Luego de recibir los mayores cacerolazos contra su gestión en las principales ciudades de Brasil, el presidente Jair Bolsonaro viajó en moto al municipio de Formosa generando hacinamiento al acercarse a saludar a sus seguidores. En la noche del miércoles, el mandatario habló en cadena nacional lamentando cada vida perdida por el coronavirus y prometiendo vacunar a toda la población adulta hacia fin de año. Bolsonaro, uno de los líderes mundiales más negacionistas sobre la gravedad del virus, subrayó que su gobierno "no obligó a nadie a quedarse en casa" y que tanto él como sus 22 ministros defienden la "libertad" y el derecho de "ir y venir" de los ciudadanos

La Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) que analiza el accionar de Bolsonaro frente a la pandemia rechazó su discurso y sostuvo en un comunicado que la reacción del mandatario llegó con un "retraso fatal y doloroso". La ruidosa protesta del miércoles ocurrió cuatro días después de unas masivas manifestaciones opositoras exigiendo la renuncia del mandatario y el mismo día en que Brasil registró 95 mil contagiados en un día, récord desde el 25 de marzo. Partidos de izquierda, movimientos sociales y sindicatos ya convocaron a nuevas protestas para el próximo 19 de junio con una consigna clara: "Fuera Bolsonaro".

Fiel a su estilo, Bolsonaro viajó en moto hasta el municipio de Formosa en el céntrico estado de Goias. Este jueves es día festivo en Brasil porque se celebra el Corpus Christi. En una gira que no estaba en la agenda oficial, Bolsonaro fue a una iglesia y se sacó fotos con sus seguidores, que acudieron en masa para acercarse al presidente. Durante el viaje en moto no usó tapabocas, pero se lo puso una vez que llegó al municipio que tiene cerca de 120 mil habitantes y 20 camas de terapia intensiva dedicadas a pacientes con covid-19. Los últimos datos locales muestran que el 85 por ciento de esas unidades están ocupadas.

El miércoles por la noche el mandatario de ultraderecha empezó su breve discurso lamentando las muertes por covid-19. Pero luego volvió a quejarse de las medidas tomadas por gobernadores y alcaldes. "Nuestro gobierno no obligó a nadie a quedarse en casa, no cerró negocios, no cerró iglesias ni escuelas y no se llevó el sustento de millones de trabajadores informales", aseguró.

Bolsonaro señaló además que "siguiendo el mismo protocolo de la Copa Libertadores aceptamos la realización en Brasil de la Copa América". La decisión de albergar la competencia generó la indignación de un amplio abanico que va de la izquierda a la centroderecha y los especialistas epidemiológicos, cuando el país vive un nuevo repunte de contagios de covid-19 que ya deja cerca de 468 mil muertes y 16,7 millones de infectados.

Más adelante el presidente dijo que "todos los brasileños que lo deseen serán vacunados" y celebró que el país sea "el cuarto con más vacunas del planeta". Bolsonaro está siendo investigado por una comisión del Senado debido a que rechazó ofertas de vacunas y apostó por remedios como la cloroquina, un antipalúdico, como política pública para animar a las personas a salir a trabajar.

Siete de los once miembros de la CPI que lo investiga en el Senado aseguraron que el discurso del presidente se debe a la "presión de la sociedad" y el "trabajo" de la misma comisión. Para los senadores, "la inflexión del presidente llega con retraso" después de 423 días desde que calificara al coronavirus como "una pequeña gripe" y optara por "descalificar las vacunas, sabotear la ciencia, estimular las aglomeraciones y conspirar contra el aislamiento".

Mientras Bolsonaro daba su discurso de menos de cinco minutos, en San Pablo se registraron cacerolazos en los barrios Santa Cecilia y Perdizes, en el centro y oeste de la ciudad y en Tatuapé, barrio de la populosa y humilde región este. Hubo protestas similares en varios puntos de Rio de Janeiro como Copacabana, un barrio elegante de la región sur, próximo a las playas más famosas de Brasil. Brasilia también fue escenario de cacerolazos, por ejemplo en el Asa Norte, donde hay un área residencial próxima a una conocida zona de bares y restaurantes.

Los partidos de izquierda y los movimientos sociales, estudiantiles y sindicales que atrajeron a miles de personas a las calles en 210 ciudades de Brasil y en 14 países durante el último fin de semana planean hacer lo mismo el próximo 19 de junio. "El tema de la Copa es un elemento más de nuestra indignación con Bolsonaro", dijo Raimundo Bonfim, coordinador de la Central de Movimientos Populares (CMP). Por su parte Guilherme Boulos, líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), aseguró: "No se puede esperar pasivamente un juicio político a Bolsonaro hasta el 2022", agregó quien también es precandidato a gobernador de San Pablo.

Tanto Bolsonaro como sus partidarios buscan pintar las protestas como un acto de campaña del el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien lidera las encuestas y se espera que se postule para el Planalto en 2022. Pero el líder del PT no asiste ni anima a sus seguidores a unirse a las marchas. Al respaldar la convocatoria de nuevos actos en redes sociales, su partido aseguró que es necesario "intensificar la movilización y tomar las calles del país".