El partido entre Alemania y Hungría, por la Eurocopa, suscitó una serie de manifestaciones y controversias, ya que en las calles, medios y redes sociales los alemanes desplegaron su apoyo al colectivo en rechazo a leyes húngaras discriminatorias de minorías sexuales y a la decisión de la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA) de no permitir iluminar con los colores arco iris el estadio donde iban a jugar, algo que sí sucedió en otras canchas.

La UEFA, en apuros, salió a decir que aceptaba la "diversidad" aunque históricamente no permite las demostraciones políticas y religiosas. Un activista se metió en la cancha con camiseta alemana y una bandera arco iris mientras sonaba el himno de Hungría. Miles de estas banderas (11.000) fueron repartidas en los alrededores del Allianz Arena en el Mes del Orgullo.

Además, ante la negativa de iluminar el estadio, el edificio del Ayuntamiento de Múnich sí prendió sus luces con los colores del Orgullo como así también otros estadios alemanes, el Olímpico de Berlín y los de Frankfurt, Colonia, Wolfsburgo, Augsburgo y Darmstadt.

Aunque al fútbol masculino, el deporte más hegemónico y profesional, le faltan referentes LGBTI+, los jugadores alemanes también apoyaron la lucha -con algunos gestos- en el encuentro que le permitió a Alemania el pase a octavos de final, mientras ultras húngaros de la llamada Brigada de los Cárpatos, coreaban "¡Alemania, Alemania, homosexual!".

El arquero Manuel Neuer, quien siempre defendió públicamente la diversidad y la inclusión, utiliza desde el inicio del torneo la cinta de capitán con los colores arco iris de la bandera del orgullo. En tanto, León Goretzka festejó su gol dedicándoles un corazón con sus manos a los hinchas húngaros, que durante el partido cantaron proclamas fascistas, y después declaró que "vamos a pelear contra el racismo y la homofobia. Hay que esparcir amor".