Es una voz inmediatamente reconocible, pero a la vez una voz que no significa única cosa. Desde los años '80, Gabriel Fernández Capello, el hombre que firma como Vicentico pero a quien todos llaman simplemente Gabi, viene surfeando con habilidad una ola que lo mostró al frente de Los Fabulosos Cadillacs, pero con el tiempo le permitió habilitar también una potente carrera solista, en la que desde 2002 explora una infinidad de facetas. 

Ese camino le permite al cantante y compositor entrar y salir con naturalidad de la maquinaria Cadillac, que viene de la excelente experiencia de La salvación de Solo y Juan (2016) y sus presentaciones, pero ya llevaba siete años sin retomar la senda solista. Eso se terminó con la demorada edición de El pozo brillante (Sony Music), disco en el que tanto puede cultivar jardines conocidos ("Cuando salga", "Ahora", "El plan", "Solo para mí") como explorar rumbos novedosos como en "¿Quién sabe?", el single "Freak", "Tengo miedo" o "Rima". Para decirlo en breve: el séptimo disco de estudio es un álbum inspiradísimo, arreglado de manera exquisita, con grandes canciones y un Vicentico que explota ya con soltura y sapiencia las posibilidades de interpretación.

Es, también, la excusa para una larga charla y un comienzo si se quiere jocoso. Porque en el gremio es habitual cierta "preocupación" ante una entrevista con Vicentico, que a veces parece hartarse del juego, o rematar un párrafo desdiciéndose con un "igual, es cualquiera esto que te digo". Y entonces, como hay mucho por hablar pero también cierto grado de conocimiento de cómo es el juego, vale mencionar ese rasgo tan capelliano. 

-¿Es esta la peor parte de tu laburo, te tiene hinchado la paciencia o te gusta un poco ese personaje?

-Es que es difícil a veces hablar sobre la música, y también depende con quién... lo que pasa es que a veces...

-¡Te preguntamos boludeces!

-(Risas) No, no, es que... me cuesta esa charla extraña sobre preguntas raras, no porque piense que son boludeces; también entiendo que algunos periodistas preguntan de un modo y me cuesta jugar el papel de contestar la cosa normalmente y pasar veinte minutos hablando de cualquier cosa. Pero no, este momento de hacer prensa a veces es re interesante, pensás sobre la música, sobre el momento, lo que fuere y la charla me encanta, no es que le escapo a eso, para nada. Son esas dos cosas, a veces es difícil hablar sobre la música y cuando la charla se pone tipo "por qué tal canción, por qué tal otra", empiezo a dar vueltas y puedo llegar a decir "no sé" y me quedo callado...

-Por ahí no le encontrás vos mismo la explicación: a veces las cosas solo pasan.

-Con la música y las letras y todo eso no hay mucha explicación, le puedo buscar pero a lo mejor es demasiado traída de los pelos... y por otra parte al pedo, porque siento que no ayuda, no sirve para mucho. Tal vez si yo leo de algún artista que me interesa mucho por qué tal cosa u otra me atrae, entiendo que se pueda preguntar sobre eso. Yo no sé, no tengo mucho que aportar al respecto. Igual, lo intento, eh.

-Quizás resulta más fácil cuando podés empezar a tener perspectiva, ¿no? Cuando pasa el tiempo y se decanta por qué tomaste ciertas decisiones, hiciste ciertas cosas.

-Claro, pero el hecho de estar charlando sobre el disco ya hace que pueda tomar distancia y pensar por qué tal cosa y tal otra, imaginarme más cosas que en el momento que las hice no tenía idea de por qué. Y quizá ni son muy certeras, pero algún cuento me invento, me sale.

-En tu carrera solista pueden dibujarse dos etapas, una "rioplatense" si se quiere, digamos hasta Los Pájaros (2006), y una segunda donde buscaste un modo más crooner. Era interesante ver adónde disparabas después de la última experiencia de Los Fabulosos Cadillacs y a siete años de Ultimo Acto. ¿Tuviste algún tipo de determinación, de camino que querías intentar, una idea clara de adónde podías ir?

-Sí, total, supongo que más por lo que no me interesaba. Lo que seguro no me interesaba era trabajar con un productor. No porque esté mal eso, yo la paso bien con Cachorro (López), con el que sea, me entrego a eso. Pero en este caso, por como sentía que venía música y la música en general alrededor, se me hizo muy claro, imprescindible que no había lugar para sentarme con un productor y escribir canciones con un intento de que fueran algo, estén dentro de un formato actual o no. O qué se esperaría de mí en la compañía o qué me diría Cachorro sobre un disco nuevo mío. Sería más de lo que había hecho, un poco reformado. Estoy imaginando, pero es probable que hubiera sido así. Pero no estaba ni ahí para eso, era una cuestión visceral, estaba para agarrar una compu, y del modo que aprendí en los últimos diez años a moverme con la computadora. También entablé una relación con Héctor Castillo que viene desde la música de la película que hizo Vale (Me casé con un boludo), y del último disco de los Cadillacs: una relación de entendimiento musical y sonoro, de audios, que nos entusiasma a los dos. Me puse a trabajar en ese sentido, sin ningún límite en cuanto a formato, ni a la música ni a nada.

-¿Hay una dualidad de cuando te aparece una canción decir "no, esto es más bien LFC, esto es más mío"? ¿O no existe esa especie de "compartimentación" de roles? En este disco parece haber más conexiones entre esos "dos Vicenticos".

-Una parte de la música de los Cadillacs sale de mi cabeza, con lo que es probable que haya cosas. Sobre todo la última parte de la carrera de LFC, donde yo, Flavio o Sergio traemos una canción que es su canción, pero modificada y arreglada por los Cadillacs, es muy claro eso. Hace tiempo que no componíamos juntos, y en el último disco hay cosas hechas de a dos o de a tres, pero siempre ultimamente era muy así, y era muy claro cuando una canción era mía, o de Sergio o de Flavio o de Nando. No me pasa que tengo "compartimientos", porque cuando estoy haciendo un disco solo tengo claro que soy yo solo y estoy bajo el paraguas de mí, de mis sentimientos, y voy para ese lado. Tampoco tengo tanta idea, si estoy componiendo para LFC quedo bajo ese paraguas. Pero no tengo muy claro eso, estoy sanateando.

-¿Ves? ¡Ya empezaste!

-(Se ríe) Sí, pero es un poco así...

-¿Influyó la pandemia en la toma de decisiones, con menos interacción real?

-No, el disco yo lo terminé antes, lo empecé a grabar en 2018 y lo terminé a fin de 2019. Cuando empezó la pandemia tenía el disco terminadísimo, cerrado, masterizado. Y arrancó esto y no dio para sacarlo porque era tal la incertidumbre que había -y sigue habiendo- que me parecía raro sacar un disco, sobre todo los primeros seis meses que no había manera de...

-No podías presentarlo.

-Claro, y ojo que ahora tampoco la hay, pero ahora en los últimos meses hay un poco más de cancha con respecto a cómo nos comunicamos y eso. Ya está, lo empecé a sentir viejo también, pasó mucho tiempo desde que lo terminé y empecé a sentir que si no lo sacaba se me llenaba el rígido de cosas y de ideas y no puedo seguir adelante. Necesitaba mover, escribir canciones nuevas. Hubo que sacarlo ahora porque ya había pasado mucho tiempo. Igual fue pre pandemia pero estuve bastante solo con Héctor, y después tocan un montón de músicos, una lista larguísima pero que son todos amigos, no hay sesionistas, son todos pibes y algunos señores que son... hay un par de guitarristas que me encantan, que estaban en Nueva York cuando yo estaba y podían venir: Gerry Leonard que estuvo en los últimos 15 años de Bowie y es un genio, tremendo músico y amigo; y Chris Bruce, un guitarrista negro (¿se puede decir "negro"?) que es lo más, es más guardado, no tiene tanta exposición pero es un genio. Y como ellos hay un montón... el disco tiene muchas capas, es muy para meterse y escuchar y escuchar. Lo pensé así.

-Se nota quizás más multifacético: esta la canción al modo que siempre buscaste y cosas con un pulso mucho más marcado, no sé si "tecnoso" es el término pero... hay muchos Gabis posibles.

-Sí, tiene eso electrónico, y es un disco de muchos personajes, casi tantos como canciones, hay un par de canciones que son el mismo personaje y después más repartido. Y hay cosas que son bien de banda, muchos músicos, de big band y grabado recontra analógico...

-Los caños son... ¡un caño!

-Sí, son una locura, los arreglos de caños, las percusiones. Todo eso es super analógico, pasado por cinta, y otra parte que es lo más plástico del mundo, cosas hechas con los programas más simples de compu, los que vienen por default. En la Mac hay un Garage Band que es un software para niños, y hay tres canciones que están armadas desde ahí,  recontra plástico. Pero arriba tiene un montón de toqueteo y de roña, están esos dos mundos. Tiene una pata en los años '40 o '50 y otra en el ahora.

-Lo que se agradece es que no haya "feats", que ya se volvió un recurso trillado. ¿Fue una decisión bien premeditada?

-Sí, fue re consciente, no soporto más la cuestión de los feats, y me es incómodo. Yo puedo ir a cantar al disco de otro encantado, me invita alguien y voy, copado en serio. Pero hacer venir a alguien al estudio, hacerlo cantar una canción que por ahí... me parece una pesadilla, una incomodidad, me da fobia a que después no te guste lo que grabó otra persona o que te guste pero no sabés... y es un plomo y despersonaliza todo. Porque las canciones cantadas por dos personas, salvo que sea algo que lo pensaste, que hay dos personajes cantando y la canción habla sobre eso, es medio una locura. Canciones que no tienen nada que ver, canta uno, canta el otro... y se perdió la canción. Hay casso que no, que está buenísimo dos personas cantando a la vez, pero basta, basta con los duetos, es una fórmula.

-Una burocracia de la canción.

-Es burocracia, así como es burocracia sacar una canción atrás de la otra: tengo que sacar canciones porque hay que sonar y estar. Lo entiendo, no es que me quejo de nada, al contrario, me gusta. Pero para mí es vanguardia lo que hacemos algunos. Vanguardia es hacer discos enteros, es preocuparse por el audio, es grabar un disco en un año. La norma ahora es grabar un tema en dos días en una compu y sacarlo y buscar views. No es que me horrorizo, me interesa otra cosa. Yo amo y respeto a la logia de los que hacemos discos largos, enteros, quiero estar por ese camino, no me importa nada de lo otro. Nada. Hay cosas que me encantan, pendejos de veintipico que me parecen re genios, digo "qué increíble este pibe", pero es uno, dos, tres, y hay dos millones que son nada. Y parece que eso es el mainstream y bueno, si ese es el mainstream... yo estoy haciendo discos.

-De todos modos, esto ya lo hemos hablado, vos sos un tipo privilegiado: tomás las decisiones que querés tomar siendo parte del mainstream.

-Obvio, yo soy recontra parte del mainstream, que ahora ya no sabemos bien qué es tampoco... todo es el mainstream, los artistas "independientes" ya no son tan independientes, ya no se sabe si Spotify es parte de la independencia o no, está todo mezclado. Yo soy un artista que graba para un sello grande y tengo la suerte de que me banquen en esa, que me banquen que yo esté un año y medio haciendo un disco y nadie me diga "che gordo, pará un toque", al contrario. Tengo una buena relación y quien está en la cabeza de la compañía en la que yo grabo es también old school en ese sentido. No hay que pelearse siempre con los ejecutivos, hay veces que esos ejecutivos tienen toda la onda y apoyan algo que está buenísimo. Eso en Argentina no pasa tanto, hay una tradición de pelearse con eso, pero no es así. Hay gente que es independiente y que son unos cabezas de termo peor que cualquiera que esté en la presidencia de una multinacional. Acá hay un tipo que entiende que hay un montón de artistas que tienen que grabar así y apoyan eso y yo lo agradezco, nunca nadie me dijo "che, Gabi, el disco es raro". Porque este es un disco un poco raro, por ahí si grabo un par de temas pop estarían muy contentos. Y a mí me gusta, yo voy a grabar siempre canciones pop porque me gusta, me identifico con un montón de cosas super melódicas y las puedo hacer. Pero este disco no es así.

-A esta altura no te veo saliendo naturalmente con una postura radical... no de Unión Cívica sino radical de "no, yo esto no lo voy a hacer".

-Noooo, es una discusión antigua, tonta, no es el foco, para nada.

-Es un momento de la industria muy desquiciado, de cambios, que quizá vamos a entender en diez años. Tenés la urgencia de sacar un tema en dos días pero también el interés por el vinilo, que será un negocio pero rescata lo de escuchar un disco entero.

-¡El album! Para mí es metamensaje sobre metamensaje, por eso el disco se llama El pozo brillante: arranca de la negrura total, ¿viste cuando estás mucho tiempo en un cuarto con la luz apagada y empezás a ver? Es eso. En la otra punta está todo esto que estamos hablando: no importa si es una multinacional, si es Spotify o lo que sea, eso es puro blabla, es lenguaje muerto, no hay nada ahí. Es dialéctico, es parloteo constante. Y en la otra punta hay un disco y alguien que quiere escucharlo, y el mejor modo de comunicarme es el disco entero, que tiene un montón de capas, algunas esotéricas en el sentido de que hay cosas ocultas, hay que buscarlas, escucharlas. Es un intento todo esto, no sé si llega adonde quiero, pero en el intento por buscar dentro de la música y las canciones y dentro de la vida está el camino.

-Resulta interesante lo que hacés en "Rima", que es un juego literario y que está bueno como ejercicio: qué pasa si digo esto pero en realidad no lo digo, dejarle puntos suspensivos al que escucha.

-Y tiene un "plin", me parecía un chiste gracioso decir "quiero una palabra que rime con ¡pliin!", como si fuera Berugo Carámbula. Lo que pasó con esa canción es que estábamos en un momento... no me acuerdo qué estaba pasando, pero hay muchas palabras que si uno las dice en Buenos Aires o lo que sea explotan, tienen un peso tremendo y que si las decís "Aaaah, es un horror". Pienso mucho en la política, en la prensa, en los medios, los multimedios, en las corporaciones, lo que sabemos que pasa acá y lo heavy que está ese tema; seguimos dando vueltas hace mucho sobre lo mismo y la verdad es que el poder está ahí, y parece seguir estando y manejar todo, y con todo ese rollo y el peso que tienen las palabras, es como un ejercicio sobre algo que yo pensaba. Cuando digo eso sé qué palabra estoy pensando yo, pero no la puedo decir y es una palabra estúpida aparte, pero todo termina con "in" para mí. No quiere decir Clarín ni otros seres con in, pero... no importa, son estupideces mías, pero alrededor de esas palabras no dichas se armó esa canción.

-Hoy te cagás de risa recordando el escándalo cuando los Cadillacs dijeron "nada nada, no veo un carajo"...

-Me acuerdo que en el programa de Badía estábamos tocando y cada vez que llegaba esa parte cortaban la luz y la música, no nos decían "che, no pueden decir eso", solo al final nos dijeron "che, no toquen esa canción que esa palabra no se puede decir". No la pudimos tocar por decir carajo... pero bueno, ahora ese "carajo" son otras palabras y otras frases, y el lenguaje y la palabra es ahora es tan heavy, estamos llenos de palabras y palabras y palabras que me llama la atención.

Todos adentro

-¿Cómo venís bancando, viviendo, resolviendo hacia adentro esta situación absolutamente inédita, y la neurastenia? ¿Cómo hacés para mantener al menos un pie en la tierra, con este bombardeo de hiperinformación y desinformación, el grado de delirio en las redes?

-Es inédito, sí, y es increíble que finalmente haya sucedido lo que sentíamos que estaba por pasar. Era un poco obvio que en algún momento todo iba a explotar por el aire (risas), está sucediendo. Todas las teorías conspirativas... yo abono a todas. Todas. Todas me caen bien, todas me gustan, todas las pienso, nada me gusta más que las teorías conspirativas y algunas las veo con bastante asidero. Digo y esto y aclaro que por supuesto que sé que es un momento de mierda para mucha gente, pero que me obliguen a encerrarme me pareció una gran experiencia, de verdad, y la pasé bien. Que me digan "te tenés que quedar adentro", quedarse preso pero con un montón de comodidades... no tengo ningún problema, dejo todo lo que estaba haciendo, dejo de trabajar, de viajar, de ganar plata, de lo que fuere, me dedico a estar en mi casa, limpiar, cocinar. Cuando se pudo salir un poco salí mucho a andar en bicicleta por la ciudad vacía, volver a ver Buenos Aires desierta como cuando era chico que no había autos, fue una experiencia increíble. Me cuido mucho, no hago estupideces, no tengo susto, nunca hice cosas raras. Entiendo que es un momento horrible para mucha gente y eso también es angustiante. Pero es el momento ideal para que gente como yo que está trastornada empiece a sacar conclusiones. 

-¿Cómo es eso de las teorías conspirativas?

-Yo no puedo parar de ver a Bill Gates vaticinando pandemia o final de la pandemia y decir "está a la vista quiénes son": el que más sabe sobre esto es él, que es el dueño de todo, el que más facturó, es un chiste. Lo tenés ante tus ojos. Uno que está hablando de cuando empieza y cuándo termina y todos decimos "ah, mirá como sabe", pero nadie piensa por qué sabe. Ese tipo de cosas, no paro de pensarlas (se ríe). Justo antes de la pandemia estábamos en una playa de Uruguay y una noche vimos pasar una hilera de treinta platos voladores y nos explotó la cabeza... ¡y eran los satélites de Elon Musk que transportan internet! Una estrellas raras en el cielo, y eran los satélites, y las compañías de internet explotaron, fueron de las que ganan más plata que nunca... Me estoy delirando, perdón.

-No tanto. En muchas charlas con artistas sale la certeza de que la pandemia puso frente a los ojos muchas cosas, que profundizó lo peor y lo mejor de nosotros.

-Estamos viendo eso, tal cual. Vemos chiflados enloquecidos en la calle, acá en Buenos Aires todo el tiempo, gente sin barbijo gritándose en la cara, descuidando todo, y gente re buena onda, pensándose y ayudando. Se puso muy a la vista la locura de las redes, la locura de internet y la comunicación vacía constante, una especie de macromente que no puede parar de hablar y hablar y hablar, y por abajo están pasando cosas interesantes. Por eso está bueno escuchar un disco entero, y lo siento como vanguardia. En esta parte somos unos cuantos que hacemos discos, y estamos unidos trabajando. Como la gente que hace películas, que está filmando uno o tres, cuatro años. Eso es interesante. Comunicarse de algún modo, encontrarse con una canción que te identifica.

-Hay que decir una vez más esa obviedad: la música hace bien, punto. Y en este momento quizá la necesitamos aún más.

-Totalmente. No es ingenuo, la música, la poesía, las letras, hacen bien en el sentido de que cuando te identificás con la canción sentís que hay otro igual a vos. Te saca de esa soledad demencial que somos los humanos, te encontrás con otro que está solo y piensa parecido, que siente parecido, y florecés como humano, sentís que el mundo es algo lindo, y que aunque sea triste está lleno de flores y de brillo, el pozo brillante. Cuando estaba grabando sentía que como pasaron tantos músicos y el disco fue grabado... acá era verano y en Nueva York había nieve y había días en que quizás eran las 4 de la tarde y ya era de noche, y estábamos con la luz apagada grabando y eran brillitos, como personas hermosas que pasaban a tocar un poco de música, y dejaban una cosa preciosa. Eso es la música. Te pasa mucho cuando tocás con músicos que no hablan el mismo idioma, y te conocés un rato por la música y descubrís que tenés un hermano espiritual. A mí me encanta eso, y por eso escuchamos tanta música, sin parar. Y de repente aparece un artista nuevo que te dice eso, y tiene veintipico de años y decís "acá hay otro chiflado más que está naciendo y mostrando su música." Con todas las artes pasa eso, pero con la música es más claro, es muy directa.

-Sin necesidad de intentar hacer futurología, ¿qué te gustaría que quedara de todo este quilombo, qué aprendizaje para los seres humanos?

 

-Ufff, bueno, qué sé yo. Tengo mis pensamientos al respecto pero no sé... tuve un momento durante la cuarentena dura que sentía que los humanos estábamos re cambiando, que estábamos más cuidadosos, que nos pensábamos más, que todo lo que hay en el mundo es pasible de ser cuidado y querido, las personas, los animales, las plantas. Después cuando pasó un poco de tiempo me di cuenta que... (se ríe) que no solo no era así sino que podíamos estar mucho peor. Tal vez sea la oscuridad previa a un cambio. A mí todo esto me hizo bien porque me hizo pensar mucho. Sé que no voy a volver a hacer cosas que hacía antes. Solo voy a hacer lo que tengo ganas, lo que quiero y del modo que yo quiero y no me importa nada. No lo digo de engreído, no me importa nada de verdad. Lo digo bien, con alegría. Y sé que hay un montón de personas alrededor a las que les pasa lo mismo, no les importa nada más que hacer las cosas con amor, cariño, tiempo. No estar manejados por los tiempos de nadie. Ese es un cambio, y quizás por ahí se empieza. Es un modo, y ese modo creo que no hay que cambiarlo más, vino un poco con la cuarentena. Hay cosas mucho más densas o importantes que si llego tarde a alguna cosa. En un momento nos dejamos de comunicar creyendo que nos comunicábamos. Dejé de hablar boludeces en los grupos de Whatsapp, un momento en que se silenció todo, nos quedamos un poco más para adentro, y eso me gustó mucho. Me reconocí como alguien que puede vivir de ese modo, y a esta altura no estoy para volver a como era.

Imagen: Nora Lezano.

 

Un viaje en Cadillac

La salvación de Solo y Juan, el disco con el que en 2016 Los Fabulosos Cadillacs cerraron la pausa iniciada en El arte de la elegancia (2009), fue otra fuente de satisfacciones para la banda: un disco contundente, coronado por grandes shows en el Luna Park y giras al exterior que incluyeron una presentación en el teatro del Madison Square Garden. Quedó pendiente una presentación en el Lollapalooza suspendido el año pasado, que se concretará cuando vuelva la actividad en vivo en la Argentina. "Lo del Lolla si se hace estaremos, pero como no hay información sobre eso nos ofrecieron actuar en el River Fest de Chicago y algún otro show, creo que en Miami, y todos dijimos que sí al instante, porque es una alegría juntarnos y sobre todo volver a tocar. Nos juntaremos en agosto y en principio será solo eso, no creo que hagamos mucho más este año y no sé si en el que viene, pero siempre estamos abiertos a lo que sea", cuenta Vicentico, que señala que para la banda sigue siendo absolutamente natural reencontrarse aunque haya pasado tiempo desde la última vez. "Yo viví esta última etapa con mucha, mucha alegría, mucha emoción, con mucha energía por parte de todos. La pasamos genial", señala sin dudar.

"El de este disco fue un tiempo bastante largo, porque lo grabamos y después salimos de gira y fue hermoso, alucinante", amplía el cantante. "Es verdad que cada vez que volvemos es como si no hubiera pasado tiempo en el medio, que parece raro pero es bastante natural porque todos pertenecemos ahí, es casi obvio... es como cuando te encontrás con alguien con quien fuiste a la primaria o la secundaria y te hablás como si el tiempo no hubeira pasado. Es como casa, y cada vez que nos juntamos sucede eso." 

 

 

Vicentico en el cine

En los intereses de Vicentico hay un lugar para nada menor referido al cine. Más allá de su debut en 1000 Boomerangs (Mariano Galperín, 1995), donde se limitó a "hacer de" músico, Gabi supo brillar como actor en Silvia Prieto (Martín Rejtman, 1998) y sobre todo en Los guantes mágicos (también de Rejtman, 2003). Pero desde entonces solo hubo un cameo en Me casé con un boludo (protagonizada por su esposa, Valeria Bertuccelli), y cabe preguntar por qué no ha habido nuevas apariciones. "No está para nada cerrado, me encantaría", dice. "Me gusta mucho actuar, me gusta mucho la clase de concentración que se necesita para hacerlo, independientemente de que después pueda rendir para determinado personaje. Pero me interesa mucho la actuación, me encantaría que me sigan llamando para distintos proyectos." ¿Y acaso no lo llaman, habiendo demostrado ya que sabe y puede? "No sucede, es por eso que no lo hago... o sucede cada tanto, alguien piensa en mí para alguna cosa pero no me gusta lo que piensa o no me identifico con lo que me proponen y entonces no lo agarro. Pero tampoco es que me ofrecen mucho." De todos modos, Fernández Capello se ve involucrado en ese mundo no solo desde la interpretación: "Me gustaría generar proyectos. Me interesa mucho el cine, la actuación, la dirección, las películas. Creo que sería un genio de la dirección... pero no lo hago."

 

Rescatando a Nina Simone

Vicentico suele incluir algún cover en sus albumes, y esta vez no fue la excepción, y la elección fue un gol al ángulo: "No tengo" es una soberbia versión de "Aint' Got No, I Got Life", canción registrada por la estadounidense Nina Simone en 1968 para el disco 'Nuff Said!. "Es una canción que conozco hace mucho, siempre me gustó mucho la música, la letra, el estilo. Y es una canción que está en la ópera rock Hair, y un día estábamos en el estudio y la banda estaba armada porque estábamos grabando otras canciones. En mi Instagram yo sigo una cuenta de jazz y justo apareció esa canción, y me puse a tocarla en un costado, como a sacarla pero para boludear, no para tocarla. Y estaba Chris Bruce, que su vieja había cantado en un coro gospel y conocía la canción al dedillo. La empezamos a tocar y decidí grabarla, escribí así nomás una letra pero se empezó a poner super seria, y me traje la versión para acá, le hicimos unos arreglos de caños y los que tocan son los caños de The Roots, con lo que es bastante gospel... y quedó hermosa."