El gobierno de Salta anunció ayer que la empresa de capitales coreanos Posco, que ya trabaja en etapa piloto en la Puna salteña, compró un predio en el Parque Industrial Güemes para instalar una Planta de producción de Carbonato e Hidróxido de Litio, y la semana próxima se concretaría otro mega proyecto de una multinacional de China.

En la reunión en la que se rubricó el boleto de compra venta del predio en donde se instalará la planta de tratamiento de litio, el ministro de Producción y Desarrollo, Martín de Los Ríos, destacó que avanzar en el agregado de valor a los recursos naturales de la provincia es el objetivo que tiene el gobierno como camino “para el desarrollo y la generación de fuentes de empleo”.

La firma coreana suma su segunda planta en la región, la primera está ubicada en la zona norte del Salar del Hombre Muerto, que Salta comparte con Catamarca. Allí, se extrae y purifica el litio proveniente de la salmuera, para producir fosfato de litio. Que luego se transportará por tren hasta la nueva planta para realizar el proceso de producción de carbonato e hidróxido de litio.

De esa manera, la empresa avanza hacia la etapa comercial, con una inversión que asciende a los USD 807 millones en total, de los que se destinarán unos 600 millones para su planta en la Puna y otros 200 millones para la planta en el Polo Industrial de General Güemes. Y según los datos oficiales, generará entre 30 y 100 nuevos empleos directos que se sumarán a los 300 que trabajan en la actualidad.

El director de Posco Argentina, Sung Kook Chung, explicó que en Güemes “se construirá una planta de downstream (refinamiento), que consistirá en seguir elaborando el primer producto obtenido que es el fosfato de litio, en carbonato o hidróxido de litio para exportar”. Calculan que a fin de año podrían estar haciendo los primeros movimientos en la planta.

La próxima semana también se sumará otra empresa al Parque Industrial Güemes. Se trata de la china Ganfeng, que invertirá USD 580 millones en una planta de explotación en la Puna y otra de tratamiento también en Güemes a partir de agosto.

La secretaria de Minería de la provincia, Flavia Royón, en diálogo con Salta/12, sostuvo que la obtención de hidróxido de litio en Salta sería el primer antecedente en el país, ya que es un producto de mayor rentabilidad. Y consideró que la posibilidad de avanzar con la fabricación local de baterías es aún muy lejana por la “distancia tecnológica y de insumos existente”.

La funcionaria describió que una batería eléctrica contiene entre el 3 y el 10% de litio, “todo lo demás tiene otros componentes como cobalto, que Argentina no tiene”, sumado a un desarrollo tecnológico equiparable al que tienen países como China. “Es otra industria el desarrollo de la batería de litio así como el de los autos eléctricos”, detalló.

Aclaró también que en la primera etapa de extracción del litio de la salmuera “ya hay un proceso industrial con desarrollo tecnológico importante”, al que se sumaría el posterior refinamiento “para aportar mayor valor agregado obteniendo el hidróxido de litio”, que se realizará en la planta de Güemes.

El debate sobre el modelo

Las últimas semanas se abrió el debate sobre cuál debería ser el modelo a seguir por el país en cuanto al uso y explotación de este recurso tan preciado y cotizado en el mundo, y funcionarios provinciales pegaron el grito en el cielo advirtiendo que la Constitución les da derecho a decidir cómo explotarlos.

Sin embargo, en ningún momento se habló de nacionalización, aunque sí de declararlo un recurso estratégico para priorizarlo y sobre todo darle valor agregado de origen nacional y que el avance en ciencia y tecnología quede en el país.

Argentina, junto a Bolivia y Chile, integran el denominado “triángulo del litio” que concentra más de la mitad de las reservas del mundo. Y el país, con en la zona de Salta, Catamarca y Jujuy, ocupa el tercer lugar, por detrás de Chile y Australia, el principal productor del mundo.

Hasta aquí hay solo dos proyectos en operación, el del Salar de Olaroz en Palpalá, Jujuy, bajo explotación de Orocobre y Toyota Tsusho. Allí también tiene una mínima participación la empresa público privada JEMSE, con un 8,5%. El otro emprendimiento está ubicado en el Salar del Hombre Muerto de Catamarca, bajo la ya conocida firma estadounidense Livent. Pero hay 18 emprendimientos avanzados y 40 en etapas preliminares. Entre ellos, la coreana Posco y la china Ganfeng.

El litio es uno de los recursos que más creció en los últimos años de la mano del Acuerdo de París de la ONU para reducir la emisión de gases, y se usa para la fabricación de las baterías de celulares, computadoras portátiles, en la industria metalúrgica, automotriz, farmacéutica y del vidrio.

Pero el debate se abre a la hora del rol que quiera ocupar la provincia y el país, si seguir siendo un mero productor de materia prima con un modelo extractivista o avanzar en el agregado de valor nacional. En la actualidad, solo se produce el mineral en grado técnico, como carbonato y cloruro de litio. De acuerdo a informes de la Secretaría de Minería, esas exportaciones representaron USD 189 millones en 2019.

Sin embargo, algunos cálculos realizados por la minera Livent indican que con un procesamiento más, se obtendrían mayores ganancias. La renta obtenida por el carbonato y el cloruro de litio constituye solo el 5,74% del total, mientras que productos derivados como el hidróxido de litio, cuyo refinamiento se efectúa en las filiales de Estados Unidos, China o Gran Bretaña, dejan más del 55%.

Los empresarios locales y regionales no ven posible ese tipo de avance debido a que los costos de inversión y los laborales son muy altos. Así lo aseguró desde la Cámara de Empresarios Mineros, Alberto Carlocchia, y lo ratificó el presidente de Cámara de Proveedores de Empresas Mineras de Salta (CAPEMISA), Diego Pestaña. “Son inversiones que se fueron haciendo desde el 2006, llevan 15 años”, indicó el empresario local.

Detalló que solo para llegar a la concentración de litio necesaria para comercializarlo como carbonato de litio, “se necesita un proceso que lleva alrededor de dos años de concentración a través de un proceso de evaporación”, mientras que en un proceso de extracción física, que implica menor cantidad de agua utilizada, “se hace más rápido pero con un costo más alto de energía”. Al igual que la secretaria de Minería local, consideró que se necesitan otra cantidad de herramientas tecnológicas y de insumos que se hacen casi inalcanzables para el desarrollo local “y poco rentables”.

En una nota que publicó la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, Fernando Porta, director del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI), descartó que la mano de obra sea un problema porque “las mineras no son empresas que tengan un alto nivel de ocupación”. Y añadió que la Ley de Minería vigente les asegura ganancias extraordinarias bajo distintos mecanismos “una muy baja imposición, estabilidad fiscal por 30 años y escaso control sobre sus números, puesto que sabemos de sus operaciones lo que ellas mismas declaran”.

En la misma nota, el investigador de CONICET e integrante del Grupo de Estudios en Geopolítica y Bienes Comunes, Bruno Fornillo, agregó que la Argentina firmó un memorándum de entendimiento celebrado con la firma china Ganfeng Lithium en el que incluyó la voluntad de que esta empresa fabrique baterías en el país, aunque no establece plazos ni montos concretos. Pero sostuvo que “incluso si eso llegara a suceder, esas empresas no nos compartirían la tecnología de punta, y perderíamos la oportunidad de utilizar el mercado local para un crecimiento y un desarrollo endógeno”.

Por lo que consideró que empresas como INVAP o YTEC, deberían tener la tecnología “y no una extranjera que venga a llevarse el litio casi regalado y nos venda productos manufacturados acá, en lugar de importarlos”.

Fornillo y Porta, al igual que muchos científicos y expertos en minerales en el país, lamentan que la legislación nacional no proteja al litio como a otros minerales en términos de darle su carácter estratégico y, por lo tanto, el Estado nacional y los provinciales no tienen disposición sobre las reservas. Ya que han sido concesionadas bajo el imperio de la Ley Minera, que es lo suficientemente laxa como para permitir que quienes han obtenido los derechos de concesión no estén obligados a desarrollar ningún tipo de cadena de valor hacia adelante.

Otra discusión es la cantidad de agua dulce que se utiliza. Según estimaciones de las mismas empresas, las 40.000 toneladas que se extraen anualmente hoy entre los dos proyectos en operación, requieren de más de 25.000.000.000 de litros de agua.

Tanto la secretaria de Minería local, como Pestaña, reconocieron que la minería necesita mucha mano de obra en la etapa de construcción y de radicación, pero una vez instalados, su planta se reduce en más de un 50% para su funcionamiento cotidiano. “Ganfeng en etapa de construcción prevé tomar unas 1200 personas, pero una vez instaladas necesitarán menos de la mitad”, expresó Royon.

De todas maneras, con respecto a la posibilidad de avanzar en el agregado de valor, la funcionaria provincial dijo que están considerando “no solo en la línea de industrialización donde vemos distancias tecnológicas y de mercado, sino también en el desarrollo de la industria química de base”. Royon contó que todo lo que tiene que ver con la producción de litio demanda productos químicos que hoy no se producen en la Argentina, sino que se importan, por lo que están trabajando en conjunto con el INTI “para desarrollar proveedores locales en la industria química”.

Pero recordó que la provincia y su normativa tienen un fuerte compromiso de contratación de servicios y de involucramiento tecnológico para la región.

El miedo de los proveedores

Para el presidente de CAPEMISA, cualquier intento de intervención del Estado “significaría no darles seguridad jurídica a las empresas”. En eso coincidió el titular de la Cámara de Pequeños Proveedores Mineros de la Puna, Luis Vacazur. Ambos destacaron que se debe cuidar porque “el derrame” que producen localmente esas inversiones significan “trabajo para todas las empresas locales, que son Pymes, y trabajo para la comunidad”, acotó Diego Pestaña.

También subrayaron que esa inversión genera desarrollo local, y no solo de mano de obra, “sino de técnicos y proveedores del lugar que no podemos dejar pasar”. “Antes los chalecos reflectivos para trabajar los traían de China, después los compramos de Buenos Aires, y ahora los hace una familia de Olacapato”, describió Vacazur. Revelando de alguna manera el eslabón que ocupan en la cadena.

Según Pestaña, el modelo argentino es un éxito al lado del de Bolivia, en donde por la nacionalización, falta inversión e inserción en el mercado internacional. Y también frente al chileno, que solo permitió la explotación a un par de empresas norteamericanas, lo que le abre las puertas al país para recibir inversiones.