Sonidos litoraleños con un manto de jazz. Tal vez sea una manera válida desde la cual precisar el nuevo trabajo del pianista Pablo Juárez. Encuentros ya está disponible en las plataformas digitales, y ofrece un recorrido sobre paisajes sonoros que el músico articula en compañía de Jorge Palena en contrabajo y Luciano Ruggieri en batería.
Encuentros fue elegido disco del mes por Club del Disco, y este halago –que hizo posible también su edición física– no es la primera vez que le ocurre al músico. Sumergido (2011), su primer álbum, contó también con esta consideración, “en una época donde todavía se vendían muchos discos; gracias a eso viajé a otras latitudes, como Europa y Japón, fui invitado a grabar en recopilaciones con músicos de Latinoamérica y Estados Unidos; eso fue tejiendo una relación que me llevó a grabar y editar mi tercer disco, Dawn of the Birds (2018), en Japón”.
La introducción japonesa es fundamental, porque Encuentros se editó también en aquel país, con el cual el músico posee una relación muy sensible. “La experiencia que tuve allí fue maravillosa. Había vendido muchos discos de Sumergido en Japón, donde también se conoció Dos Cauces (2015), mi segundo disco, que hice con Julián Venegas. Eso hizo que uno de los productores del que sería el tercer disco (Dawn of the Birds) se viniera para Rosario. Es un productor que sólo tiene cinco discos editados, pero que opera junto a otros productores japoneses que se ayudan entre sí, y organizaron un circuito de músicos contemporáneos argentinos, donde también se integraron Aca Seca, Quique Sinesi y Carlos Aguirre. Yo tenía unas ganas infernales de tocar allá, y fue la edición del tercer disco la que me lo permitió. Japón es otro mundo, me encantó, la gente es muy receptiva y abierta espiritualmente. Está abierta a dejarse conmover por nuevas propuestas y eso me pareció muy loco. A ellos algo nuevo o que no se ha visto todavía, los asombra. Me sentí increíblemente conectado, incluso con mi propia música, al verlos a ellos emocionados en cada tema. ¡Conocían mi música! Cuando terminás de dar el concierto, se arma una fila para que vos firmes el disco, y muchos fueron con mi disco Sumergido. Nunca me sentí artísticamente tan contemplado, fue muy cálido, es una experiencia que quiero volver a hacer pronto”, explica el pianista a Rosario/12.
-Algo que, de alguna manera, explica el título del disco nuevo.
-La tapa del disco es una foto que me sacó un japonés (Nobuhiko Nakamura) después de uno de los conciertos que hice allá. La usé como tapa porque el encuentro está relacionado con lo que se generó. Aun cuando a la música la compusiera antes de ir, hay algo de maduración que terminó de suceder en Japón. Allí me volví a encontrar con la artista Kotringo, que había estado de gira acá, con un concierto en el CCK y también en Rosario, donde la conocí. Ella me había regalado su disco, en cuya tapa hay pájaros, y me decía que el disco mío, el que grabé allá, Dawn of the Birds (El amanecer de los pájaros), lo tenía. Fueron encuentros muy locos. Por supuesto, en Japón la invité a tocar. Todos fueron encuentros, y creo que la foto lo representa.
-¿Y en cuanto a los encuentros con los músicos del trío?
-Están completamente relacionados. Cuando viví en Rosario, hasta los 25 años, tuve un trío con el que había hecho un homenaje al disco de Bill Evans, Waltz for Debby, donde había convocado a Jorge Palena y Luciano Ruggieri para tocar. Tocamos en Rosario dos o tres veces, en un momento donde no había tantos lugares donde hacerlo, estaba medio raro y luego me fui a Buenos Aires. Cuando volví, después de grabar piano solo con Dawn of the Birds, quise volver con el trío, porque quise continuar lo que había sucedido y darle una forma. También porque esto dice algo característico, que ya estaba en Sumergido, donde grabé ocho canciones en las que se escucha quinteto, cuarteto, trío, piano solo, dos temas cantados. De Sumergido se desprenden diferentes ramas, que fueron Dos Cauces, un disco de canciones, y el tercer disco de piano solo. Este cuarto disco, Encuentros, está grabado en trío y eso es algo que también representa un poco al primero, donde se escuchó todo y del que se desprende como una rama.
El estilo musical de Juárez se tiñe de manera consciente de sus raíces litoraleñas y de escucha mezclada y hogareña. El jazz, tal vez, sea el lugar desde el cual vincular más o menos todo, pero con las diásporas suficientes como para sentir que su música siempre es algo más y diferente. “Nunca me sentí representado ni encasillado en un estilo; de hecho, cuando hablo de qué música hago señalo que es una confluencia. Yo toco música folklórica desde chico, con bombo y guitarra; me crié escuchando folklore pero también jazz y Spinetta, gracias a mi viejo y los discos de vinilo. Esa rítmica se siente, es la rítmica del 6/8, la litoraleña, las chacareras; en el disco hay una especie de marcha camión, que es un ritmo uruguayo. Es como un trío de jazz, pero la música lo trasciende, en el sentido de que toma elementos para una música que nace más de una cuestión interpretativa rítmica de nuestra región”, comenta.
-Y que cierra con los Beatles (“Eleanor Rigby”).
-Mi viejo escuchaba, uno tras otro, discos de Mercedes Sosa, Pescado Rabioso, Miles Davis. Con los Beatles hay una relación especial, hay un cariño intrínseco, no sé si por ser una de las primeras músicas que estuvo en mi casa, pero la siento de manera lúdica; en verdad, me pasa con toda la música, pero con ellos es especial, lo siento así desde chico. Y ese tema me encanta. Así que, ¿por qué no darme este gusto, de salir un poco de mi música y grabarlo?