Hace algunas semanas, el gobierno bielorruso hizo aterrizar el avión en el que viajaba Roman Protasevich, alegando una supuesta amenaza de bomba. Ni bien tocó tierra, lo encarcelaron. Hasta ese momento, el periodista de 26 años dirigía una cuenta de Telegram que llegaba a millones de sus compatriotas. En ella, denunciaba los delitos del presidente Aleksandr Lukashenko. Ahora, todavía detenido, pareció dar un viraje de 180 grados a su relato. Hace días apareció en la televisión pública local alabando los “huevos de hierro” del mandatario. Como si eso fuera poco, se autoinculpó de haber organizado las protestas del año 2020, que pusieron en jaque a Lukashenko tras haber sido reelegido por quinta vez. Su familia dice que está siendo torturado y que declaró bajo amenaza de muerte. Angela Merkel, Emmanuel Macron, Boris Johnson, la OTAN y la ONU pidieron su inmediata liberación. En paralelo, Vladimir Putin se mostró con su par bielorruso en un yate lujoso. Protasevich parece no tenerla para nada fácil, mientras buena parte del mundo se pregunta por su extraordinaria conversión.

Historia de un apriete

El joven de 26 años está sentado casi en penumbras frente al periodista de la cadena local ONT. Apenas un par de luces los apuntan desde ambos lados. De vez en cuando la imagen los toma de lejos, mostrando un estudio casi deshabitado. De hecho no hay nadie manejando las cámaras que aparecen en plano. “No me sorprendería que me llamen ‘traidor’ después de esto”, dice el joven activista. Y sigue. “Reconozco abiertamente que fui uno de los que publicó llamamientos a salir a la calle el día 9 de agosto de 2020”, reconoce. “En cuanto me presentaron los documentos, la acusación, enseguida admití mi culpa según el artículo 342 del Código Penal, organización de acciones masivas no autorizadas", agrega. También dijo que sus publicaciones en las redes sociales y en el canal de Telegram de Nexta, del que es director, provocaron "disturbios descontrolados".

Respecto al presidente, que otrora había calificado como “dictador” y “nazi”, manifestó: “Muchas cosas por las que criticamos a Lukashenko en realidad son simples intentos de presión. En muchas situaciones él actuó, y disculpen la expresión, como un hombre con huevos de hierro". Ya entre lágrimas, dijo: “No me quiero meter más en política. (...) Quisiera poder poner las cosas en orden, vivir una vida normal”. Después, se llevó las manos a la cara para cubrirse el rostro. Sin embargo, ese no fue el primer video en que se vio a Protasevich tras su detención. El 24 de mayo, horas después de haber sido capturado en el aeropuerto de Minsk, apareció el primero de ellos. Allí, en apenas treinta segundos, reveló sus crímenes. “Estoy en el centro de detención número uno de Minsk. (...) Los agentes me tratan bien y de acuerdo con la ley. Además, ahora estoy cooperando y confieso que organicé las masivas protestas en Minsk”, indicó el periodista.

Pájaro en mano

La maniobra con la que el gobierno bielorruso lo detuvo es digna de película. El periodista se encontraba junto a su novia, Sofía Sapega, en un vuelo de la compañía irlandesa Ryanair que iba desde Grecia a Lituania. Pero tuvo la desgracia de entrar en espacio aéreo bielorruso. Una vez allí, el gobierno de ese país emitió una alerta: habían recibido una amenaza de bomba de la organización palestina Hamas, por lo que la aeronave debía aterrizar. Y para asegurarse que así fuera, enviaron un avión de combate a interceptar el vuelo. Ni bien Protasevich pisó Minsk, lo detuvieron junto con su pareja.

El periodista fue un ferviente opositor al gobierno de Lukashenko. Con su colega Stepan Putilo dirigían Nexta en la plataforma Telegram, donde llegaron a tener dos millones de suscriptores. El medio tomó especial relevancia luego de las elecciones de 2020. Lukashenko había logrado una nueva reelección con casi el ochenta por ciento de los votos. Los comicios fueron condenados por la principal dirigente de la oposición Svetlana Tijanovskaya. Se habló de fraude electoral y la ciudadanía se volcó masivamente a las calles. Las protestas se mantuvieron durante semanas. Tijanovskaya fue detenida y al recuperar la libertad se exilió en Lituania. Protasevich junto a su colega fueron acusados por el gobierno de “terroristas" y de "provocar disturbios masivos", un delito castigado con hasta 15 años de cárcel, por lo que también partieron al exilio.

La detención del joven periodista en pleno vuelo generó la condena inmediata de los principales líderes de la Unión Europea (UE). La Canciller alemana pidió su urgente liberación. El primer ministro británico Boris Johnson se declaró alarmado por el video y también exigió su libertad. El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, calificó su captura como impactante y dijo que Bielorrusia había puesto en riesgo la vida de más de 120 pasajeros, entre ellos norteamericanos. La OTAN solicitó una investigación sobre el "grave y peligroso incidente".

Por su parte el dueño de la aerolínea low cost irlandesa, Michael O’Leary, sostuvo que se trató de un secuestro patrocinado por el Estado. A su vez, el gobierno bielorruso había comunicado que la amenaza de bomba llegó desde un correo electrónico de la empresa Protonmail. Sin embargo, desde el servidor de origen suizo sostuvieron que el mismo fue enviado en una fecha posterior a la captura del vuelo.

El amigo ruso

Para el presidente de Bielorrusia, la estadía de Protasevich en el extranjero no iba ser un impedimento para lograr su detención. Lukashenko ejerce el poder desde 1994 como si tratara de un reino. En cada elección a la que se presentó superó el 80 por ciento de los votos. En 1996 llamó a un referéndum para modificar la Constitución y lograr su reelección indefinida. Lo hizo con el 70,5 por ciento de los sufragios. Fue acusado de fraude y superó varios intentos del Congreso para sacarlo del poder. Además sabe explotar muy bien la posición geoestratégica que ocupa su país, ubicado entre Europa Occidental y Rusia.

Lukashenko se respalda en el apoyo que le da el presidente ruso, Vladimir Putin. El lunes pasado ambos se mostraron en Sochi. Respecto a la detención del avión donde estaba Protosevich, la portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova, sólo emitió críticas hacia los gobiernos europeos. "Nos sorprende que occidente califique de 'sorprendente' el incidente en el espacio aéreo bielorruso", dijo Zajárova en Facebook. Además señaló que se trata de un “asunto interno” de ese país. Mientras tanto, la UE sigue emitiendo sanciones contra Bielorrusia. Las mismas parecen no intimidar al mandatario. El caso Protasevich, es una muestra más de eso.