El 23 de julio de 2003, Néstor Kirchner logró la foto que buscaba: tomó de la rodilla al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, y sonrió pícaramente buscando la complicidad del fotógrafo presidencial, Víctor Bugge. La escena había sido conscientemente buscada por el ex presidente. Así lo contó Bugge: “Fue un gesto calculado, una respuesta a otra foto que yo había sacado el 11 de noviembre del 2001, en la que Bush apoyaba su mano en la rodilla de Fernando de la Rúa”. Kirchner interpretaba ese gesto como una suerte de ejercicio de sometimiento de los mandatarios norteamericanos sobre sus colegas extranjeros. Dos años después, en 2005, hizo quedar en ridículo a Bush en medio de su visita a la Argentina con motivo de la Cumbre de las Américas, jornada que culminó con el histórico “No al ALCA”, el tratado de libre comercio que Estados Unidos deseaba imponer al resto del continente. La secuencia se invirtió ayer durante la visita de Mauricio Macri a su par estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca. Luego de un intercambio de elogios entre “dos viejos amigos”, como se definieron los dos empresarios que solían hacer negocios entre champagne y golf durante la década del 90, Trump repitió el gesto de Bush a de la Rúa y delante de las cámaras que registraban el comienzo de su reunión en el Salón Oval puso su mano derecha sobre un sonriente Macri.