Cuarenteñeros, confinados (para que haya menos finados), aisladites, distanciés, perimetrálicos, alejeishons, segundaoleros; amores postergados, odios convivientes, indiferencias construidas ladrillo a ladrillo en esta larga hegemonía viral; niños que lloran porque no saben si quieren ir a la escuela o no, adolescentes que se preguntan cómo harán para cambiar un mundo tan cambiante y tan igual a la vez, jóvenes que se autoperciben viejos; esenciales y existenciales, ¿seres o no seres?, esa es la pregunta (que no la cuestión): es con everybody, with you, tibicum, con te, avec toi, mit dir.

“Estamos prisioneros, carcelero,/ yo, de estos torpes barrotes,/ tú, del miedo”, cantaba Horacio Guarany. Décadas más tarde, los encierros se vuelven más difusos; la vida, más virtual; y el miedo, virulento y viralizado. Y a veces, en nombre de la libertad, se invoca un encierro mil veces mayor: el de la trampa invisible pero letal que nos propone este microscópico asesino y sus macroscópicos cómplices neolibertarioterraplantivacús, a los que muchos empezaron a llamar “covidiotas” y hasta la RAE lo convalidó. Sin embargo..., recuerdo haber leído que los idiotas en la antigua Grecia eran “quienes tomaban un camino diferente”, no los que querían que los demás tomasen el camino del más allá, o al menos el de “no más acá”.

Porque están en juego ¡las existencias!, eso que transcurre entre el nacimiento y el fallecimiento de cualquier ser humano.

Es por ello que nuestro presidente (que lo es: "presidente" y "nuestro", lo haya votado usted o no) decidió tomar una serie de medidas que apuntan justamente a aumentar la expectativa de vida tanto de los que pensamos que debemos cuidarnos entre todos como de los que creen que la vacuna les puede cambiar el ADN (francamente, si alguien realmente cree eso, no estaría mal que se lo cambiara un poquiiito).

Como todos y todas sabemos, y el gobierno también, la disyuntiva no es “salud o economía”, como planteaban los que son partidarios de la economía –cuando es negocio– o de la salud –cuando es negocio-. Calculadora en mano, hacen día a día esa cuenta fatal en la que todos somos números.

Por eso, el presidente se decidió a tomar algunas medidas que ayuden (no dije “arreglen”, no soy “esa” clase de ingenuo) a los sectores que más lo necesitan, los que cada mañana están más preocupados por qué van a comer esta noche que por su ser esencial espiritual o cómo gustéis llamarlo. No es casual que la palabra griega “simposium” signifique “banquete” ni que los italianos digan “primo mangiare, doppo filosofare” (primero se come, luego se filosofa).

Según algunos periodistas a los que respeto, cierto sector de la oposición decidió acatar y cumplir las medidas, como si uno pudiera "decidir" si acata o no un DNU (si lo hicieron por cuestiones humanitarias, electorales o biológicas, lo sabrán ellos). Otro sector, en cambio, quizás de una mayor ironía diaboliforme, decidió colaborar activamente con la mesa de los argentinos, alimentando… los fantasmas.

Deben pensar que si lograron subir al gobierno con mentiras y quedarse allí cuatro años con mentiras, también pueden volver con mentiras.

En esa línea se ubica Maurice Chaiselongue, el ex, y para siempre ex, primer autoritario, y su exministra de seguridad clasista, Patricia Pfaizer (perdón si me equivoco en los apellidos; es que, con tanta pandemia, la memoria… mejora).

Ella insiste en comprarle vacunas verigüel a un país que no las fabrica, y, conociendo el paño, no puedo no preguntarme qué entiende en verdad ella por vacunas: quizás, si de ella dependiera, serían unas que, lejos de protegerte, te hacen “pumpum y a la bolsa”, aunque con la excusa de protegerte de alguna invasión alienigenomapuchevenezolana.

Hubiera querido que esta columna fuera sobre el 25 de Mayo, la libertad y la lucha de los pueblos contra los virreinatos, los reinatos y los colonialistas natos. Bueno, a veces, como decía Quino a través de Mafalda, “lo urgente no da tiempo para lo importante”.

Etceterexit.

Y, en medio de tanto encierro, les propongo un momento de alegría: el video “Evita, la vacuna argentina” de RS Positivo (Rudy-Sanz), disponible en el canal de YouTube de los autores. Quienes lo vean, podrán criticar (piadosamente) al autor de esta columna en su intento fallido de hacer algo que no debería ser llamado “coreo” (yo no bailo, yo... tropiezo).