“Velocidad normal, Bolmaro, ¡eso es velocidad Usain Bolt!”. La frase, ocurrente y divertida, de Sergio Hernández sirve para graficar estos días de Leandro en la Selección. El cordobés de 20 años arrancó a fondo en esta previa olímpica, en Las Vegas, luciendo una marcada versatilidad, dinámica, rapidez y caradurez. El jugador que “más sorprendió” a Campazzo, nada menos.

“Es un animalito”, tiró Facu en una práctica luego de que Bolmaro robara una pelota en mitad de campo. A la vuelta, en otra presión, Lea volvió a forzar una pérdida y Campazzo se acercó para tocarle la cabeza y decirle algo al oído. “Sí, me dijo 'bien, muy bien, seguí así'…”, admite el polifuncional perimetral con su habitual timidez. “Que bestias así te reconozcan te genera una enorme motivación para seguir dando todo. Realmente estoy trabajando muy duro para que salgan las cosas y tener el respeto de ellos es una bestialidad, ni hablar si el que me lo dice es Facu. Estoy viviendo un sueño”, completa el jugador del Barcelona con una sonrisa.

Fuera de la cancha, Bolmaro es muy tranquilo y exhibe una marcada timidez pero su comportamiento y forma de ser contrasta con lo que muestra en el parquet. “Y un poco es así. Afuera soy tranquilo y en la cancha, no tanto (se ríe). Noto ese cambio, cuando empieza el entrenamiento o el partido soy otro. Y esa competitividad saca lo mejor de mí. Siento que yo mejoro y hago mejores a los otros”, revela. Y enseguida cuenta una anécdota de sus épocas de atletismo que refleja esa característica. “Una vez, en un campeonato argentino de pruebas combinadas que se disputó en Santa Fe, me anoté como siempre en Hexatlón (NdeR: son seis pruebas) y apareció un chico que no conocía de Buenos Aires y me ganó… Me quede mal, recuerdo. Yo me estaba yendo del atletismo, era mis últimos momentos, pero decidí anotarme en el siguiente, en Decatlón (diez pruebas), una especialidad que no hacía tanto sólo porque quería ganarle. Fui y lo hice”, recuerda en diálogo con Prensa CAB. Así, pese a que era muy bueno se retiró en paz del atletismo, con 16 años, para dedicarse de lleno al básquet. Y el deporte de la naranja ganó una joya.

-¿Con qué te encontraste en este regreso a una preselección?

-Con un equipo muy trabajador y competitivo, que siempre está dispuesto a dar el máximo, que es muy profesional, que cuida todos los detalles y que sobresale por el compromiso.

-¿Y en lo social, dentro del grupo?

-Me recibieron muy bien, son todos muy piolas, nunca te dejan afuera y siempre te están integrando. Se preocupan por todos, para que estemos unidos y esa armonía afuera podamos llevarla a la cancha. Yo, por suerte, esta experiencia la había tenido en 2019 (quedó fuera del corte final para el Mundial), me había podido integrar y, además, en la temporada venía hablando con muchos de ellos. Son grandes personas y eso lo valoro mucho. Porque además hay una cuestión de seguir su paso. Siendo tan joven ya sé el camino que debo seguir a partir del ejemplo que me dan.

-Sentís que tenés una marcha más y que eso, junto a tu versatilidad y polifuncionalidad, cae justo para este equipo que intenta potenciar Oveja, buscando que sea aún más veloz y agresivo que en China...

-Sí, un poco sí. Es un poco mi característica y me encanta este estilo, el de correr, presionar, meterle un cambio más. Aunque, en realidad, todos nos sentimos cómodos con esta propuesta, porque sentimos que es la forma en que podemos sacar ventajas. Ya se demostró en el Mundial que jugando así le podemos ganar a cualquiera.

-Te adaptaste de maravillas a jugar de base en el Barcelona. Pero acá te usarán más escolta, por lo que se ve, porque bases sobran. ¿En qué posición te sentís más cómodo?

-Me siento más cómodo de escolta. Si tengo que subir la pelota, lo hago. Si debo armar juego, conducir, lo mismo. Pero prefiero ser escolta, tener más libertades y no asumir siempre la responsabilidad de organizar. Hay más presión.

-Qué locura lo que pasó en el Barcelona. Arrancaste de alero, saltaste a la fama de escolta pero se produjeron las lesiones en el Barça y empezaste a jugar de base nada menos que un gigante de Europa...

-Sí, realmente. Cuando me enteré que iba a empezar a jugar de base, me puse a ver videos de varios armadores para entender la posición, sobre todo de Facu (Campazzo). Por suerte, gracias a mis compañeros, tuve la confianza y eso me hizo sentir más cómodo y confiado con que podía hacerlo. No fue tan difícil porque creo que me comprometí. Yo antes era de quejarme, pero cuando pasó esto, cambié el chip y acepté el rol. El tren pasa una vez, dicen, y yo tenía que aprovechar la oportunidad.

-Y en defensa, ¿te sentís cómodo?

-Sí, muy cómodo, más defendiendo que atacando. Veo que puedo defender a los bases más chiquitos y también a los grandes, que por ahí son más lentos. Me gusta presionar, obligar, provocar errores. Me gusta no dejarlos pensar porque hay muchos muy buenos que si los dejás, te pintan la cara.

-¿Cómo sentiste lo que pasó en el Final Four? Venías jugando pero pasaste a promediar 25 minutos en los dos partidos más importantes del año.

-Sí, realmente lo del Final Four fue una increíble experiencia. Jugué sin pensar que eran partidos tan importantes y siento que ayudé al equipo. Lástima que nos quedamos sin el título, pero tuvimos un gran rival enfrente. Por mi lado me sirvió tener paciencia y esperar mi momento. Al principio no jugaba nada y luego un poco más hasta terminar así.

-¿Qué aprendiste en el proceso?

-A no relajarme. Seguí con mi rutina, con mi trabajo. En las malas me di cuenta que con lo que hacía no me alcanzaba y entrené más y más. También, es verdad, tuve a mi familia, mi novia y agencia de representación que me apoyó y eso fue muy importante.

-Antes de Las Vegas, por tu presente más que por tu futuro, parecías tener un lugar bastante probable en Tokio pero ahora, luego de los primeros entrenamientos, la certeza es mayor...

-Para eso entreno (se ríe). En una preselección así, para un Juego Olímpico, nadie te regala nada y si quedo, será porque lo hice muy bien. En el 2019 estuve cerca, pero tampoco es que hoy me siento entre los 12, creo que puede ser, que puedo ser parte si hago las cosas bien.