La cita con la historia está cada vez más cerca. El próximo 30 de mayo comenzará el cuadro principal de la 130ª edición de Roland Garros, el torneo de tenis por excelencia sobre polvo de ladrillo, el certamen que nació en 1891 como Campeonato de Francia y que, desde 1925, lleva el nombre del reconocido piloto de la Segunda Guerra Mundial. Fallecido en combate en 1918, es recordado por haber sido el primer hombre en cruzar el Mar Mediterráneo en avión.

La Copa de los Mosqueteros tiene su propia narrativa. La Copa Davis, el centenario y más prestigioso torneo por equipos, resultó bisagra en aquella construcción histórica: los franceses René Lacoste, Henri Cochet, Jacques Brugnon y Jean Borotra conquistaron la ensaladera en 1927, por primera vez y contra todo pronóstico, ante los Estados Unidos en Philadelphia.

La normativa de aquellos tiempos arrojó que Francia, entonces, se clasificara de manera directa a la final del año siguiente, por lo que los galos debieron edificar un complejo que estuviera a la altura del acontecimiento. Así fue que los Cuatro Mosqueteros escribieron un cuento de hadas: defendieron la Davis cinco años al hilo en el Stade Roland Garros, construido en 1928 en homenaje al mítico aviador. Por aquella gesta fundacional los cuatro héroes perduran en forma de estatuas en la Place des Mousquetaires.

El sueco Björn Borg, quien ganara seis de las ocho ediciones de Roland Garros que disputó entre mediados de los '70 y principios de los '80, se adueñó durante varios años del legado mosquetero, aunque décadas más tarde Rafael Nadal destrozaría todo tipo de límites. A pocos días de un nuevo inicio, como en los últimos 15 años, el propio Rafa partirá como el gran favorito para levantar, por 14ª ocasión, la Copa de los Mosqueteros.

El número tres del mundo llegará a París con una marca de 14 triunfos y dos derrotas en la gira europea de ladrillo, la etapa del año en la que reapareció tras dos meses de ausencia y en la que suele cosechar la mayor candidad de puntos: perdió con el ruso Andrey Rublev en Montecarlo y el alemán Alexander Zverev en Madrid, pero exhibió lo mejor de su repertorio en Barcelona y, sobre todo, en Roma. "Thiem siempre es una gran favorito. Tsitsipas, Zverev y Rublev son otros que vienen bien y que pueden ser candidatos. Después, por supuesto, los que ya conocemos: Djokovic y Federer", respondió el español sobre sus mayores amenazas en el Bois de Boulogne.

El austríaco Dominic Thiem, que arribará con escasos partidos en la previa, ya jugó dos finales en París, ambas con derrota ante Nadal. Su meta es superar ese límite y por ello será el gran retador: ya le ganó cuatro veces en ladrillo, en Buenos Aires, Barcelona, Roma y Madrid, y el desafío pendiente es derrotarlo al mejor de cinco sets, una hazaña que sólo concretaron dos personas, el sueco Robin Soderling en 2009 y Djokovic en 2015.

El serbio, por caso, viene de caer en una definición vibrante en Roma contra Nadal. Ya sabe lo que es superarlo en Roland Garros, aunque nunca lo hizo en instancias definitorias -por preclasificación podría cruzarlo en las semifinales-. Con 18 trofeos de Grand Slam, es el perseguidor más peligroso del récord absoluto, hoy en manos del binomio Nadal-Federer (20).

Si bien jugará en París para agarrar ritmo con vistas al césped, Roger Federer siempre será un rival para temer. Con casi 40 años, el campeón de 2009 llegará con apenas tres partidos en los últimos catorce meses: dos en su regreso en Doha y uno de la última semana en Ginebra, donde cayó en el debut ante el español Pablo Andújar y se quedó para encarar la preparación junto con el francés Gael Monfils.

Semifinalista en la última edición, jugada en septiembre-octubre por efectos de la pandemia, Diego Schwartzman es la mayor esperanza argentina del cuadro masculino. El presente, sin embargo, no resulta alentador: apenas jugó siete partidos en los cinco torneos de la gira y sólo festejó dos veces, ambas en Barcelona. Si bien lleva cuatro caídas consecutivas, esta semana aspira a tomar regularidad en la exhibición Ultimate Tennis Showdown, en la academia del histórico Patrick Mouratoglou.

No viene en un buen momento, pero Schwartzman aspira a igualar las semifinales de 2020. (NA)

"No puedo encontrar la solución, más allá de que en Barcelona estuve un poco mejor. Trato de encontrar cuál es la razón, no sería fiel a mí mismo si buscara una excusa. Me pasó en muchos momentos de mi carrera: la única forma es seguir trabajando", reconoció el número diez del mundo, quien de todas maneras será muy peligroso al mejor de cinco sets.

Podoroska, la ilusión albiceleste

Nadia Podoroska volverá la próxima semana al lugar que le permitió saltar a la elite. Roland Garros, el año pasado, constituyó el torneo de su vida: superó la clasificación y ganó cinco partidos del cuadro para escalar, para asombro del mundo, hasta las semifinales, con victorias incluidas ante jugadoras de la talla de la ucraniana Elina Svitolina (5ª) y la kazaja Yulia Putintseva (27ª).

Nadia Podoroska irrumpió en el circuito con la semifinal de la temporada pasada en Roland Garros. (AFP)

"Trato de tomármelo sin altas expectativas. Así como lo hice en los últimos torneos, buscaré ir partido a partido y ganar confianza en mi juego. Sé que es un campeonato largo y mi meta es ir poco a poco", expresó la rosarina, 42ª del ranking WTA, quien viene de alcanzar la tercera ronda en el WTA 1000 de Roma, con un resonante triunfo ante Serena Williams, y los cuartos de final en Belgrado. Esta semana descartó jugar en Estrasburgo para descansar unos días en Alicante, donde tiene su base de operaciones, y ya tiene la cabeza en París.

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