Cuarenta años de su vida se desmoronaron en una fracción de segundo en Gaza. El librero y editor Samir Mansour camina por los escombros de lo que fue su librería, entre bloques de cementos, pedazos de papel y sillas de plásticos aplastadas. Hay 100 mil libros destruidos, desde el Corán, pasando por diversos manuales escolares hasta traducciones de Fiódor Dostoievski, William Shakespeare, Jane Austen y otros clásicos de la literatura universal al árabe. No fueron las polillas, ni la acidez del papel o del ambiente. No fueron la humedad, las goteras, las inundaciones, los tsunamis, los terremotos, los volcanes, los incendios o los robos. Fue el ejército israelí, que mató a más de 240 palestinos en once días y se incorpora al catálogo de la barbarie que implica la destrucción de libros.

El martes 18 de mayo, a las cinco de la madrugada, Samir Mansour estaba en su casa mirando las cadenas de información árabe cuando se enteró de que el ejército israelí había lanzado un aviso de que destruiría el inmueble donde está su librería. A doscientos metros del lugar se detuvo en seco y vio cómo un misil aniquilaba el trabajo de una vida, el sueño de la infancia reducido a ruinas. A principio de los años 80, Samir tenía 14 años cuando empezó a trabajar con su padre en la librería, cuya dirección después asumiría hasta crear también una editorial en el 2000. En los sótanos de este establecimiento, que se asemejaba a una cueva, también había libros de autores palestinos como Talal Abu Shawish, nacido en el campo de refugiados de Nuseirat en 1967, que ha publicado libros de cuentos y novelas como The Rest Are Not For Sale, We Deserve a Better Death (2012) y Seasons of Love and Blood (2014), entre otros.

El ejército israelí fundamentó la destrucción de la librería con el argumento que suele esgrimir cuando bombardea población civil palestina: que atacó infraestructura y casas de comandantes de Hamas. El librero y editor palestino desmiente esta versión: “Yo no tengo nada que ver con un grupo armado, con una facción política; se trata de un ataque contra la cultura. He pasado por dos Intifadas y tres guerras de Gaza (...) pero esto jamás había ocurrido, jamás la librería había sido destruida”, precisó Mansour. “Con la destrucción de Al Mansour, Gaza pierde una de sus principales fuentes culturales”, advierte Mosab Abu Toha, poeta y fundador de la biblioteca Edward Said, creada tras la guerra de Gaza en 2014. “Al Mansour es más que una librería, es también una editorial que publicaba a autores de Gaza. Los manuscritos eran impresos en Egipto, algunos libros volvían a Gaza, pero otros se quedaban en Egipto y circulaban en el mundo árabe. Ello permitía levantar el bloqueo de Gaza mediante la literatura”, agrega el poeta.

La literatura es un mercado muy minoritario en Gaza. Las tiradas locales son de unos mil ejemplares y entre los autores que publica Samir Mansour se destacan Ghareeb Askalani o Yusri al-Ghul. En la página de Instagram de la librería de Samir Mansour aparece una pregunta: ¿Qué perdimos al perder la librería? “Perdimos las historias y cuentos que albergaban los rincones, los susurros y deseos de los niños que venían a visitarnos ansiosos por llevarse lo que fuera que sus ojos inocentes eligieran –enumeran las pérdidas desde la librería-. Perdimos el olor a papel añejo y las tapas viejas y gruesas que los lectores están buscando. El olor a café que se preparaba a diario e incienso para darte la bienvenida. Perdimos las caras de los libros, cientos de miles de libros valiosos e insustituibles, que no fueron fáciles de llevar a la Gaza sitiada. Perdimos los pasos de los transeúntes ida y vuelta de estudiantes, adultos y niños. ¡Perdimos mucho, amigos!”.

Hay una campaña para reconstruir la librería que ha logrado recaudar más de 108 mil dólares. Las historias de los lectores palestinos circulan por la cuenta de Instagram de la librería. Como la que escribe la joven Yara Eid, desde el Reino Unido, donde reside: “La librería cambió mi vida, solía ir allí todos los meses con mi madre y comprar pocos libros y esperar tan ansiosamente el próximo mes para que mi mamá me comprara más. En mi habitación en Gaza, todavía tengo cientos de libros que con pasión me quedé leyendo hasta las cinco de la mañana. Esos libros cambiaron mi vida y cambiaron muchas vidas de palestinos en Gaza. Esta librería y esos libros fueron el único escape a nuestra realidad. Leí novelas extranjeras, libros de historia, poemas de Mahmoud Darwish, historias de amor y conocí a algunos de mis mejores amigos discutiendo e intercambiando esos libros. Esta librería me dio esperanzas, sueños, nuevos amigos, recuerdos increíbles y una nueva vida. Una de las primeras cosas que tenía la intención de visitar cuando regrese a Gaza es este hermoso lugar, pero ayer las bombas israelíes lo quitaron de la existencia como si admitieran que nuestros libros, nuestras esperanzas y sueños son una amenaza”.