Desde San Nicolás

En un radiante día feriado que a ninguno entre los presentes se le ocurrió enmarcar como “día peronista”, la convocatoria de Campo Más Ciudad se llevó a cabo a un costado de la ruta 9, en la entrada a San Nicolás, aglutinando consignas de lo más variadas, aunque todas centradas en una crítica al Gobierno nacional en general y al kirchnerismo en particular. Las varias miles de personas aquí reunidas y el despliegue de chatas, autos y tractores que se extendió a lo largo de la autopista entusiasmó a los organizadores alrededor del recuerdo de las movilizaciones del 2008 por la 125. En el cierre, tras las palabras de los representantes de una Mesa de Enlace que se mostró fortalecida –“estamos más unidos que nunca”, celebraron– se leyó una “proclama de ciudadanos” que postuló, textualmente: “Exigimos que el Gobierno nacional haga un cambio de rumbo total, en lo económico, en lo político y en lo social”. Algo así como cambiar el voto, pero sin votar.

Aunque surgió como una protesta a partir del rechazo al cierre de las exportaciones de carne, la enorme variedad que se vio y se escuchó en las consignas entre los manifestantes, y también entre los oradores de un palco cargado de banderas, símbolos y carteles (la Constitución Nacional, pizarrones y niñes con guardapolvos, valijas cruzadas por la leyenda “turismo de luto”, productos del campo y de la huerta) simbolizó más bien la oposición a todas las políticas actuales de gobierno, sobre todo a aquellas que hacen al manejo de la pandemia.

"Pandemia" fue una palabra que, muy curiosamente, no se nombró a lo largo de todo el acto, aunque se la aludió constantemente, en la crítica a cada una de las acciones para frenarla: “queremos libertad”, “basta de infectadura”, “que nos dejen trabajar”, “pedimos viajar y transitar libremente”, fueron parte del repertorio. 

También se pidió a coro cantado que "¡abran las escuelas!" (ya abiertas a la presencialidad, en rigor, tras la baja de la incidencia de contagios, a lo largo de todo el país). 

Entre otras consignas que forman parte del repertorio grueso opositor: “No queremos ser Venezuela”; “Cristina Chorra”; “los Fernández vienen por nuestros derechos humanos”; “se robaron las vacunas”, con silbatina ante la mención de Ginés González García incluida.

Patricia Bullrich, a caballo para las selfies

“Hoy aquí hay más de 10 mil vehículos, 200 hombres y mujeres a caballo, y más de 65 mil personas”, celebraron los locutores “la argentinidad presente”. Aunque las cifras estaban a la vista muy infladas por el optimismo de la organización, la movida de los “ciudadanos movilizados en defensa de la producción, el trabajo y la educación” –“y la salud”, según se sumó a la consigna y alguien se tomó el trabajo de pegar arriba de los volantes, uno por uno– resultó muy convocante. Lo que es seguro es que tuvo poco y nada de “cien por ciento apolítica” y “apartidaria”, como también se presentó.

Entre los más requeridos para las selfies estuvieron Maximiliano Guerra, que llegó temprano y recorrió el lugar, y el exministro de Agroindustria del gobierno de Macri Luis Miguel Etchevehere, uno de los activos promotores de esta movida de “Ciudadanos por la república”. Pero sin dudas la que congregó los mayores entusiasmos fue la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, que hizo su ingreso estelar con sombrero de ala y bombacha rosada con bordado al tono, montando a caballo entre los autodenominados “gauchos de Güemes” (ver aparte). Esta agrupación que llegó desde Salta fue parte importante del despliegue escenográfico simbólico de la convocatoria ya desde la previa en las redes, con decenas de hombres montados a caballo aportando colorido.

La referenta antiderechos Cynthia Hotton fue otra de las que participó de la convocatoria “apolítica y apartidaria”. Santiago del Solar Dorrego, exjefe de Gabinete de Etchevehere y propietario de extensiones de campo por la zona, fue otro de los activos impulsores de la protesta que también dio el presente. Igual que Ariel Bianchi, otro productor de Pergamino identificado con el PRO.

Mesaza de enlace

Luego de la bendición del Vicario de San Nicolás –que elude los papados más actuales y se remonta a Juan Pablo II para citar una alabanza al “capital que da trabajo”– a lo largo del acto van sumando su palabra representantes de todas las fuerzas vivas de este “campo más ciudad”. Está el reclamo de que “abran las escuelas”, inalterado desde que estaban cerradas (con una madre que asegura que “los chicos están abandonados hace un año y medio”, una adolescente, una maestra), los Comerciantes Autoconvocados, la Cámara de Comercio y Servicios, el sector turismo, los consignatarios, el presidente del Mercado de Liniers, el del Consejo Federal Inmobiliario (que comenta que están “defendiendo a los hermanos del norte de las usurpaciones y tomas de tierras”, justo cuando el INAI frena los desalojos de familias campesinas censadas como dueñas ancestrales), un ex combatiente de Malvinas, entre otres.

Los referentes de la Mesa de Enlace fueron los encargados de los discursos finales. Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural; Carlos Achetoni, titular de Federación Agraria; Jorge Chemes, de Confederaciones Rurales Argentinas, y el flamante presidente interino de Coninagro, Elbio Laucirica tomaron la palabra. Carlos Iannizzotto pidió licencia recientemente en este cargo, tras anunciar su candidatura a legislador por el frente Encuentro por Mendoza. 

Reclaman por el cierre de las exportaciones, pero también por la hidrovía (“un gobierno kirchnerista vuelve atrás con lo que hizo un gobierno peronista”, añora a Menem Laucirica), piden “al pueblo argentino que se levante y no esté de rodillas ante los embates del Gobierno”.

"En defensa de la propiedad privada"

Tony Caldentyn agita un cencerro de bronce y muestra un cartel con fotos familiares y una leyenda: "sexta generación" de familia agropecuaria. "Esto es lo que defiendo desde 2008, cuando estuve 180 días arriba de la ruta", dice la mujer que vive en un pueblo cercano, señalando las fotografías de nietos y ancestros. Se presenta como "referente del corte de Ruta 8 y Acceso Pinzón" de aquellos días de fragor. Cuando se le pregunta qué es concretamente lo que defiende, responde que está aquí "en defensa de la propiedad privada", y que "no queremos ser Venezuela", entre otras consignas repetidas.

Como ella, muchas "mujeres agropecuarias" muestran posturas y también looks al tono (camisa Cardón, entre lo más elegido, alguna que otra bota de caña y sombrero de ala) y se manifiestan, podría decirse, de modo enérgico pero sobrio. Las que llegan de la ciudad, en cambio, lucen y suenan bastante más estridentes. Cierto espíritu de Lilita Carrió en su más intenso perfil de denunciante parece guiar sus apariciones.

Está el bullanguero grupo de "Equipo republicano", que hace su ingreso caceroleando en patota. Sus carteles son de los más agresivos, en especial contra Cristina Kirchner. La que se presenta como "fundadora" del grupo es la "licenciada Auramarino Río Flores". "Tenemos que refundar la República, porque estamos a punto de perder la República", repite debajo de su barbijo con la leyenda "Qué gobierno de mierda", e insiste en señalarse "apolítica", "más allá de las simpatías".

"Cuando mataron a Nisman me hice esta bandera", dice la rosarina María Monsegur, y muestra la celeste y blanca cruzada por una franja negra. "Cuando ganó Alberto yo dije: se vienen cuatro años complicados. Así que me compré el bombo y el megáfono", agrega orgullosa, mientras mete bulla instrumental en grupo. Se le indica que el bombo es un símbolo de lo más peronista. "Olvidate. Acá lo usamos bien", cierra el debate.

Con los pies en el espacio público

La jornada estuvo cargada de símbolos y referencias extrapolados del campo popular. La música, por ejemplo: aquí se inyectó entusiasmo festivo al ritmo del Chaqueño Palavecino, Soledad y Rodrigo, pero también emoción con “Resistiré”, con Víctor Heredia y con “Venceremos”, la canción popular de protesta que adaptó al castellano María Elena Walsh y cantó Jairo (“pronto venceremos, juntos lucharemos hasta el final... no tenemos miedo nunca más...”).

Es el agite agropatriota que se fortalece en la ocupación del espacio público, y computa envión desde par de antecedentes cercanos que se cuentan como victoriosos.

Distintas convocatorias previas aparecen mencionadas en esta protesta, en las consignas o en los discursos. Una, el “Todos somos Vicentin”, la fallida movida del Gobierno que terminó encolumnando a una parte de la sociedad detrás de un grupo empresario hoy al borde de la quiebra, sobre el que se comprobaron maniobras de vaciamiento y fuga de divisas, y donde se logró simbolizar “la República” y “la propiedad privada”. Aquella vez el reclamo no tenía nada que ver con el campo –ni con la república, ni con la propiedad privada amenazada– pero por estas tierras se asume como propio.

También está presente la novela familiar de los Etchevehere y los “banderazos” que despertó. Luis Miguel, el hijo más pródigo, aparece en la doble condición de organizador “por abajo” de esta movida y de representante de la “propiedad privada” amenazada, y defendida. Por eso el nombre de Juan Grabois, junto con el de Cristina Kirchner, surge como un cuco que asusta más que otras menciones.

Pero lo que aparece como referencia de lucha y acaso como objetivo a soñar, es la 125 con sus cortes de ruta y su epílogo “no positivo”. Así lo explicita el expresidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcati ante la consulta de PáginaI12: “Esto es un revival de 2008, la situación es muy parecida. Esta fuerza espontánea que surge de la producción pide que se la acompañe y se la encauce, se la dirija”.  

“¡Vamos carajo, que hay olor a 2008!”, se entusiasma en sintonía y a los gritos un hombre de boina y bombachas, mientras agita su bandera argentina, que es una entre muchas en un final con un tenor local entonando “Aurora”, y la emoción del día patrio explicitada entre la concurrencia. Porta un entusiasmo que contagia alrededor suyo. Ha ocupado el espacio público y se sabe acompañado, de alguna forma representado. Todos juntos, referentes de las patronales del campo, se entusiasmaron, como dijo Hugo Biolcati, con un “revival del 2008”.