Cuerpocomoderno. Gran título pensó Jorge Araujo, aquel versátil baterista de Divididos, para nombrar su flamante –y segundo- disco solista. Ahora tiene que definirlo, claro. “Son tres palabras resumidas en una: Cuerpo, poco, moderno”, empieza. Y suena bien. Un cuerpo poco “moderno”, apto para contener seis nuevas piezas de Araujo, un remix del single “Pantallas”, y una serie de intervenciones que le sacarán una mueca de fruición a más de uno. Entre ellas, la de Gustavo Alfieri, percusionista de la Orquesta Estable del Teatro Colón que impregnó de campanas tubulares a la polirrítmica “Forma Pájaros”. La del guitarrista y compositor Larry McNally, que colocó su dobro a disposición de “Padre de Sol” y la de Gustavo Jamardo, ese animal del bajo que comparte con Araujo y Tito Fargo una de las mejores bandas de rock argentino en lo que va del siglo -Gran Martell-, en la poderosa “Cosas hermosas”.

Pero el convidado de luxe, por lo que implica dentro y fuera del mundo Araujo, es Ricardo Mollo. Guitarrista y ex baterista de Divididos congregan sus talentos en beneficio de la canción que nombra al disco, y que le sirve al segundo para completar el origen del nombre. “Lo que pasó es que cuando quise hacer coincidir la letra de este tema con la melodía, no me entraban las tres palabras”, ríe. “En cambio Cuerpocomoderno, dicho así, entraba perfecto no solo con la melodía sino también con la rítmica. Esa fue la razón”. Es la primera vez que Araujo y Mollo coinciden en un tema desde que el baterista partió de Divididos, en 2004. “Con Arnedo ya había tenido dos experiencias, una cuando lo invitamos a tocar la guitarra en un vivo de Gran Martell, y otra cuando grabó bombo leguero en Aiqú!, el dúo que teníamos con Quintino Cinalli. Pero con Ricardo es la primera vez después de tantos años, sí”, refrenda.

-¿Por qué tardaron tanto en volverse a juntar musicalmente?

-Porque fue la primera vez que imaginé que Ricardo podía cantar un tema hecho por mí (risas). La verdad es que no estaba convencido de cómo cantarla, e incluso llegué a pensar que cantara todo el tema él, porque le tenía un poco de cuiqui a la comparación. Pero César Silva -productor del disco- me convenció, y entendí que el hecho artístico tenía que ver más con la interacción, con compartir.

La cooperación de Mollo no solo se dio a través de la voz, sino también de la ejecución con ebow, el “arco electrónico” que reemplaza a la púa o a los dedos para la guitarra, tal como encaran magistralmente The Edge en “With or Without you”, el clásico de U2; y los Smashing Pumpkins en “Porcelina of the vast Oceans”. “Quiero aclarar que tanto con Diego como con Ricardo siempre tuvimos una comunicación bastante fluida”, asegura Araujo. “En esta cuarentena, de hecho, le hicimos una charla-homenaje a Narigón del siglo por sus veinte años. Ahí se notó que no somos personas que no nos vemos por años. La diferencia entre esto y lo musical es que cuando invitás a un compañero a participar en un tema tuyo, primero te tenés que asegurar que le guste. Una vez que pasa eso, no hace falta hablar mucho más”.

Araujo y Mollo se tomaron un día entero para grabar “Cueporpocomoderno” en el Estudio El Hornero, de Caseros. “Quedó hermoso, y creo que el lugar donde la hicimos, nuestro oeste suburbano, terminó colaborando con el clímax, porque nos acordamos mucho de nuestros comienzos”, evoca Araujo, volando en el tiempo incluso más allá de su intervención de principios de los noventa en el Lito Vitale Cuarteto, y en Monos con Navajas, cuando Otro le Travaladna -el primer disco que grabó con la Aplanadora- estaba en pañales. “Meterme a grabar ahora, con el sexteto consolidado, no es como antes, cuando pensaba una cosa para trío, otra para cuarteto… En fin, algo que no tuve que hacer ahora. Quería que Cuerpocomoderno partiera de una base… de una misma dirección tímbrica, artística y grupal”, realza Araujo, al momento de comparar su nuevo disco con el debut.

-Otro rasgo notorio en Cuerpocomoderno es que delegás la batería a favor de tu rol como cantante y guitarrista ¿Más placentero que complejo, o viceversa?

-Lo primero, porque la guitarra y el canto me conectan automáticamente con la niñez. Cuando chico era una especie de animador de reuniones hogareñas. Cantaba canciones de Sui Generis y de Almendra. Y también cantaba tocando la batería. Incluso cuando compuse “Cuerpocomoderno” arranqué de esa situación de rasguido que recordé de cuando estudiaba zambas con mi profesor de folklore. En fin, me fui rápidamente hacia la niñez.

-Vos que siempre hiciste de los proyectos de banda una bandera, ¿te pesa tu faceta solista?

-Es una pregunta brava. La verdad es que al principio no me llevé bien con la cuestión solista, creo que por una cuestión relacionada con la practicidad. Por otra parte, no me considero un tipo que tenga muy claras las cosas al momento de hacer una canción. Es más, creo que este es un disco participativo… Lo de solista tiene que ver más bien con el hecho de salir a defender las canciones que hago y punto, porque esto está muy alejado de pretender hacer ver que yo hago todo, o decido sobre un montón de cosas. Por lo tanto, es bastante raro para mí considerar que tengo un proyecto solista. Digamos que me siento muy acompañado por una banda que es un trasatlántico.

-Tal vez pese también el hecho de que sos baterista, y es complicado –aunque no imposible, claro- concebir la idea de un baterista-solista.

-(risas) Eso, soy baterista y como tal estoy experimentando correrme de ese lugar.

-¿Cómo?

-Y… no le digo a los bateristas qué tocar, sino que los llamo para que aporten su óptica. Me gusta que otros bateristas graben canciones que compongo yo.

-Con Jamardo, tu compañero de base en Gran Martell, es más sabida y fácil la cosa. ¿Cómo fue grabar con él, por fuera del trío?

-Cuando hice “Cosas dudosas” el primero que me vino a la cabeza fue él. La idea fue que primero conociera el tema, algo parecido a lo que nos pasa con Gran Martell, en lo referente a aprovechar la tensión y la intensidad que uno tiene, para no programar ni preestablecer nada. Y salió impecable, porque sabemos cómo graba Gustavo… tirando una toma, de arriba a fin.

-¿De dónde salió “Forma pájaros”, otro de los temas clave del trabajo?

-De las montañas de los comechingones, mi segundo hogar. La conexión con los pájaros en las sierras cordobesas es una de las cosas que más disfruto… ese silencio, esa armonía con la naturaleza, ese cable a tierra que te ayuda a seguir cuando estás sobrecargado. Tal vez reflexionado en ese lugar empecé a pensar seriamente en cantar, en cómo decir las cosas, , cosas que al final sucedieron y que tienen que ver con un crecimiento para mí.