En 2018, en el Día Internacional de la mujer, unió Colonia de Sacramento con Punta Lara al nadar los 42 km que las separan. En septiembre de 2020, la pentacampeona mundial en aguas abiertas se contagió de coronavirus y cuenta cómo pasó la enfermedad.

Su última competencia fue en marzo de 2020 en Paraná. El comienzo de la cuarentena coincidió con sus vacaciones después de la temporada de verano. Geijo tuvo una ventaja, su hermana, quien fue triatleta de la Selección Argentina, vive en España: “Hablaba con ella y todo lo que pasaba ahí era lo que iba a pasar acá después. El día anterior al cierre total fui a buscar pesas a un gimnasio y me compré un rodillo de bicicleta. Desde el primer día hice aeróbico y ejercicios de fuerza, fueron cinco meses en los que no dejé de entrenarme”.

La atleta comentó que durante el confinamiento cambió su alimentación para mantener el peso: “Dejé de comer hidratos. Extrañaba sentirme agotada, cansada, era raro no sentirlo porque desde los seis años que nado y ahora me entreno diez horas por día. Increíblemente el peso lo mantuve siempre, pero perdí la forma del cuerpo de nadadora”.

A fines de julio los atletas fueron autorizados a volver a sus rutinas, pero esto no duró mucho para Geijo, quien el 1 de septiembre dio positivo de Covid.

-¿Qué síntomas tuviste?

-Un día fui al supermercado y volví agitadísima, como si hubiese hecho un pique de 1500 metros. Después tuve fiebre y me hice el testeo. Sabía que tenía un caso cercano, pero habían pasado nueve días y ningún síntoma. Me hisoparon en casa, me dio positivo y a partir de ahí no salí más.

-¿Cómo pasaste la enfermedad?

-Hubo 3 días muy malos, uno me desperté sin voz y sentía que no podía respirar, me asusté de verdad. Siempre en las situaciones de crisis llamo a mi hermana porque me ayuda a calmarme. Me puse a llorar porque estaba realmente angustiada, más que nada por el miedo a no saber cómo iba a seguir. Empaticé con la gente de riesgo, si yo con 36 años que me entreno diez horas por día, tengo una vida saludable, tengo un físico privilegiado, siento eso, qué puede llegar a sentir mi mamá que es asmática o mi papá que es diabético.

Pilar Geijo, sufrió una miocarditis como consecuencia de la Covid-19.

La nadadora, que ingresó al Salón de la Fama Internacional en 2018, aprendió que existen dos tipos de alta: la epidemiológica en referencia al contagio y la física con respecto a la salud. Una vez que pasó el período de aislamiento, su médico, Enrique Prada, le recomendó realizarse estudios para asegurarse de que el virus no hubiera dejado secuelas en su cuerpo. Por esto, su vuelta a la pileta a los quince días, por recomendación del doctor, fue de a poco.

-¿Cómo te enteraste de que tenías miocarditis?

-Me habían dado bien todos los estudios, pero me faltaba la resonancia magnética. Estaba por hacer un posteo en Instagram a la espera del último resultado. Cuando me llega lo leo y había algo que no me cerraba porque decía repetir el estudio en seis meses. Me puse a guglear miocarditis y todo lo que puede provocar, entonces le escribí al doctor para contarle y me llamó. Me explicó que era una inflamación del corazón que podía quedar como secuela, que tenía que nadar muy despacio y que en tres meses se repetía el estudio.

-¿Cómo te sentiste?

-Me sentí triste y preocupada. Una cosa es que te fractures un dedo, pero que te digan que si te sube mucho el pulso te podés morir es muy fuerte. En esos días soñaba que era chica y aprendía a nadar de nuevo, como si tuviera seis años. Fue un nuevo punto de inicio.

-A los tres meses repetiste el estudio, ¿qué pasó?

-Tuve que hacer un trabajo interno con mi psicólogo por las expectativas. No creer que me iba a curar rápido, sino tener paciencia. Cuando me dieron los resultados me salió presencia de fibrosis, estaba mejor, pero no del todo bien, podía hacer un poquito más. Ahí empecé a trabajar con un reloj y una banda cardíaca especial para ver qué pulso tenía todo el tiempo porque no podía tener más de 150, 160 pulsaciones por minuto.

-¿Cómo hiciste para sobrellevar todo ese tiempo?

-Me pasó algo muy bueno. Suelo optimizar las adversidades para sacarle provecho. Comencé en noviembre con clínicas en lagunas que se llaman “Vení a nadar conmigo”. Las hago los fines de semana en Pilar y en Hudson. Me sirvió para desarrollar un proyecto que siempre había querido y no había tenido el tiempo. Era una manera de seguir en contacto con gente entusiasmada por nadar y que ellos pudieran hacer algo que yo no podía hacer.

-¿Pudiste contarles a los participantes lo que te estaba pasando?

-Recién pude hacerlo cuando me curé porque tenía mucha incertidumbre. Pero después lo empecé a contar porque me di cuenta de que sirve para que la gente se haga estudios y que no vuelva a la actividad como si nada.

-A los cinco meses, te hacés el estudio por tercera vez…

-Sí, estaba muy expectante y cuando me llega el resultado me da ausencia de fibrosis y de miocarditis. Me puse a llorar de la emoción y le mandé mensaje a todos los que me habían acompañado, a mi médico y a mi familia. El doctor me reconoció que estaba muy atento a este tema porque pueden ser cinco, diez meses o más. Cada cuerpo responde de distinta manera.

-¿Cómo te sentiste al volver?

-Ese día quería picar, nadar veloz, quería sentir latir el corazón porque era algo a lo que yo estaba acostumbrada. Pero las primeras veces me había agarrado pánico de sentir tan fuerte el corazón y tenía miedo de morirme. El psicólogo me dijo que era normal y que cuando uno tiene temores injustificados tiene que ir a la fuente, el estudio estaba bien y el médico me había autorizado.

-¿Cómo sigue tu rutina ahora que estás recuperada desde marzo?

-Por suerte me estoy sintiendo muy bien, entusiasmada. Estoy al 80 por ciento de llegar a mis mejores tiempos. Me entreno todos los días doble turno. Dentro de lo malo me pasaron cosas buenas, este stop que la vida me obligó a tener hizo que pueda resolver cosas personales y armar otro proyecto paralelo de mi profesión como lo de las clínicas.

Geijo asegura que esta pausa en su carrera también le permitió mirar para atrás, darse cuenta del camino recorrido y saber lo que quiere de ahora en más: “Estoy con el mejor entrenador que puedo estar, el Gallego, Juan Carlos Martín, curada del corazón, supe lo que es no poder nadar, así que ahora lo disfruto más. Me hizo bien no poder hacerlo”.

Hoy en día se prepara para volver a competir en septiembre, en la maratón de Capri-Nápoles para convertirse en la nadadora con más participaciones de esta carrera.

“Me había olvidado de cómo era sentir tan fuerte latir el corazón”, afirmó la atleta que después de contagiarse de Covid, tener secuelas y recuperarse, está lista para seguir escribiendo páginas de la historia de la natación argentina.