El platense Julio Velasco, exentrenador del seleccionado argentino de vóleibol masculino y bicampeón mundial con el de Italia, admitió que lo "afectaron mucho" las muertes de Diego Armando Maradona y Carlos Timoteo Griguol a la vez que reveló que le gustaría "darle algo de nuevo" al país en una entrevista en la que recorrió varios temas, desde la "ideologización" de la pandemia hasta su categoría de mito del deporte que lo llevó a la fama.

"Las de Maradona y la de Griguol fueron dos muertes distintas que me afectaron mucho", aseguró Velasco, de 69 años y actualmente a cargo de los seleccionados juveniles azzurris, al recordar su relación con el Diez y el emblemático técnico en diálogo con Télam desde Italia.

La pandemia

- En abril del año pasado, apenas comenzó la pandemia, dijo "esto es un triatlón y hay aguantar". ¿Aguantó?

- Sí, yo aguanté. Estaba en una condición privilegiada. Aparte, estoy muy entrenado. En mi vida soporté muchas cosas más difíciles que esta pandemia. En Italia, en Argentina y otros países hubo gente que no se la bancaba y no respetaba las reglas, teorizando sobre que esas reglas no eran correctas. Es difícil juzgar: una cosa es aguantarlo yo, en mi casa con mi mujer, y otra con dos o tres chicos en un departamento chiquito. No se puede juzgar al que está en condiciones diferentes, fue muy dura para mucha gente. Una cosa es decir "muchachos, es muy dura, aguantemos lo más que podamos" y otra es decir "no pasa nada, es todo un invento". Lamentablemente, en todos los países se ideologizó este problema. Y eso me parece una cosa absurda. La paradoja es que en los últimos veinte años se habló de la muerte de las ideologías y resulta que se ideologiza el modo de jugar al fútbol, cómo se ve la pandemia, se ideologiza todo. Uno se puede equivocar, o no, en el modo de ver el problema de la pandemia pero que se divida políticamente como verla me parece que no tiene mucho sentido.

- ¿Su formación y apego al método le sirvieron para afrontar la pandemia?

- Me ayuda siempre una actitud o método que es "no pensemos mucho en lo que no se puede hacer y sí en lo que se puede hacer". Esto fue un motor de mi vida en lo personal y lo profesional. Y en esta pandemia apliqué de nuevo esto. Como federación hicimos preparación física con tres grupos que sumaban 130 jugadores, usando la tecnología. Los chicos ponían sus celulares y hacían los ejercicios durante una hora, una hora y media, todos los días, de lunes a viernes y los entrenadores y preparadores físicos los miraban desde sus casas y corregían. Lo hicimos durante tres meses. Después, cuando se empezaron a jugar, a puertas cerradas, los partidos de Superliga, todos miraban en la RAI y los comentaban con sus entrenadores. Era un momento social también.

- En 2020 expresó que "los lobos están bajando de la montaña con la baba en la boca y los perros se van a pelear por un hueso". Quince meses después de pandemia, ¿ratifica ese concepto?

- Sí, lamentablemente, sí. Se está viendo: están recrudeciendo las tensiones internacionales, situaciones de violencia familiar, políticas que se extremizan y sobre todo que todavía no se vieron todas las consecuencias. Espero equivocarme pero hasta ahora los países tomaron medidas de frenar, por ejemplo, los despidos. En Italia todavía no están permitidos. ¿Qué va a pasar cuando se permitan?

Diego y Timoteo

- ¿Lo afectaron las muertes de Maradona y Griguol?

- Sí, mucho. Cuando entrenaba a la Selección Argentina fui a la fiesta de Ferro y ahí lo vi a Timoteo. Lo vi muy mal. Fue un gran entrenador y una grandísima persona. Es alguien que dejó una herencia cultural más grande de lo que mucha gente cree. Como lo fue (Osvaldo) Zubeldía. Técnicos de equipos chicos que marcaron mucho el modo de entrenar y jugar. Como (Alejandro) Sabella también. Después están los tótems más grande. Y lo de Diego… Yo escribí una carta. En Italia la gente lo respeta y lo admira y nosotros lo queremos. Esta diferencia creo que es la clave de lo que nos pasó a todos con Maradona. Con sus defectos. Creo que es una persona más querible justamente porque ni siquiera era algo parecido a la perfección, ni cerca. Eso hace identificar a la gente con él. Todos tenemos debilidades, mezquindades. Las de él eran públicas constantemente, las de uno no tanto. Para mi tuvo un valor extraordinario, más allá de su grandeza futbolística, que se la reconoce hasta el que lo odia, que es el hecho de que fue un compañero ejemplar, querido por todos. Eso no es algo habitual. Es más, es algo cada vez más raro porque hay cada vez más divismo e individualismo. Él era increíble en ese punto de vista.

- ¿Lo conoció personalmente a Diego?

- Sí, en el estadio de Roma, me lo presentó un periodista italiano que lo entrevistó muchas veces. El sabía de todos los argentinos que estábamos afuera. En eso también era increíble. El sabía todo de los tenistas, de los voleibolistas, los del básquet. Me saludó como si me conociera de toda la vida. Es una cosa… Un tipo especial, era realmente un tipo absolutamente especial y con valores que a mí, digamos. El hecho de que se drogara, yo siempre lo digo… Nadie es indemne a que el propio hijo se pueda drogar. No digamos pavadas de que depende de cómo lo educamos. Nos puede pasar. Nadie puede decir no, a mi no me puede pasar. Porque es un tema muy complejo.

El vóley y la dictadura

- ¿Se imagina que hubiera sido de su vida sin el vóleibol?

- A mí, el vóley me salvó. Porque en los años '70 además era muy difícil para mí encontrar algo que me entusiasmara. No pude terminar la facultad, no podía estar en mi ciudad por la dictadura, no podía ver a mis amigos, no podía ver a mi mamá. Entonces, claro, el vóley me salvó de la depresión porque era cada año un equipito mejor y me encontré creciendo en medio del horror, porque sino yo hubiera estado adentro del horror todo el tiempo. Tuve esa suerte de encontrar en el vóley algo que me dio entusiasmo de nuevo y que me dio ganas de progresar y de mejorar. Obviamente me tenía que mantener. Yo no tenía plata ni nada pero no me quería ir del país. Yo había sido militante, vivía cuidándome mucho y nadie sabía dónde estaba mi casa y demás. Pero me parecía injusto irse apenas la cosa se ponía mal y la gente común digamos tener que bancársela. No quería irme del país y logré encontrar en el vóley algo que me dio entusiasmo de nuevo.

- Le quedan seis materias para recibirse en la carrera de filosofía en la Universidad, ¿volverá a La Plata?

- No, no, no. Cuando estuve el primer año en Italia, que fue cuando volvió la democracia, un íntimo amigo mío con el que estudiábamos llegó a ser decano de la facultad y yo volví tres días a Argentina para estar presente el día que asumió y él me preparó todos los programas y la documentación para que yo terminara y ahí lo pensé bien y tomé una decisión estratégica que creo que fue acertada: dije por qué voy a dedicar este tiempo a ser profesor. Yo ahora soy entrenador y todo el tiempo se lo voy a dedicar a estudiar lo que necesito para ser un buen entrenador. Y así hice.

Los mitos del deporte

- (Luciano) De Cecco (referente del equipo argentino que competirá en Tokio 2020) manifestó "los grupos van y vienen, pero nosotros todavía estamos bajo la lupa de Seúl '88. Hasta que no logremos algo no creo que quedemos a la altura de un grupo grande porque Argentina es exitista". ¿Qué opina?

- Mmm, digamos que en parte es verdad, en parte… En el sentido de que acá, en Italia, también pasa con el equipo que dirigí; que se compara con ese equipo siempre y me parece algo injusto. Porque todos los países han tenido un momento. Creo que es algo injusto, pero no es un problema del exitismo. Para mí es un problema que se crea un mito y todos los mitos son medios falsos, ja. El tema es que no le pese a ellos, o sea, si yo hubiera leído esta frase de Luciano en la época en la que yo era entrenador de la Selección hubiera hecho una reunión y les hubiera preguntado: ¿a ustedes les pesa? A mí, no. Porque no tiene que pesar. No me gusta alimentar los mitos. Por que el mito no sirve, el mito es algo que separa. ¿Los chicos que juegan al vóley qué hacen con el mito? Nada.

- ¿Lo incomoda que lo pongan en ese lugar?

- Sí, sí, me incomoda. Y lo digo porque el ejemplo sirve, no el mito. El ejemplo sí, hablar de qué hicieron esos jugadores, qué hizo ese grupo, qué resultado obtuvo, qué es lo que se hizo. Por ejemplo, en el '82 (Mundial disputado en Buenos Aires), después de que ganamos se creó un mito que fue una de las cosas peores que le paso al vóley argentino. Tanto es así que por muchos años el vóley argentino sufrió mucho porque el mito era un grupo de fenómenos que se entrenó en condiciones pésimas pero como era un fenómeno lograron salir terceros. No fue así para nada. Ese equipo se entrenó dos años sólo para la Selección sin entrenar en los clubes. Viajó por el mundo como no lo hizo ningún equipo de vóley ni antes ni después.

La Selección

- Después de que Argentina conquistó la medalla de oro en los Panamericanos de Toronto 2015, en su primer título desde que retornó al país para dirigir al equipo en 2014, dijo: "Volví a la Argentina para esto, sentía que se lo debía". ¿Sigue pensando que ya cumplió con Argentina?

- No. Yo nunca pensé que había cumplido con la Argentina, pero la sensación que tuve con ese oro fue que algo había logrado. Me gustaría darle más. Lamentablemente me tuve que ir por una cuestión de salud de una de mis hijas y no pude. Me gustaría. Extraño mucho. Me gustaría volver a trabajar en la Argentina. Pero ya es tarde, no creo que se vuelva a dar esa posibilidad. A mi me gustaría darle algo de nuevo a la Argentina. Me gustaría y quiero hacerlo a través de dar un curso. Ahora con la pandemia se paralizó todo pero algo voy a hacer.