

Evocar la presencialidad en un entorno virtual es, según Tantanian, el espíritu de esta propuesta colectiva. “Lo que unifica los materiales es la idea de la ausencia de cuerpo, y pensar la experiencia desde una situación en la que quien pone el cuerpo es el espectador. Y, de alguna manera, esa ausencia de la presencia física que padecemos aparece como una especie de fantasma que ronda los materiales. Nuestra intención era pensar modos escénicos sin escena pero con la esencia de una experiencia teatral vinculada al cuerpo emocional y al encuentro con la ficción. No sé qué forma van a asumir este tipo de propuestas en el futuro, pero por el momento todo lo que hacemos son sustitutos que hacen una suerte de duelo de algo que no está y que intentamos hacer como si estuviera”.

El sector de la cultura atraviesa una crisis inédita, pero Tantanian aspira a que en un futuro pospandémico lo vivido permita repensar la actividad. “El tejido cultural, social y de solidaridad del teatro va a tardar mucho en curarse. Y lo primero que vamos a ver será el paisaje después de la batalla. Pero también me parece que vamos a tener una oportunidad de preguntarnos cosas en función de la práctica y de los modos de ejercer nuestro trabajo. Estamos viviendo una suerte de intervalo, y cuando esto termine vamos a ver qué trajo de nuevo”.